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La Infanta Cristina e Iñaki Urdangarin formaron una familia muy feliz con su hijos, cuatro para ser exactos. Su historia de amor comenzó en los Juegos Olímpicos de Atlanta 96, a los que ella acudió como miembro de la Familia Real a animar a los deportistas españoles, y él como miembro de la selección nacional de balonmano, que por cierto ganó una medalla de bronce. Aunque intentaron ser discretos, la noticia de que estaban juntos no tardó en salir a la luz, así que Casa Real tuvo que aceptar el compromiso.
El 4 de mayo de 1997, la Infanta Cristina se casaba con un jugador de balonmano perteneciente a una familia vasca adinerada, sellando una historia de amor que parecía de cuento de hadas, pero que el tiempo demostró que ese cuento se ha convertido en una pesadilla por mucho que el amor nunca haya faltado en esta pareja; de hecho, de los cuatro matrimonios de los Borbón y Grecia, siempre ha sido el mejor, sobre todo teniendo en cuenta que unos viven separados, otros se han divorciados, y la tercera pareja, la más importante, ha pasado por momentos muy tensos.
La sombra del Rey Juan Carlos siempre ha sido alargada para esta pareja, que para bien o para mal necesitaba el beneplácito de quien era el Jefe de la Familia Real, de la dinastía, y a quien tenían que agradar. En los años que pasaron entre el nacimiento de la relación y la entrada de Iñaki Urdangarin en prisión, han sido varios los asuntos en los que el que fuera Rey de España ha tenido mucho que ver, y en algunos de ellos, el matrimonio tiene mucho que agradecerle. Con respecto a otros... no tanto.
Aceptó un matrimonio que no le hacía gracia
En abril de 1997 comenzaron los rumores que unían a la hija mediana del entonces Jefe del Estado con un jugador del Barça de balonmano. El 30 de abril, Casa Real envió un comunicado para anunciar el compromiso entre Cristina de Borbón y Grecia e Iñaki Urdangarin Liebaert. La pedida de mano tuvo lugar el 3 de mayo en La Zarzuela y el 14 de ese mismo mes se confirmó que la boda sería el 4 de octubre. ¿Le hacía gracia a Don Juan Carlos tener como yerno a Urdangarin? Lo cierto es que no. No pensaba que un jugador de balonmano fuera el hombre idóneo para su hija, sin embargo no le quedó más remedio que aceptar.
El 4 de octubre de 1997, Barcelona era una fiesta gracias a la boda de la Infanta Cristina, que llegó radiante del brazo de su padre, e Iñaki Urdangarin. Con el paso del tiempo, suegro y yerno crearon una relación cercana, e incluso Don Juan Carlos sentía predilección por el marido de su hija, sobre todo como contraposición a Jaime de Marichalar, con el que nunca se entendió, y a la Reina Letizia, con la que tampoco se ha llevado nunca bien. Aunque mantenían las distancias, y de hecho Urdangarin le llamaba 'señor', acabaron llevándose muy bien hasta el Caso Nóos les separó, al menos públicamente.
Les dio el Ducado de Palma y dinero de Casa Real
El 26 de septiembre de 1997, el Monarca otorgó a su hija el Ducado de Palma, que tras la boda, se hacia extensible a Iñaki Urdangarin. Con esta decisión, ennoblecía a su yerno y les daba mayor estatus, algo que por cierto no supieron llevar bien. Mantuvo en la agenda oficial a la Infanta Cristina, lo que repercutió en la mejora de la economía familiar, ya que al menos en 2004, facturó 72.000 euros a Casa Real en gastos de representación de la Corona. En el caso de Iñaki Urdangarin, acudía como consorte.
El ser Duques de Palma no les daba dinero en sí, pero sí posición. Lo que sí sumaba ceros a cuenta corriente era la pertenencia de Cristina de Borbón a la lista civil, que ayudaba a que vivieran mejor al unirse a lo que percibían por sus respectivas carreras. Don Juan Carlos podría haberles sacado de los actos oficiales al tener sus trabajos en el sector privado, pero nunca lo hizo, ya que por aquel entonces no parecía ser un problema. "Trabajos sí, negocios no", era lo que se repetía como un mantra, y a lo que no hicieron caso. Por cierto, el Ducado de Palma nació el 26 de septiembre de 1997 y dejó de existir casi 18 años más tarde, cuando Felipe VI retiró tal dignidad a su hermana al no ostentarlo con ejemplaridad.
