Iñaki Urdangarin da ciertas cosas por perdidas. Sabe que jamás volverá a ser querido y aceptado en la Familia Real y que la sociedad española tampoco va a guardar buenos sentimientos hacia él. Ahora también ha entendido que no volverá a tener un trabajo pese a que lleva años buscando desde que dejó su puesto en Telefónica en verano de 2012.
El marido de la Infanta Cristina tuvo una carrera envidiable como jugador de balonmano, y después de colgar la camiseta pasó a la empresa privada, con las consecuencias que todo el mundo sabe. En 2012, y pese a que Telefónica pensaba renovar su contrato, decidió pedir una excedencia temporal que olía a despedida definitiva, ya que su situación era insostenible.
Volcado en el deporte
Desde entonces se concentró en su defensa, aunque albergaba la esperanza de que pudiera encontrar algún otro empleo. Casi 5 años más tarde, no ha aparecido nada, y como señala Vanitatis, se ha dado cuenta de que jamás va a conseguirlo.Su frustrado intento de trabajar en la selección de balonmano de Catar con su amigo Valero Rivera fue la única oferta que le llegó, y que la presión de Casa Real y el rechazo de la sociedad española le llevaron a rechazar. Ya no hay esperanza para quien un día lo tuvo todo y ahora espera un dictamen favorable del Tribunal Supremo para no entrar en la cárcel tras ser condenado a 6 años y 3 meses de cárcel por el Caso Nóos.
Ahora, además de dedicarse a sus hijos, está volcado en el deporte, por lo que espera participar en la Maratón de Ginebra en mayo de 2018. Quería haberlo hecho antes, pero el juicio lo impidió. Ahora, si no ocurre nada que le prive de libertad, en menos de un año cumplirá ese sueño en la ciudad en la que ha recuperado la tranquilidad.