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Si hay una amistad curiosa dentro de la realeza es la que unió a la Reina Victoria Eugenia de España con la Princesa Grace de Mónaco. Una era princesa de sangre y llego a ser Reina consorte, mientras que la otra era una actriz acomodada que lo dejó todo para ser Primera Dama de Mónaco. Una había nacido en 1887 en Escocia y la otra en 1929 en Estados Unidos. Sin embargo, ni el origen ni la diferencia de edad fueron un inconveniente para que se hicieran buenas amigas. La que fue Reina de España obvió el veto de otros royals hacia Grace Kelly por ser una actriz plebeya, forjando un vínculo que acabó con la muerte de la nieta de la Reina Victoria en 1969.
En ocasiones, las amistades se heredan. Hay personas que son amigas porque sus padres o abuelos lo eran, más todavía en el caso de un gremio tan solidario y endogámico como la realeza. Sin embargo, ese cariño que se tenían la Reina de España y la Princesa de Mónaco no se ha trasladado especialmente a sus descendientes, si bien es cierto que sí hubo ciertos gestos que denotaban que había un vínculo especial.
La Princesa Grace asistió a la proclamación de Juan Carlos I en 1975, quizás pensando que a su amiga Victoria Eugenia le hubiera encantado haber estado presente en un momento trascendental en la vida de su nieto. Cuando 7 años más tarde moría Grace Kelly, los Condes de Barcelona fueron los encargados de representar a la Casa Real Española. Una década más tarde fallecía Don Juan, que fue despedido por Rainiero y Alberto de Mónaco, y cuando dejó este mundo la Condesa de Barcelona en 2000, los Grimaldi fueron representados por el Príncipe Alberto. Cuando murió el Príncipe Rainiero en 2005, Don Juan Carlos viajó a Monte-Carlo para darle el último adiós. Se dejó ver ahí una amistad de la que había presumido públicamente Rainiero años atrás.
En cuanto a las bodas, Rainiero de Mónaco asistió a la de la Infanta Elena y Jaime de Marichalar en 1995 y a la de la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarin en 1997, en esta última acompañado también por el Príncipe Alberto. Por su parte, cuando se casaron los Reyes Felipe y Letizia en 2004 acudieron Alberto de Mónaco y la Princesa Carolina. La primogénita de Rainiero y Grace de Mónaco iba a asistir junto a Ernesto de Hannover, tío segundo del contrayente, pero su afición por la fiesta le dejó fuera de combate ese 22 de mayo de 2004.
El problema llegó en 2005. Madrid se jugaba organizar los Juegos Olímpicos de 2012. Alberto de Mónaco, miembro del COI, preguntó a la delegación española por la seguridad en Madrid después de que la extinta banda terrorista ETA hubiera hecho estallar un artefacto en el estadio de la Peineta, posteriormente rebautizado como Wanda Metropolitano. La polémica pregunta jugó en contra de los intereses de España, y finalmente fue Londres la que se llevó los Juegos Olímpicos. España se sintió molesta, y más la Familia Real, que no entendía cómo su pariente monegasco les había puesto en entredicho. Sea como fuere, hubo tensión.
También en 2005 se celebró la entronización del Príncipe Alberto, y ningún Borbón acudió, mientras otras Casas Reales sí mandaron representación. En 2008, Alberto de Mónaco sí pasó por La Zarzuela aprovechando un viaje a España. Quizás se acercaron posturas o ya estaba todo olvidado, pero lo cierto en que en 2011 se celebró la boda de Alberto y Charlene de Mónaco, y una vez más fue la Casa Real Española la gran ausente.
Limando asperezas
Las asperezas empezaron a limarse en 2016. En abril de ese año, el Príncipe de Mónaco presentó la sección española de la fundación que lleva su nombre y que tiene como finalidad proteger el medio ambiente. El Rey Felipe le recibió en La Zarzuela y ambos se mostraron felices de encontrarse. Si la relación fuera mala, no habría tenido la deferencia de invitarle, ya que no se trataba de un viaje institucional del Príncipe de Mónaco.
2019 fue el año definitivo. En junio, el Soberano de La Roca viajó a Madrid para la entrega de premios de su fundación en el Museo Reina Sofía. Felipe VI invitó a La Zarzuela a su homólogo y le mostró toda su cortesía y amabilidad. De hecho, se les vio más cómplices que nunca, al menos en el tiempo que estuvieron en público. Quizás no son íntimos amigos como lo fueron la Reina Victoria Eugenia y Grace Kelly, pero su relación es cordial y adecuada entre dos Jefes de Estado.
Un mes más tarde de esa reunión hubo una sorpresa al haberse celebrado otro encuentro entre un Borbón y un Grimaldi. En este caso no fue el Rey Felipe, sino la Infanta Cristina. El 5 de julio de 2019, Cristina de Borbón se desplazó a Mónaco para inaugurar la exposición en el Grimaldi Forum 'Dalí. Una historia de la pintura'. Lo hizo en calidad de patrona de la Fundación Gala-Salvador Dalí, cargo que ostenta desde 1998.
El gesto definitivo que emocionaría a la Reina Victoria Eugenia de España y a la Princesa Grace de Mónaco se vivió en diciembre de 2019. Con motivo de la celebración de la Cumbre del Clima en Madrid, los Reyes Felipe y Letizia ejercieron como anfitriones y ofrecieron una recepción a los Jefes de Estado y de Gobierno desplazados a España para asistir a la conferencia sobre el Cambio Climático.
Los saludos protocolarios fueron más allá no solo con el Gran Duque de Luxemburgo, sino también con Alberto de Mónaco. El Rey y el Príncipe se dieron un abrazo, y al llegar el momento de saludar a la Reina Letizia, el Soberano monegasco dio dos besos a Doña Letizia. Las sonrisas y la complicidad marcaron este encuentro. Si alguna vez hubo tensión, se ha desvanecido de una vez por todas. No se repetirá la amistad del pasado entre los Borbón y los Grimaldi, pero al menos reina la cordialidad tan necesaria para el buen mantenimiento de las relaciones internacionales.