El exjugador de balonmano ha encontrado consuelo en la religión, y más concretamente en Jesús Galán.
Iñaki Urdangarin ingresó en la cárcel de Brieva el 18 de junio de 2018 para cumplir los 5 años y 10 meses de cárcel que le impuso el Supremo por el Caso Nóos. El exjugador de balonmano ocupó con el beneplácito de Instituciones Penitenciarias el módulo de hombres de este centro penitenciario de mujeres, por lo que lleva en soledad desde el primer día de condena.
La sorpresa llegó cuando se conoció que iba a realizar un voluntariado dos días por semana con personas con diversidad funcional en el centro religioso Hogar Don Orione de Pozuelo de Alarcón. La decisión era avalada por el juez de Vigilancia Penitenciaria de Castilla y León, Florencio de Marcos Madruga, que en un auto señalaba que se pretende minimizar los riesgos del aislamiento total al que estaba sometido Urdangarin. El juez apuntaba en su auto que la decisión de estar solo no había partido del preso, sino de Instituciones Penitenciarias, medida con la que se habría querido garantizar su seguridad.Su amigo Chuchi
Sea como fuere, lo que sí es cierto es que Urdangarin ha estado solo, aliviando su necesidad de contacto con las visitas de sus familiares. Pero hay otra persona que ha estado y está con él y que se ha convertido en un amigo, o al menos en lo más parecido a un amigo que tiene el marido de la Infanta Cristina en la cárcel.
Se trata de Jesús Galán, conocido como Chuchi. Urdangarin siempre ha sido religioso, pero su fe católica le ha ayudado más en los tiempos difíciles. Por eso pidió hablar con el capellán de Brieva, con el que según El Mundo no encajó demasiado bien al principio. El preso quería un guía espiritual, mientas que el cura le daba una conversación progresista y más cotidiana. Chuchi era campechano y Urdangarin quería profundizar en la fe, pero al final se han entendido y el capellán se ha convertido en un pilar fundamental para él.