Les ayudó a encontrar trabajo a los dos
La Infanta Cristina puede ser una mujer muy preparada y capaz, pero no hay duda de que la influencia regia provocó que consiguiera un fabuloso puesto en LaCaixa. Independiente como era, quería salir de La Zarzuela y vivir lejos de Madrid, poniendo el ojo en Barcelona, ciudad en la que se enamoró coincidiendo con el esplendor previo a los Juegos Olímpicos. En abril de 1992 se instaló en la ciudad condal para participar en la organización del Campeonato Mundial de Vela Adaptada, pero ella quería más.
El 8 de octubre de 1993 empezó a trabajar en el departamento de programas culturales de la Fundación LaCaixa. Cinco años más tarde pasó a ser coordinadora de programas de cooperación internacional. El 17 de marzo de 2005 fue nombrada directora del Área Social de la Fundación LaCaixa, y en 2013, responsable del Área Internacional de la Obra Social del citado banco. ¿Cómo consiguió todo esto? Los ascensos, se entiende que por su mérito, ya que si no hubiera sido válida, se le había mantenido, pero no hubiera habido promoción posible. Sin embargo, Cristina de Borbón entró en la entidad bancaria por mediación de Luis Monreal, que desembarcó en 1990 como director de la Fundación LaCaixa.
El Rey Juan Carlos invitó a Monreal a La Zarzuela, un encuentro informal entre dos viejos amigos. Como recuerda Pilar Eyre, le comentó la ilusión de Cristina de Borbón por vivir en Barcelona, Monreal aceptó que entrara en LaCaixa, y hasta hoy. Además, Monreal, con quien la hermana de Felipe VI ha tenido siempre una relación muy cordial, se acordó de ella muchos años después de dejar LaCaixa. En 2001, dejó la Fundación para fichar como director general del Aga Khan Trust for Culture, y en 2013, cuando la situación los Urdangarin de Borbón en Barcelona era insostenible, fichó a la Infanta Cristina para trabajar en Ginebra.
Siempre se ha dicho que esta incorporación se debió a la amistad entre el Rey Juan Carlos y el Aga Khan, pero lo cierto es que quien medió fue Luis Monreal, aquel hombre a quien Don Juan Carlos convenció en su momento de que contratar a la Infanta Cristina era una buena decisión.
Por otro lado está Iñaki Urdangarin. Dejando a un lado que el expresidente del Instituto Nóos utilizara su posición como miembro de la Familia Real para medrar en los negocios, el Rey Juan Carlos hizo valer su posición, o mejor dicho, sus buenas amistades, para conseguir que su por aquel entonces todavía yernísimo dejara Nóos y posterioremente saliera de España de la mejor forma posible. El que fuera Jefe del Estado llamó al que fuera presidente de Telefónica, César Alierta, para que colocara a Urdangarin en la compañía y dejara para siempre sus negocios en Nóos, aquellos que le han llevado a la cárcel. Alierta dijo sí y Urdangarin fue nombrado consejero de Teléfonica Internacional en Barcelona.
En 2009, cuando Casa Real le quiso fuera de España, fue trasladado a Washington al ser designado consejero y presidente de la Comisión de Asuntos Públicos de Telefónica Latinoamérica y Estados Unidos. Los seis miembros de la familia se instalaron en una casa de lujo en Bethesda, con colegio para los niños a cuenta de Telefónica y con la Infanta Cristina pudiendo desempeñar su trabajo en Estados Unidos. Fue un exilio dorado hasta que estalló el Caso Nóos y todo se vino abajo. En ese todo está también la carrera profesional de Urdangarin, que no ha tenido trabajo desde que dejó su empleo en 2012.
1,2 millones de euros para la casa de Pedralbes
Cuando la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarin quisieron vivir en una casa de acuerdo con su nuevo y alto estilo de vida, se fijaron en una vivienda de la calle d'Elisenda de Pinós en el exclusivo barrio de Pedralbes de Barcelona. El mal llamado palacete de Pedralbes fue el símbolo de la ambición, y esa ambición fue tolerada y auspiciada por Don Juan Carlos, que no dudó en ayudar a la pareja con 1,2 millones de euros a modo de préstamo entre familiares.
