Mónaco vivió una explosión de júbilo cuando a las 19:15 horas del 10 de diciembre se lanzaron 42 cañonazos, repicaron todas las campanas del Principado y se oyó sonido de las sirenas de los barcos atracados en el puerto. El motivo era el nacimiento de los mellizos Jacques y Gabriella, hijos del Príncipe Alberto y la Princesa Charlene.
De esta forma, Mónaco tiene dos nuevos príncipes: Jacques, Honoré, Rainier y Gabriella, Thèrése, Marie. Según la Ley Agnaticia que rige en el Principado de Mónaco, una variante de Ley Sálica, en la misma línea se prefiere el varón a la mujer, por lo que de nada le sirvió a Gabriela haber nacido dos minutos antes que su hermano, ya que él es el Heredero al Trono.
El nacimiento ha provocado que la hasta ahora heredera, Carolina de Mónaco, Princesa de Hannover por su matrimonio con Ernesto de Hannover, haya perdido su condición, siendo relegada al tercer puesto y por tanto con muy pocas opciones de suceder algún día a su hermano al frente de la Jefatura del Estado. Fue precisamente ella otra de las afectadas por la discriminación que impera en Mónaco, ya que nació en enero de 1957, mientras que Alberto II vino al mundo en marzo de 1958.
En vista de que su final se acercaba y que su hijo y sucesor, el Príncipe Alberto, permanecía soltero y sus hijos legítimos (es padre de una joven llamada Jazmin Grace y de un niño llamado Alexander, ambos fuera de la sucesión), Rainiero III firmó un tratado con Francia en 2002 para que Mónaco no fuera fagocitado por el país galo si el futuro Alberto II no tenía descendencia legítima, pudiendo heredar sus hermanas Carolina y Estefanía y los hijos de estas.
Así, en 2002, tres años de morir, Rainiero III abrió el camino para que su nieto mayor Andrea Casiraghi, hijo de Carolina de Mónaco y del malogrado Stefano Casiraghi, pudiera ser algún día Príncipe de Mónaco, previo cambio de sus apellidos. Alberto II podía quedarse soltero si lo deseaba, o si no encontraba el amor, ya que la generosa descendencia de su hermana Carolina (cuatro hijos) ofrecía supervivencia al Principado de los Grimaldi.
Sasha Casiraghi, una nueva generación
Con la muerte de Rainiero III en 2005 subió al Trono el Príncipe Alberto II, quedando como heredera la Princesa de Hannover, y después su hijo Andrea, conocido por sus grandes fiestas y su pasión por Ibiza, combinada también con estudios y actos oficiales a los que solía acudir con su madre y sus hermanos. No tardó en conocer a Tatiana Santo Domingo, millonaria de ascendencia colombiana nacida en Nueva York y criada en Suiza, con la que inició una relación que todavía hoy continúa.
Mientras, en 2011 llegó el gran momento con la boda que unió al Príncipe Alberto con la nadadora sudafricana Charlene Wittstock, a la que había conocido pocos años atrás y con la que protagoniza una historia de amor no exenta de polémicas y habladurías. El Soberano por fin se había casado, pero faltaba la descendencia.
De eso se preocupó su sobrino Andrea, que dejó embarazada a Tatiana Santo Domingo, una gestación que terminó confirmando ella cuando vino a España a recoger un premio. Corría otoño de 2012, y en marzo de 2013 nació Alexandre Andrea Stefano, un varón que no estaba legitimado en la línea de sucesión a la Corona de Mónaco debido a que sus padres no se habían casado por la Iglesia. El enlace llegó el 31 de agosto en el Palacio Grimaldi por lo civil, faltaba una boda religiosa que se celebró el 1 de febrero en Gstaad, Suiza. Por fin los Casiraghi-Santo Domingo estaban preparados para la hipotética sucesión.
Todo se torció para ellos, y para la Princesa de Hannover, cuando Palacio Grimaldi anunció en mayo que los Príncipes de Mónaco serían padres a finales de 2014. Pronto surgieron los rumores de embarazo gemelar, lo que no se confirmó hasta octubre, cuando la Princesa Charlene estaba ya en su séptimo mes de gestación. Finalmente, el 10 de diciembre nacieron los mellizos que han hecho casi imposible que un Casiraghi se siente en el Trono de Mónaco.