Galería: La Familia Real Española en imágenes
2013 es un año de fechas especiales para la Familia Real Española. El 5 de enero el Rey Don Juan Carlos cumplió 75 años, 25 días después le tocaba el turno al Príncipe Felipe, que sopló 45 velas. En julio era Froilán el que celebraba una fecha especial, los 15, mientras que en noviembre la Reina Sofía festejo sus 75 años.
Comienza la Navidad y el año se acaba, pero antes de que eso ocurra, la Familia Real vuelve a celebrar un aniversario redondo, los 50 años de la Infanta Elena. La Duquesa de Lugo ha llegado al medio siglo de una vida que no ha estado exenta de problema y tribulaciones, pero también de muchos gozos y alegrías.
El 20 de diciembre de 1963 nació en Madrid una niña que recibió los nombres de Elena María Isabel Dominica de Silos. Nada más nacer se le dio tratamiento de Alteza Real y dignidad de Infanta de España por ser hija del entonces Príncipe Juan Carlos, pretendiente junto a su padre de un trono que no estaba claro que fuera a heredar.
Pese a ser la primogénita de Don Juan Carlos y Doña Sofía, el hecho de ser mujer le apartó de facto de la sucesión a la Corona, al igual que ocurrió con su hermana Cristina. Con el nacimiento de Don Felipe en 1968 se llenó el vacío sucesorio. Por ello, la Infanta Elena creció bajo la responsabilidad de ser la hija primero de Príncipe de España y después del Rey, aunque libre del peso de ser la heredera al Trono.
Desde pequeña se interesó por la equitación y la enseñanza. Lo primero ha sido una afición, aunque sin llegar a ser su medio de vida ha competido de forma profesional en concursos hípicos, algo que ha seguido haciendo durante toda su vida. Tras terminar sus estudios en el Colegio Santa María del Camino, Doña Elena se diplomó en 1986 como profesora de Educación General Básica, en la especialidad de Filología Inglesa. En 1993 se licenció en Ciencias de la Educación.
Durante toda su vida ha simultaneado otras actividades con la representación de España en calidad de miembro de la Familia Real, participando en actos oficiales y contando desde su mayoría de edad con una agenda especializada en áreas educativas, culturales e infantiles, mostrando especial interés por las personas con dispacidad.
La primera Infanta de España divorciada
Siempre ha sido discreta en su vida privada, aunque sí trascendió su primer amor, Luis Astolfi, un jinete con el que mantuvo una relación entre 1986 y 1989. Años después comenzó un romance con el aristócrata Jaime de Marichalar, con el que contrajo matrimonio el 18 de marzo de 1995 en Sevilla. Con ese motivo el Rey otorgó a Doña Elena el título vitalicio de Duquesa de Lugo.
De su matrimonio nació lo más importante para la Infanta, sus dos hijos. El 17 de julio de 1998 vino al mundo Felipe Juan Froilán, primer nieto de los Reyes, y el 9 de septiembre de 2000 nació Victoria Federica. El 25 de junio de 2003 el Rey anunció que los Duques de Lugo esperaban su tercer hijo, pero lamentablemente al día siguiente la Infanta Elena sufrió un aborto.
Fueron esos los años más tristes para la Infanta Elena. Casi dos años antes de este aborto, el 22 de diciembre de 2001, Jaime de Marichalar sufrió una isquemia cerebral de la que nunca ha llegado a recuperarse del todo. La pareja se instaló en Nueva York con sus hijos para que el entonces Duque de Lugo trabajara en su rehabilitación, sin embargo su matrimonio ya estaba tocado de muerte. El 13 de noviembre de 2007 Casa Real anunciaba el cese temporal de la convivencia de los Duques de Lugo, una separación que terminó en divorcio el 2010. Doña Elena era así la primera Infanta de España legalmente divorciada en la historia de nuestro país.
Desde entonces, la Infanta Elena se ha volcado en sus hijos, en su trabajo como Directora de Proyectos Culturales y Sociales de la Fundación Mapfre y en representar a la Corona siempre que ha tenido que hacerlo, continuando además con una agenda oficial que aunque ha menguado, nunca ha desaparecido como miembro de la Familia Real Española que es.
Alejada de los escándalos protagonizados por los Duques de Palma y por el Rey, aunque tocada por los problemas que le causa su hijo mayor, con un fuerte carácter, una españolidad muy marcada y un gran sentido del deber, la Infanta Elena celebra el comienzo de una nueva etapa que no hará que cambie.