Carolina: una búsqueda del amor desafortunada y trágica
A finales de 1975 conoce en una de las fiestas que frecuentaba a Philippe Junot, un hombre casi veinte años mayor que ella y con fama de mujeriego. Carolina cae rendida ante sus encantos y pese a la rotunda oposición de sus padres contrajeron matrimonio el 29 de junio de 1978. Lejos de sentar cabeza, ambos continuaron con sus vidas disolutas (amantes incluidos por las dos partes) y finalmente hicieron oficial su ruptura el 10 de agosto de 1980, apenas dos años después de su boda. No obstante, la nulidad eclesiástica se haría esperar.
Casiraghi representaba todo lo contrario a su primer marido: era unos años menor que ella, altamente atractivo y estable tanto a nivel económico como sentimental. Con todo ello, la hija mayor de Rainiero de Mónaco volvió a darle una oportunidad al amor y seis meses después de conocerle se queda embarazada. Esta inesperada noticia provocó que se precipitase la boda, que se celebró el 29 de diciembre de 1983.
Durante los seis años que duró el matrimonio, Carolina encontró la felicidad y la estabilidad que tanto había ansiado a lo largo de su vida y que se materializó en sus tres hijos: Andrea (1984), Carlota (1986) y Pierre (1987). Sin embargo, todo se truncó el trágico 3 de octubre de 1990. Stefano sufre un accidente mortal mientras participaba en una competición náutica y fallece casi al instante. Las imágenes de su viuda en el funeral fueron devastadoras y un fiel reflejo de que ya nada volvería a ser lo mismo.
Para recuperarse del duro golpe que supuso esta muerte, la Princesa Carolina se refugió durante unos años en un pueblo de la Provenza francesa. Superado el duelo y obtenida por fin la nulidad eclesiástica de su matrimonio con Junot en el verano de 1992 que dio legitimidad dinástica a sus hijos, la Princesa inicia una relación con el marido de una de sus mejores amigas, el Príncipe Ernesto de Hannover.
El escándalo fue notorio y debido al nuevo embarazo de Carolina a los 42 años la pareja se vio obligada a oficializar su relación y finalmente se casaron en 1999. Meses después de la boda nació la única hija de este matrimonio y la última para la princesa monegasca: Alexandra de Hannover.
La afición de Ernesto de Hannover por la vida nocturna y el alcohol marcarían la década que duró el matrimonio. Cansada de tener que vivir así y aguantar a un marido en estas condiciones, Carolina decidió separarse del alemán en 2009 pero se negó a firmar el divorcio (se dice que para conservar el título de Princesa de Hannover). Desde entonces no se les ha vuelto a ver juntos y la rebelde Princesa sentó la cabeza en su madurez: cansada ya de los hombres, ha preferido vivir centrada en su familia y sus compromisos oficiales.
Estefanía: la princesa rebelde que amaba el circo
A pesar del extenso currículum que atesora a sus espaldas la mayor de los hermanos Grimaldi, lo cierto es que quien realmente se ha llevado la etiqueta de rebelde del Principado ha sido la benjamina: la Princesa Estefanía. Según el cómputo realizado por el periodista Jaime Peñafiel en su libro 'Reinas y princesas sufridoras', la Princesa ha tenido oficialmente 12 amantes de muy diversa procedencia: guardaespaldas, actores, deportistas, cocineros, jardineros, domadores de elefantes...
La principal diferencia entre ambas radica en que mientras Carolina oficializó la mayoría de sus relaciones, los romances de Estefanía se caracterizaron por su fugacidad y únicamente llegó a pasar por el altar en dos ocasiones: la primera fue en 1995 con Daniel Ducruet y la última en 2003 con Adans López Peres.
Su primer marido era su propio guardaespaldas, con el que mantuvo una relación discreta hasta que se publicaron en los años 90 unas imágenes de ambos durante unas vacaciones. La aparición de estas imágenes y el embarazo de Estefanía provocaron que se vieran obligados a confirmar su romance. Sin embargo la boda, debido a la firme oposición del Príncipe Rainiero, tendría que esperar hasta 1995, cuando ya habían nacido los dos hijos de la pareja: Louis (1992) y Pauline (1994).
Poco más de un año después de haberse dado el 'sí, quiero', la relación se terminó casi como empezó: con la publicación de unas fotos comprometidas. No obstante, en este caso la acompañante de Ducruet no era la Princesa monegasca, sino la bailarina de striptease Fili Houteman.
