La Audiencia de Palma le citó el 13 de junio entre las 09:00 y las 14:00 horas para recoger en persona el mandamiento de prisión. Pasaban las 12:15 horas cuando Iñaki Urdangarin apareció por allí, y tras quince minutos en el edificio, salió con gesto serio y preocupado y con un papel con la orden que le priva de libertad.
Cuando festejó los 50 se vio envuelta en una guerra con Casa Real por la retirada del Ducado de Palma y el cruce de acusaciones sobre quién tomo la decisión, pero eso no es nada en comparación con lo que ocurre ahora. Su marido, el amor de su vida, el padre de sus hijos, irá a la cárcel.
Iñaki Urdangarin tiene hasta el lunes 18 de junio para personarse en la prisión que haya decidido, y que podría ser la de Zaballa (Álava). Sería buena opción porque está cerca de Vitoria, ciudad en la que residen su madre y otros familiares, que siempre han apoyado al exjugador de balonmano. Las instalaciones son modernas y los presos, entre los que se encuentran presos arrepentidos de ETA, no son altamente conflictivos. De todos modos, será Instituciones Penitenciarias la que decidirá en última instancia si ve adecuado que el preso entre en la cárcel que escoja.
Se quedan en Ginebra
Lo que parece estar claro es que la entrada en prisión de Iñaki Urdangarin no va a cambiar los planes de la familia. La Infanta Cristina quiere quedarse en Ginebra, donde puede llevar una existencia tranquila junto a sus hijos. Le importa conservar su trabajo en LaCaixa, al que puede dedicarse desde Suiza, y sobre todo su labor en la Aga Khan Trust for Culture.
Pero nada es tan importante como el bienestar de Juan, Pablo, Miguel e Irene. En Washington, la Infanta Cristina no se sentía cómoda y le dolía el desarraigo. Su vuelta a Barcelona fue un desastre, sobre todo para los hijos mayores, que sufrieron en sus carnes el rechazo social a sus padres. La oferta de la Aga Khan Trust for Culture fue la solución ideal, un exilio dorado en la tranquila y neutral Suiza, donde la gente apenas conoce a los Urdangarin de Borbon.
Se ha hablado de un posible traslado a Portugal que habría vetado el Rey, pero no, lo mejor para todos es seguir en Ginebra. La gran incógnita es si Cristina de Borbón y sus vástagos visitarán a Urdangarin en prisión. Es posible que los hijos no vayan, y por mucho que aconsejen a la Infanta Cristina que se abstenga también, le costaría más pasar tanto tiempo sin ver a su marido.