Lo más natural en esta vida es que los padres ayuden a sus hijos si quieren y pueden, solo que las donaciones llevan una carga tributaria. Si se procede a realizar un préstamo, hay que realizar un contrato en el que se especifica la cantidad que se presta, que no tiene intereses, cómo y dónde se devuelve. El Rey Emérito les prestó dinero, solo que en la investigación se encontró un documento donde ponía donación. En un auto de 2014, el juez Castro lo consideró donación, pero no hubo actuación alguna porque había prescrito.
Paga los estudios de sus nietos Urdangarin de Borbón
A Juan, Pablo, Miguel e Irene Urdangarin les mantienen sus padres, pero el abuelo materno, consciente de que la educación esmerada que quiere para sus nietos tiene un alto coste, es quien se hace cargo de los recibos de los niños. Al instalarse en Ginebra en 2013, los niños comenzarn en el Ecolint, colegio de élite situado en la ciudad suiza que cuesta unos 30.000 euros por curso y alumno.
Durante todo este tiempo, Don Juan Carlos ha costeado el colegio de sus nietos Urdangarin, sabiendo además que la economía de los Urdangarin de Borbón no está tan saneada por mucho que la Infanta Cristina lleve dos buenos sueldos a casa. Lo que se desconoce es si su abuelo costea también los libros de texto, actividades extraescolares y otros gastos que se pagan aparte.
Creó sentimiento de inferioridad en Urdangarin
Al Rey Juan Carlos nunca le hizo especial ilusión que su hija se casara con un deportista. Por mucho que él ame los deportes, una cosa es practicarlos y otra dedicarse a ello a tiempo completo. Eso pudo ser el germen de un complejo de inferioridad de Iñaki Urdangarin, que nunca quiso ser un mero consorte, un hombre florero que luciera en consejos de administración y nada más.
Iñaki Urdangarin quiso desarrollar una carrera profesional al margen de la Familia Real, aunque terminó valiéndose de su posición y contactos para hacer negocios, como bien ha dictaminado la Justicia. Más allá de la propia ambición del matrimonio, existen comentarios que pueden hacer mucho daño, como aquel que según el libro 'Urdangarin: un conseguidor en la corte del rey Juan Carlos' pronunció el ahora Rey Emérito y que hizo daño a su yerno: "¿Como metes a mi hija en un piso ella que ha vivido toda la vida en un palacio?". Hacía referencia al piso de unos 300m2 que habitó años atrás la familia Urdangarin de Borbón y que sin duda fue uno de los motivos que llevaron al exjugador de balonmano a ponerse a la tarea de encontrar una casa de acuerdo a su estatus, o al menos al de su mujer, como si vivir en un piso o fuera bastante o tuviera que ser el hombre el que procurara el bienestar de la familia, algo que es tarea del hombre y de la mujer.
Les abandonó a su suerte... más o menos
Cuando estalló el Caso Nóos, Casa Real intentó que Iñaki Urdangarin asumiera sus errores y pagara las consecuencias. De esta forma, los daños se habrían minimizado... o no, eso nunca se sabrá. Lo que sí se sabe es que el Caso Urdangarin es el mayor escándalo en la historia de la Corona, ha provocado un daño irreperable y le costó el trono a Juan Carlos I (además de otros asuntos). En cuanto las informaciones relativas a la investigación fueron lo suficientemente perjudiciales para la Monarquía, Casa Real apartó a Urdangarin de los actos oficiales, y dejando a la Infanta Cristina en un limbo que se tradujo en la misma decisión, aunque ella ha podido ir a los funerales familiares.
La Infanta Cristina e Iñaki Urdangarin se han sentido inocentes en todo momento, y por eso piensan que han sido injustamente tratados y que Don Juan Carlos, como Rey, debería haberles apoyado en vez de establecer un cordón sanitario en torno a ellos. En el caso de Urdangarin, Casa Real fue implacable: debía ir a la cárcel. Con la Infanta Cristina fue distinto, y de hecho fue Don Juan Carlos quien pagó su defensa. Todo salió bien para ella, aunque no tan bien para él, que el 18 de junio de 2018 ingresó en la cárcel de Brieva (Ávila) para cumplir los 5 años y 10 meses que le han caído de condena. Cuando los cumpla, habrá saldado su deuda con la sociedad y habrá entendido que la Justicia es igual para todos... más o menos.