Lejos de lamerse las heridas o enmendar sus errores, la Princesa Estefanía volvió a enamorarse de otro de sus guardaespaldas unos años más tarde: Raymond Gottlieb. En este caso no hubo boda, pero sí nuevo embarazo en 1998. De hecho, fue el nacimiento de Camille Gottlieb lo que desencadenó la ruptura debido a la falta de madurez del padre y su nula intención de hacerse cargo de la responsabilidad de sus actos. Las consecuencias de este romance provocaron que la hija que tuvieron en común está excluida de la línea de sucesión al trono al no haber sido legitimada por el matrimonio de sus padres.
La ruptura con Gottlieb marcaría un antes y un después para Estefanía, que decidió entonces romper con su vida anterior y enrolarse en el circo de su nuevo amante Franco Knie en 2002. Durante años la Princesa y sus hijos vivieron bajo las carpas y rodeados de elefantes.
En ese ambiente fue donde conoció al que se convertiría en su segundo y último marido: el acróbata Adans López Peres. A pesar de la diferencia de edad entre ambos (él era 10 años más joven que ella), Estefanía decidió volver a ponerse el mundo por montera y se casaron en una ceremonia íntima en Ginebra a la que no acudió nadie de la Familia Principesca. Menos de un año después, en el verano de 2004, la princesa volvió a divorciarse. Desde entonces sigue soltera y el circo continúa siendo uno de sus mayores intereses.
Carlota: la historia se repite
A diferencia de las Princesas Carolina y Estefanía, que han decidido claudicar y afrontar una madurez alejada de los hombres, quien todavía no ha llegado a esa fase y parece dispuesta a emular a sus antecesoras en cuanto a amores se refiere es la joven Carlota Casiraghi (hija de la Princesa Carolina y Stefano Casiraghi).
La amazona no solo es el fiel reflejo de su madre en lo físico, sino también en lo sentimental. En poco más de una década (desde 2001 hasta 2018), la hija mediana de los hermanos Casiraghi ya atesora un historial de 6 parejas y dos hijos.
Sus andaduras comenzaron con tan solo 15 años, cuando tuvo un romance adolescente con el aristócrata austríaco Hubertus Herring Frankensdorf. Compartieron jornadas de esquí y contaban con la total aprobación de la Princesa Carolina, pero aún así la cosa no fue a más. Del mismo modo, aunque con mayor duración, tuvo un nuevo y fugaz romance con un joven de su entorno de amistades llamado Félix Winckler entre 2004 y 2006.
Su primera relación seria y formal habría de esperar un par de años, hasta 2008. Fue entonces cuando inició un noviazgo con Alex Dellal, procedente de una acaudalada familia vinculada al mundo de la empresa y la moda. Formaban una de las parejas más prometedoras de la realeza europea y muchos consideraban que la boda era cuestión de tiempo. Sin embargo, a principios de 2012 la joven comenzó a ser vista con otro hombre y eso supuso el fin de la historia.
El hombre en cuestión era el actor francés Gad Elmaleh, 15 años mayor que ella y con el que no dudó en irse a vivir a París. Elmaleh no era el mejor partido para la joven, ya que estaba divorciado y tenía un hijo. Fue por ello por lo que la Princesa Carolina se convirtió en una de las mayores opositoras a esta relación. Ni ella ni nadie pudieron interponerse en este amor que culminó en 2013 con el nacimiento del pequeño Raphaël.
Parecía que por fin Carlota había encontrado a su media naranja, pero de nuevo afloraron los genes Grimaldi y en 2015 volvieron a ser los paparazzis los encargados de constatar que ya había otro hombre en su corazón. Se trataba del director italiano Lamberto Sanfelice, con el que vivió un apasionado romance que únicamente duró varios meses.
Tras una temporada de inestabilidad y de ir de un lado a otro con su hijo a cuestas, Carlota Casiraghi inició una nueva relación con el productor de cine Dimitri Rassam (hijo de la actriz francesa Carole Bouquet). Parecía que esta vez tampoco sería la definitiva, pero la boda y el bebé parecen indicar todo lo contrario. Habrá que esperar para ver si la larga leyenda de desamores de las Grimaldi continúa o culmina aquí su último capítulo.