La gran incógnita era si había podido charlar con Carolina de Mónaco, todo un ídolo para ella. Se ha especulado mucho, pero si bien se comentó que en el besamanos ambas se saludaron, lo que parecía claro fue que la cantante no pudo charlar más ni ver a solas a la Princesa de Hannover, algo que ella misma ha corroborado en conversación con ¡Hola!.
Con quien sí pudo hablar fue con Alberto de Mónaco, con el que incluso se hizo una foto: "Con el Príncipe sí tuve la suerte de coincidir. Fue supersimpático, cariñoso y educado. Se quedó sorprendido, me habló en italiano, lo entendí perfectamente y nos presentó nuestro amigo en común, Manel. Me dijo cosas muy bonitas, es más, me pidió que me pusiera a su lado, me agarró de la cintura y nos hicimos la foto, que no pensaba hacerme fotos para no molestar, pero el quería hacerse fotos en este caso conmigo y yo encantada y feliz. Entre esas cosas bonitas le dijo "Sei bellissima" (estás guapísima).
La cantante añadió que la mesa en la que estaba se encontraba muy cerca de la de los Grimaldi: "Podíamos vernos, pero allí estaba todo el mundo bailando y disfrutando del espectáculo y claro, una vez que se levantan 1.000 personas, es imposible vernos las caras, pero todo muy bien".
Encantada con Shirley Bassey
Sobre quién le invitó al Baile de la Rosa, dejó claro que habían sido unos buenos amigos: "No todos los sueños se cumplen, pero este si se me ha cumplido. Y ha sido gracias a las personas que me han invitado, Thomas, Manel y Fidel. Gracias a los tres. Fui invitada simplemente a través de mis amigos Thomas, Manel y Fidel. Ellos llevan yendo toda la vida, tienen su mesa de siempre, así que estoy superagradecida y feliz de que se hayan acordado de mí. Y ya me han invitado todos los años, que vaya o no ya es cosa mía, si tengo o no trabajo... pero voy a estar siempre muy agradecida a los tres. Les mando un beso desde aquí y otro, el más grande, para Shirley", comentó Isabel Pantoja.
La artista añadió que vivió un momento increíble junto a la cantante británica: "Los momentos surgen sin darte cuenta. Shirley empezó a cantar y yo la seguí. La verdad es que fue muy mágico. Nos dijimos muchísimas cosas muy bonitas, que jamás hubiera imaginado que ella me podría decir a mí. Me siento muy satisfecha de haberla conocido y de tener su contacto. Me traducían absolutamente casi todo lo que yo le hablaba, pero yo también le enseñé mucho español. Todo lo que pude en todas las horas en las que estuvimos juntas".