Galería: La Familia Real Sueca en imágenes
A las afueras de Estocolmo se sitúa un modesto edificio decimonónico que recibe el nombre de Palacio de Haga. Pese a la sencillez de su fachada, en sus cuatro paredes nació y vivió su niñez el actual Rey Carlos Gustavo de Suecia y en él vive su hija y heredera, la Princesa Victoria, junto a su marido, el Príncipe Daniel, y sus dos hijos. Precisamente gracias a ella la residencia ha retomado la vitalidad que un día tuvo gracias a las conocidas como 'Princesas de Haga', sus inquilinas más famosas. Cuatro mujeres que pese a su sangre real han tenido que sufrir los avatares y las injusticias propias de su entorno social.
La injusticia de ser mujeres en la realeza
Durante la década de los años 30 el Príncipe Heredero Gustavo Adolfo y su esposa, la Princesa Sibila, tuvieron la 'mala suerte' de que únicamente engendraban descendencia femenina. ¿Por qué mala suerte? Pues porque hasta el año 1980 la Monarquía sueca se regía por la Ley Sálica y esto implicaba que las mujeres estaban discriminadas en la línea de sucesión al trono.
Todo cambió el 30 de abril de 1946. Ese día nacía Carlos Gustavo Folke Huberto Bernadotte y este bebé se convertía automáticamente en heredero, desplazando así a sus cuatro hermanas mayores. Más allá de la alegría que genera la llegada de un hermano pequeño, lo cierto es que las Princesas de Haga fueron conscientes desde ese preciso instante de que ya nunca nada volvería a ser igual para ellas. Margarita, Brígida, Desirée y Cristina tuvieron que acostumbrarse a estar en un segundo plano.
Por desgracia, ese no fue el único varapalo que las jóvenes princesas tendrían que sufrir a lo largo de su vida como 'royals'. Aparte de la Ley Sálica, la legislación de la Monarquía sueca recogía la obligación de matrimonios entre iguales. Es decir, los miembros de la Familia Real Sueca sólo podían contraer matrimonio con personas de otras Familias Reales.
La única que cumplió la norma fue la Princesa Brígida en 1961 al casarse con el príncipe alemán Juan Jorge de Hohenzollern. Ella fue la primera y la única, puesto que sus hermanas prefirieron casarse por amor, aunque su marido no fuera un royal, y arriesgarse a perder el tratamiento de Alteza Real. De ese modo, en 1964 la Princesa Margarita se casó con el empresario John Ambler y ese mismo año su hermana Desirée hacía lo mismo con el Barón Niclas Silfverschiöld. La última en pasar por el altar fue la Princesa Cristina en 1974, con el empresario Tord Magnuson.
Los tiempos cambian y Monarquía también
Como mencionaba anteriormente, en 1980 el Gobierno sueco decidió suprimir la Ley Sálica y gracias a esto la Princesa Victoria se convirtió en heredera al trono (habiendo desplazado para ello a su hermano). De haber ocurrido antes, cualquiera de las Princesas de Haga podría haber aspirado a convertirse en Reina. Aunque muy especialmente la Princesa Margarita por ser la primogénita.
Asociada a este cambio vino también la decisión de que las mujeres de la Familia Real eran igualmente portadoras de derechos dinásticos como los hombres. Esto se traduce en que todas las descendientes femeninas del actual rey gozan del tratamiento de Alteza Real e incluso muchas de ellas tienen también título nobiliario. De este modo, mientras que las Princesas de Haga carecen de título, Sofía Hellqvist es "Su Alteza Real la Princesa Sofía de Suecia, Duquesa de Värmland". Sin duda algo cuanto menos llamativo teniendo en cuenta que la esposa del Príncipe Carlos Felipe procede del pueblo llano y sus tías políticas tienen sangre real por los cuatro costados. Además, todos los nietos del Rey, desciendan de varón o de mujer, tienen títulos y tratamientos reales.
Todas estas circunstancias han derivado en una situación de "malestar" en las hermanas del Rey, que según la prensa del país se sienten marginadas por parte de la Corona. Al fin y al cabo, todo lo que se les prohibió hacer a ellas lo tienen permitido ahora sus sobrinos: heredar derechos dinásticos, contraer matrimonios morganáticos y seguir ostentando su rango real...
