Parecía que Iñaki Urdangarin había conseguido la tan ansiada estabilidad al serle otorgado el tercer grado, lo que le permitió arrancar una nueva vida en Madrid teniendo que acudir tan solo a dormir al citado CIS de Alcalá de Henares y teniendo los fines de semana de libertad. Esto suponía un gran avance para el exjugador de balonmano ya que, además, tenía contrato en el Hogar Don Orione, donde había sido voluntario meses antes desde septiembre de 2019.
Sin embargo, Urdangarin pidió el traslado a la cárcel de Zaballa para estar más cerca de su madre, Claire Liebaert, así como de alguno de sus hermanos, por lo que ahora comienza una nueva vida en su tierra natal, Vitoria, donde también ha encontrado trabajo en Imaz&Asociados como consultor, según ha publicado El Correo. Para ello, ha tenido que decir adiós al Hogar Don Orione, un centro que le ha dado grandes alegrías y que le permitió tener un trabajo en el que ayudar a las personas.
Entre aplausos y abrazos
Urdangarin salía de Don Orione con una amplia sonrisa, que se intuía claramente tras la mascarilla, y se paraba en la puerta para decir adiós y abrazar a un compañero del centro. Además, se escuchaban aplausos de las personas que se encontraban dentro, por lo que todo apunta a que ha entablado una bonita relación con todos los que han trabajado con él. A su salida, respondía a los medios que se encontraban a las puertas: "¿Qué tal? Buenas tardes. Estoy muy feliz", comentaba antes de meterse en el coche. Ahora comienza una nueva etapa cerca de sus seres queridos.