El próximo martes 9 de febrero se reinicia el juicio por el Caso Nóos. Después de haber sido rechazada la aplicación de la doctrina Botín, la Infanta Cristina tendrá que seguir sentada en el banquillo de los acusados, un trago muy amargo para el que busca algo de apoyo familiar.
Conservando los privilegios de una Infanta de España, a los pies de la escalerilla le esperaba un coche en el que montó para dirigirse, todo parece apuntar, a La Zarzuela, donde la Reina Sofía y la Infanta Elena le están esperando.
El camino de la Infanta Cristina hasta el banquillo
En mayo de 2013 pudo respirar tranquila por un tiempo, debido a que su imputación fue retirada tras la resolución de la Audiencia de Palma en mayo de 2013. El juez Castro no se amilanó y tras seguir investigando se mantuvo en sus trece y el 7 de enero de 2014 le adjudicó blanqueo de capitales y dos delitos fiscales.
Fue por ello que la Infanta Cristina tuvo que declarar ante la Justicia el 8 de febrero de ese mismo año en el mismo juzgado palmesano en el que lo había hecho su marido dos años antes.
El 25 de junio de 2014, el magistrado anunció que mantenía la imputación al no haber sido convencido por la comparecencia de la acusada. Cuatro meses después, el 7 de noviembre, la Audiencia de Palma suspendió la imputación por blanqueo, pero le mantuvo los dos delitos fiscales, que son los que le llevaron a sentarse en el banquillo de los acusados. Pese a los intentos por salvarla, tendrá que ser procesada y volverá a la Escuela Balear de Administración Pública de Palma de Mallorca para soportar todo el juicio después de haber recibido el cariño de su madre y su hermana, los únicos miembros de la Familia Real con los que puede seguir contando.