Los medios suecos afirman que las princesas están especialmente molestas con su sobrina Magdalena, ya que sus hijos sí tienen títulos reales y ducados sin vivir en Suecia siquiera. Este podría haber sido el motivo por el que ni Brígida, ni Desirée, ni Cristina acudieron al bautizo del Príncipe Nicolás. Únicamente asistió la Princesa Margarita, mientras que el resto se excusaron diciendo que tenían "otras obligaciones".
Brígida, la princesa de la polémica
Más allá de anécdotas como esta, lo cierto es que las Princesas de Haga se han caracterizado siempre por su discreción y su escasa presencia en actos oficiales más allá de lo estrictamente familiar. La excepción sería la Princesa Brígida, quien sin duda es la más conocida de todas ellas gracias a su tanorexia, su carácter extrovertido y una verborrea que en más de una ocasión ha metido en apuros a su hermano.
Precisamente hacia él van dirigidas las mayoría de sus incendiarias declaraciones. En 2015 sorprendió a los espectadores suecos al pronunciar las siguientes palabras en un programa de televisión del país: " Mi hermano siempre ha estado celoso de mí y no lo entiendo porque yo le quiero muchísimo. He intentado hacer lo mejor para nuestro país pero él sigue echándome cosas en cara". Más tarde negaría haber dicho esto, pero no es lo único que Brígida ha dicho sobre su hermano.
En otra ocasión se refirió en estos términos a su peculiar relación: " Para mantener el contacto con mi hermano lo llamo por teléfono. Llamarlo es fácil, lo difícil es que conteste. A veces me paso media hora esperando al teléfono y termino colgando. Mi hermano nunca tiene tiempo, así que aprovechamos las bodas para ponernos al día".
La Princesa de Hohenzollern se ve obligada a contactar de este modo con su familia debido a la distancia que la separa de ella: desde que se separó de su marido en 1990 Birgitta vive en Palma de Mallorca. En el paraíso balear es donde la Princesa disfruta de sus amistades (entre las que se encuentra una de las cantantes de ABBA) y puede dar rienda suelta a su afición por el sol y sobre todo por el golf. De hecho, en su honor se creó hace años el 'Torneo de Golf Princesa Brígida'.
La mala salud de la Princesa Cristina
Mucho más discreta que Brígida es su hermana menor. Aún así, Cristina Bernadotte destacó por ser la primera de su familia en cursar educación superior : primero en el Radcliffe College de Estados Unidos y luego en la Universidad de Estocolmo, donde estudió Historia. De hecho, trabajó durante un tiempo en las oficinas del Ministerio de Asuntos Exteriores antes de casarse.
El día de su boda con el empresario Tord Magnusson protagonizó una divertida anécdota que Jaime Peñafiel recoge en su libro 'Mis divorcios reales'. El periodista cuenta que la Princesa sueca tuvo la mala suerte de que su ceremonia nupcial coincidiese el mismo día y a la misma hora que el partido Suecia-Bulgaria del Mundial de Fútbol 1974. Como era de esperar, la audiencia se decantó más por el evento deportivo que por la retransmisión del acontecimiento. Aún así, Peñafiel desvela que en un momento dado de la ceremonia el arzobispo hizo una pausa para informar de los resultados del partido a los allí presentes.
Más allá de cuestiones mundanas como estas, lo cierto es que la Princesa Cristina no está viviendo uno de sus mejores momentos en el plano personal. En 2010 sufrió un cáncer de mama para el cual tuvo que recibir tratamiento de quimioterapia, radioterapia y ser intervenida quirúrgicamente hasta en tres ocasiones. Afortunadamente consiguió superarlo y desde entonces ha ejercido una encomiable labor de concienciación y sensibilización sobre la enfermedad.
Cuando ya parecía que todo estaba solucionado, en octubre de 2016 se supo que la princesa sufría de leucemia crónica y que la cosa no pintaba demasiado bien debido al rechazo que sus células madre generaban hacia el tratamiento. En la actualidad continúa luchando contra la enfermedad, pero su estado es bastante positivo.
A todo esto podría añadírsele las recientes pérdidas de sus cuñados, esposos de sus hermanas Brígida y Desirée; fallecidos en 2016 y 2017. De nuevo aparece el contraste entre la felicidad de sus sobrinos y las desgracias que azotan a las Princesas de Haga. Como se ve, no todo lo que brilla es oro en la Corte de los Bernadotte.