Pese a la distancia que existe entre ellos, el Monarca quiere a su hijo Harry igual que quiere a su hijo Guillermo, sin importar todo lo que ha pasado entre ellos. La publicación de sus memorias podría haber sido determinante, de hecho no parece casual que la decisión del desalojo se tomara un día después de que salieran a la luz, pero no sería el único motivo.
Esta residencia de la Corona puede ser un sueño para cualquier ciudadano normal y corriente, pero teniendo en cuenta que quienes se alojan allí son el Príncipe y la Princesa de Gales y sus hijos, resulta incluso extraño que la familia heredera se haya quedado con una de las propiedades más pequeñas de la Corona teniendo en cuenta que son cinco, que la casa tiene 4 habitaciones y que hay residencias en la zona infrautilizadas.
Así, el Príncipe Guillermo y Kate Middleton tienen una habitación para ellos y una para cada uno de sus hijos. No hay espacio para más. Mientras tanto, Frogmore Cottage apenas se usa, mientras que el Príncipe Andrés ocupa el Royal Lodge con Sarah Ferguson, que cuenta con 30 estancias y siete dormitorios. Así que la idea sería que los Sussex, que apenas usan Frogmore, se vayan, que el Príncipe Andrés se marche a esta residencia y que desocupe el Royal Lodge para que se instalen los Príncipes de Gales y sus tres hijos.
El plan podría ser perfecto si no fuera porque, para empezar, echa más leña al fuego con el Príncipe Harry y Meghan Markle. Al dejar de tener una casa arrendada en Reino Unido, pierden la posibilidad de viajar de forma más habitual. Por tanto, el Rey Carlos difícilmente podrá ver a sus nietos Archie y Lili, a los que apenas conoce. Podrían quedarse con otros familiares y amigos, cierto es, aunque no podrían beneficiarse de la especial protección que existe en Windsor Great Park, donde no pueden argumentar problemas de seguridad como los que llevaron al Príncipe Harry a comenzar una batalla con el Ministerio del Interior de Reino Unido. De todos modos, se podría poner a su disposición alguna estancia en Kensington Palace, en el Palacio de St James, en Buckingham Palace o incluso ofrecerles el arrendamiento de Adelaide Cottage.
El otro problema es el Príncipe Andrés. El Duque de York firmó un contrato de arrendamiento en 2003 para mantener el Royal Lodge durante 75 años. Paga unas 1000 libras al mes, aunque ha sacado de su bolsillo 7,5 millones para financiar reformas necesarias para el buen funcionamiento de la residencia real más importante de Windsor Great Park tras el propio Castillo de Windsor.
Royal Lodge, un símbolo de estatus
Sin embargo, se ha hecho saber al Duque de York que debía marcharse del Royal Lodge, algo a lo que se resiste. Se le dio de plazo hasta otoño de 2023, mientras que los Sussex tienen hasta principios de verano de 2023 para sacar sus enseres de Frogmore Cottage. El propio Carlos III, que en primavera de 2023 retira las 249.000 euros de asignación que recibía el Príncipe Andrés del Privy Purse, habría ofrecido a su hermano Frogmore Cottage, más pequeña y fácil de mantener y completamente reformada por los Sussex. El Duque de York se niega también porque es una forma de perder estatus.
De todos modos, quienes más estatus tienen son los Gales, y quizás por eso y porque son 5, deberían quedarse con la residencia más suntuosa de Windsor Great Park, la que en su momento ocupó la Reina Madre. Su historia data de 1982, cuando Jorge IV ordenó la reconstrucción del Cumberland Lodge. En 1820 se volvió a modificar para hacerla más grandiosa, tomando el nombre de Royal Lodge. En 1931, Jorge V se la concedió a los entonces Duques de York, que la utilizaron como casa de campo para disfrutar con sus hijas, Isabel y Margarita. Allí se instaló la Bwthyn Bach, una casita de campo en miniatura que Gales regaló en 1932 a la que sería la Reina Isabel II por su sexto cumpleaños. Bwthyn Bach ha seguido allí y está en buen estado de conversación.