Hubo un tiempo en el que no había evento que se arriesgase a no contar con su presencia o marcas que se atrevieran a no cederle sus relaciones públicas. Nacida en el seno de una aristocrática familia y acostumbrada a convivir con la realeza desde niña, la Princesa Virginia 'Ira' Carolina Teresa Pancracia Galdina de Fürstenberg sigue siendo, pasado el tiempo, una de las invitadas predilectas del Príncipe Carlos de Inglaterra y una asidua a los grandes fastos de la Familia Real de Mónaco.
Lejos de los convencionalismos que se podrían esperar de alguien de su posición, la princesa alemana ha presumido siempre de su rebeldía y nunca ha dudado en ponerse el mundo por montera para hacer lo que en cada momento ha querido. Ahora está en una etapa de serenidad y tranquilidad, pero por mucho que quiera nunca podrá desprenderse de su pasado.
Una niña de buena familia que vivió demasiado rápido
Por parte de padre - Tassio von Fürstenberg - desciende de una de las familias aristocráticas más importantes de Alemania, mientras que por parte de madre - Clara Agnelli - de una de las familias más ricas de Italia: los propietarios de FIAT. Tiene dos hermanos y el mayor de ellos, Egon von Füstenverg, es conocido por haber dado apellido a una de las diseñadoras estadounidenses más famosas y reconocidas: Diane von Fürstenberg. Estuvieron casados durante tres años y la Princesa Ira no le profesa un especial cariño: " No me gusta su estilo. Encuentro que su ropa está mal hecha, mal terminada ".
Antes de esa boda tuvo lugar la de la propia Princesa Ira cuando ella tenía únicamente 15 años. La misma cifra de años que su futuro marido le llevaba. Se trataba del Príncipe Alfonso de Hohenlohe : ahijado del mismísimo Rey Alfonso XIII, emparentado con las grandes casas nobiliarias europeas y creador del Marbella Club (el local de referencia de la "jet-set" en la Costa del Sol).
El enlace tuvo lugar el 17 de septiembre de 1955 en la ciudad de Venecia y se convirtió en uno de los primeros grandes eventos tras la Segunda Guerra Mundial. Probablemente a muchos les sorprenderá la edad tan temprana a la que la novia se desposó, pero ella misma explicaba su situación en una entrevista: " Me casé joven porque no quería estudiar, Alfonso me cortejaba galantemente y en aquella época a las chicas se nos educaba solo para el matrimonio. No lo hice por fugarme, sino porque me enamoré y me pareció adecuado ser madre y llevar una casa".
Los hijos vendrían al poco tiempo: el Príncipe Christoph nació en 1956 y el Príncipe Hubertus en 1958. No obstante, Ira se vio rápidamente superada por su nueva vida y a los cinco años decidió separarse de su marido. Pero éste se propuso no hacérselo fácil y pese al acuerdo de custodia compartida firmado por ambos, Alfonso de Hohenlohe se llevó a los dos niños (sin el consentimiento materno) con él a Marbella. Una situación complicada que su hijo menor justificaba en una entrevista a Diez Minutos en 2015: "No tengo que perdonarle a mi madre que nos dejara porque cuando lo hizo estaba desbordada por la situación. Se había casado con 15 años y a los 20 ya nos tenía a nosotros dos y a un marido dedicado a sus negocios ".
Una nueva vida: segundo matrimonio y romance nunca confirmado
Es un caso que recuerda al de Carmen Martínez-Bordiú cuando abandonó a su primer marido y a sus dos hijos para irse a Francia con Jean-Marie Rossi, la Princesa Ira rompió con su anterior vida y se mudó a Estados Unidos. Allí se casó en segundas nupcias con un empresario con fama de playboy llamado Francisco Matarazzo Pignateri. La relación sólo duró tres años (1961-1964) y para cuando se divorciaron la Princesa Ira era una mujer que con tan sólo 26 años ya tenía dos matrimonios a sus espaldas y dos hijos.
