Hay personas que cuando cambian de década no se lo toman demasiado bien, sobre todo cuando se llega a los 40. Hay otras que se encuentran en una plenitud tan grande que no solo no les importa, sino que están encantadas con el paso del tiempo y seguramente se sienten afortunadas por lo que tienen en esta etapa de su vida y que no tenían cuando eran más jóvenes.
Este parece ser el caso de Guillermo de Luxemburgo, que celebró su 40 cumpleaños el 11 de noviembre de 2021. El Gran Duque Heredero vino al mundo el mismo año de la boda de sus padres, Enrique y María Teresa de Luxemburgo, que se dieron el 'sí, quiero' el 14 de febrero de 1981. Fue el primero de los cinco hijos de los Grandes Duques de Luxemburgo, cinco príncipes y princesas muy unidos que han sido un pilar para Guillermo de Luxemburgo.
Es el Gran Duque Heredero un hombre muy familiar, y por eso quiso que en el posado que fue tomado por su 40 cumpleaños estuviera con la familia que ha logrado formar. En las tres imágenes tomadas por Sophie Margue, fotógrafa habitual de la Casa Gran Ducal, se puede primero en solitario al Príncipe Guillermo de Luxemburgo, que posa en las siguientes con su mujer y su hijo.
Así, en los dos retratos familiares se puede ver a los Grandes Duques Herederos junto a su primogénito, el Príncipe Charles. En una de las fotos es sostenido por el Gran Duque Heredero, mientras que en la otra es Stéphanie de Luxemburgo la que se encarga de coger en brazos a su pequeño, y por supuesto en ambas los tres posan muy sonrientes.
Un hijo muy deseado
Para Guillermo de Luxemburgo, su hijo Charles es un sueño cumplido. En octubre de 2012 contrajo matrimonio con Stéphanie de Lannoy, su gran amor. La pareja tuvo desde casi el primer momento una cierta presión para tener descendencia debido a que se trata de los herederos. Quizás por eso, la Princesa Stéphanie se apresuró a decir que quería disfrutar de sus primeros años de matrimonio solo con el Príncipe Guillermo y que los hijos ya llegarían. Y al final llegó. El 10 de mayo de 2020 vino al mundo Charles, que supone la continuidad dinástica y que llenó de felicidad a esta pareja a la que le costó cumplir ya no su obligación con la Monarquía luxemburguesa, sino su sueño de formar la familia que tanto anhelaban.