LÍNEA SUCESORIA

Félix y Claire de Luxemburgo y sus hijos: de ser la esperanza a terminar como Carolina de Mónaco y Andrea Casiraghi

Con el nacimiento del ansiado heredero para Guillermo y Stéphanie de Luxemburgo, el Príncipe Félix queda relegado en la sucesión al Trono ducal.

Guillermo Álvarez 07 Diciembre 2019 en Bekia

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Las Casas Reales basan su supervivencia no solo en su utilidad y en su ejemplaridad, sino en el necesario relevo generacional. Si la pareja reinante no tiene descendencia, alguien debe ocupar el Trono, lo que lleva a buscar a la persona más cercana en la línea de sucesión, desde hermanos pasando por sobrinos o primos. Así es como a veces llega la Corona, sin esperarlo o sin haber nacido para ello, como le ocurrió a la Reina Victoria o la Reina Isabel, taratarabuela y tataranieta y ambas mujeres que encabezaron los reinados más largos de la historia de Reino Unido.

En Luxemburgo no podía hablarse de crisis sucesoria debido a lo prolífica que es la dinastía Nassau-Weilburg, aunque en el pequeño país preocupaba que los Grandes Duques Herederos, casados desde octubre de 2012, no hubieran tenido descendencia. La presión ha sido grande desde el primer momento, como ocurre en todos los matrimonios de la realeza nada más casarse. Además, el foco se colocó injustamente en la Princesa Stéphanie, que 'se defendía' argumentando que ya llegarían los hijos y que primero quería disfrutar de su matrimonio con Guillermo de Luxemburgo.

Por fin, y cuando quizás ya nadie lo esperaba, la Casa Ducal anunció que los Grandes Duques Heredero esperaban su primer hijo, un bebé que nace en mayo de 2020 y que llena de esperanza y alegría a la pareja, a los Grandes Duques de Luxemburgo y se entiende que también a los ciudadanos y ciudadanas del estado más pequeño del Benelux. Así, hay sucesión en línea directa del Príncipe Guillermo y no en línea indirecta, que es lo que ocurría hasta entonces.

Sin embargo, todo nacimiento real tiene una contrapartida: el desplazamiento de aquellos segundones que quizás durante unos años soñaron con que el Trono recayera en ellos o en sus hijos. Así, el Príncipe Félix y la Princesa Claire, y por extensión sus hijos, la Princesa Amalia (2014) y el Príncipe Liam (2016), se alejan de la línea sucesoria, apuntalada por los Grandes Duques Herederos.

La pareja, casada desde 2013, ejemplificaba todo aquello que no son los Herederos: son más guapos, elegantes y glamourosos, y además no habían tardado en traer sucesión, siendo hasta entonces los únicos en aportar nietos con aspiraciones al Trono para el Gran Duque Enrique, teniendo en cuenta que los dos hijos del Príncipe Luis están apartados por las peculiaridades de la unión (ya deshecha) de sus padres.

Si para el Príncipe Félix y Claire Lademacher es un alivio o una pena, se quedará para ellos. Sin embargo, quizás hayan agradecido que la responsabilidad no recaiga sobre ellos, teniendo en cuenta que dedican su vida no solo a representar a Luxemburgo cuando se les requiere, sino a la gestión del Château les Crostes en Lorgues, ubicado en el sur de Francia.

Los mellizos que alejaron a los Casiraghi del Trono de Mónaco

La llegada de un heredero tardío recuerda al nacimiento del Príncipe Jacques y la Princesa Gabriella de Mónaco, que vinieron al mundo el 10 de diciembre de 2014. Aunque Alberto y Charlene de Mónaco fueron padres tres años y medio después de su boda, y no 7 y medio como los Grandes Duques Herederos de Luxemburgo, también se especulaba con que los Príncipes de Mónaco no tendrían descendencia, y por tanto, la Corona pasaría a la Princesa Carolina, o si esta moría antes que su hermano, a su primogénito, Andrea Casiraghi.

Tres años antes de morir y viendo que su hijo Alberto solo había engendrado hijos ilegítimos y que no mostraba intención por casarse, el Príncipe Rainiero modificó la Constitución para rebajar la edad de sucesión a los 18 años y modificar la cláusula sucesoria que excluía a las mujeres del Trono. Así, se eliminó a exclusividad del varón por la preferencia.

De este modo, Carolina de Mónaco podía suceder a su hermano Alberto, y después de ella podrían ocupar el Palacio Grimaldi sus descendientes empezando por Andrea Casiraghi. No habría peligro de que Francia fagocitara al pequeño Estado, ni tampoco se perdería la dinastía Grimaldi debido a que Andrea Casiraghi debería renunciar al apellido de su padre para tomar el de su madre si llegaba a ser Príncipe de Mónaco.

Con la sucesión arreglada, Rainiero III murió tranquilo en 2005, aunque aconsejó a su hijo que se casara y formara una familia. Seis años más tarde contrajo matrimonio con Charlene Wittstock, y en 2014 nacieron los mellizos que alejaron del Trono a los Casiraghi. Quizás en este caso, la Princesa de Hannover se tomó peor ser definitivamente relegada frente a unos Félix y Claire de Luxemburgo que prefieren vivir tranquilos en el sur de Francia y alejados de los privilegios de la Corte, sí, pero también de las obligaciones. Teniendo un castillo... ¿quién quiere un palacio?

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