Desde ese momento, quizás por el cansancio de haber vivido tan intensamente durante tan poco tiempo, la alemana decidió darle una tregua al amor y ya nunca volvería a pasar por el altar. Sin embargo, eso no quiere decir que no se la haya relacionado con más hombres. Nombres como el de los actores Roger Moore o Alain Delon están asociados a su currículum amoroso, aunque sin duda el nombre que más sorprende es el del Príncipe Rainiero de Mónaco.
Con antepasados en común y amigos desde su infancia, el soberano monegasco y la princesa alemana hicieron correr ríos de tinta durante finales de los años 80 a causa de un presunto romance que la prensa les adjudicó a raíz de unas imágenes juntos durante unas vacaciones. Sólo habían pasado un par de años desde la muerte de Grace Kelly y muchos consideraban que Rainiero había encontrado en la alemana a la mujer que podría ocupar el lugar de la mítica actriz.
La oficina de prensa del Príncipe se vio obligada a emitir un comunicado oficial desmintiendo rotundamente dichas afirmaciones, que aunque nunca han sido probadas sí fueron comentadas por la mismísima Princesa Margarita de Inglaterra: " Ira es una mujer demasiado grande para un país tan pequeño ".
La propia implicada ha negado siempre los rumores que la convertían en posible Princesa de Mónaco, aunque se deshace en halagos hacia el que pudo haber sido su tercer marido: " Rainiero y yo fuimos grandes amigos. Era un hombre extraordinario, generoso, riguroso y siempre simpático "
"Soy la única de la familia que trabaja"
Después de separarse de su segundo marido, la Princesa Ira decidió probar suerte como actriz de la mano del productor Dino de Laurentiis en la película 'Sin rival' (1967). A esta le seguirían otras 25 producciones con diversos directores europeos y generalmente de lo que se conoció como películas de "Serie B". Ella misma describió así la experiencia: " Fueron los años más felices de mi vida. Conocí a la mejor gente con la que he tratado: apasionados, diferentes, cariñosos... Cada rodaje era una familia nueva ".
En España tuvo notoriedad por participar en aquel tipo de largometrajes "picantones" que durante la dictadura franquista sirvieron de precedente al posterior destape. Una de sus interpretaciones más destacadas sería en la película 'No desearás al vecino del quinto' (1970), junto a Alfredo Landa. No obstante, su retirada del cine llegó cuando los productores comenzaron a demandar a jóvenes dispuestas a quitarse cada vez más ropa.
Tras su aventura cinematográfica, la alemana decidió probar suerte como relaciones públicas de firmas como Valentino y como embajadora de productos y grandes eventos. Todo esto coincidió con el auge de la jet-set durante los años 80, pero poco a poco ese lujoso y excéntrico estilo de vida fue decayendo e Ira se vio necesitada de otra fuente de ingresos que le implicaba más trabajo y menos cara bonita.
A principios del año 2000, durante unas vacaciones de Navidad en los Estados Unidos con amigos se dio cuenta de que éstos se quejaban de que todo estaba ya muy visto a la hora de hacer regalos: " Como a mí siempre me ha gustado comprar artículos curiosos decidí crear con ellos objetos preciosos para que se los pudieran regalar ".
El resultado fue una exposición denominada 'Objetos Únicos' que se presentó en Mónaco con el patrocinio del Príncipe Rainiero y que desde entonces ha recorrido todo el mundo: Suiza, Indonesia, Hong Kong, Milán, París... Se trata de piezas de decoración hechas a partir de cristal, mármol, piedras preciosas... y cuyas formas van desde un cráneo a un simple jarrón frutero pasando por crucifijos.
En 2015 'Vanitatis' revelaba que la famosa Corinna zu Sayn-Wittgenstein había sido una de sus clientas un año antes, durante una exposición celebrada en Gstaad (Suiza). Allí la "amiga entrañable" del Rey Juan Carlos adquirió un frutero que acabó en el escritorio del emérito en el Palacio de La Zarzuela. Sin duda, un último acto de rebeldía que pone el broche a un extenso currículum como el de Ira de Fürstenberg, la Princesa menos convencional de Europa.