La segunda oportunidad, el segundo reencuentro, fue mucho más importante en el sentido de que los dos eran los únicos protagonistas. El Duque de Cambridge y el Duque de Sussex se reunieron para la inauguración de la estatua de Lady Di que realizó Ian Rank-Broadley y que se asienta en The Sunken Garden, el jardín favorito de la Princesa Diana en Kensington Palace, donde residió hasta su muerte. Allí todo el mundo volvía a mirar a pesar de que la cobertura de prensa estuvo en parte restringida. Se ha dicho que fue cosa del Príncipe Guillermo para agradar al Príncipe Harry, que ha mantenido y mantiene una guerra con la prensa británica, o con parte de ella al menos, y que no es amigo del Royal Rota que beneficia a ciertas cabeceras tradicionales.
Hay motivos para la esperanza. Se les vio caminar juntos, charlaron en algunos momentos. El Príncipe Harry estaba más risueño y parecía ser más consciente de la necesidad de una buena puesta en escena, de mostrar cordialidad con su hermano, aunque en realidad estaba más rígido y tenso de lo que quiso dejar entrever. El Príncipe Guillermo estuvo más serio, pero fue amable con el Príncipe Harry, pero ya para empezar no fue él el encargado de recibirle cuando llegó a Kensington Palace. De acuerdo con la prensa británica, llegó el Duque de Sussex apareció menos de media hora antes del acto y no fue al Príncipe Guillermo al que vio en primer lugar, sino a James Holt, que trabajó en su momento en la oficina de prensa de Kensington Palace y que siguió a los Sussex, que le contrataron para Archewell.
Lo estuvieron para la estatua, de la que se dice que el escultor tomó como modelo una postal navideña de Lady Di con sus hijos en 1993, y también para aportar ideas a Pip Morrison, encargado de rediseñar The Sunken Garden. La estatua, que se alza sobre este espacio de Kensington Palace, mira a un lago y un hermoso jardín con más de 4000 flores, entre las que están 100 nomeolvides, la favorita de la Princesa Diana, así como tulipanes, lavandas, rosas y dalias, entre otras flores.
Posteriormente hubo una pequeña recepción para los pocos invitados. Los Príncipes Guillermo y Harry querían organizar una celebración para unas 100 personas vinculadas con Lady Di. Sin embargo, debido a las restricciones por la pandemia optaron por seguir adelante con la ceremonia, pero invitando a unas pocas personas. Entre ellas estuvieron por supuesto el autor de la escultura, Ian Rank-Broadley, el diseñador de jardines Pip Morrison, que se ha encargado de resideñar The Sunken Garden con las aportaciones de los dos hermanos, así como los tres hermanos de Lady Di, el Conde Spencer, Lady Sarah McCorquodale y Lady Jane Fellowes, que saludaron con mucho cariño a sus sobrinos. Se sirvió champán en la zona exterior del Kensington Palace Pavilion, del que disfrutaron los invitados. De acuerdo con Daily Mail, el Duque de Sussex se quedó hasta las 15:45 horas. Al día siguiente se marchó de Frogmore Cottage para poner rumbo al aeropuerto y regresar a Estados Unidos, donde le esperan Meghan Markle y sus hijos Archie y Lili. El Príncipe Harry ha podido llegar a tiempo para celebrar el primer mes de vida de Lilibet Diana, nacida el 4 de junio de 2021.
Si bien los Spencer, y todo el mundo, tienen esperanza en la reconciliación, este milagro logrado de Lady Di no supone un acercamiento. Tenían que hacerlo y lo han hecho con cierta cordialidad y mucha profesionalidad. En ese sentido se expresa Omid Scobie, coautor del libro 'Meghan&Harry. En libertad' ('Finding Freedom'), que concedió una entrevista a Bekia. El periodista ha negado que haya habido una reconciliación, afirmando que se trata de dos hermanos que están siendo correctos en un momento que es más importante que ellos y sus problemas, en el que están honrando el legado de su madre. Eso sí, como dijo en la citada entrevista Carolyn Durand, los dos hermanos iban a estar hombro con hombro, y así ha sido, aunque solo haya sido durante poco tiempo y no suponga una reconciliación. Hubo pocas palabras entre ellos y el futuro es incierto.