El Rey Felipe VI debió de entrar el pasado sábado 30 de mayo en el Camp Nou sabiendo la que se le venía encima. No había que ser muy avispado para saber que una final protagonizada por el Athletic Club de Bilbao y el F.C. Barcelona iba a ser movidita. Don Felipe se enfrentaba a su primera final de la Copa del Rey como monarca, y si pensaba que se iba a librar de una gigantesca pitada, estaba muy equivocado.
Durante ese momento tan incómodo, el Rey asistía estoico pero con cara de poker al espectáculo, de pie junto a Artur Mas, presidente de la Generalitat, que no pudo evitar una sonrisa ante el espectáculo. El monarca saludó después a los jugadores de ambos equipos. Por las gradas, cientos de banderas esteladas mantuvieron durante todo el partido el espíritu reivindicativo e independentista.
Advertencias sin efecto
Tanto el Ministerio de la Presidencia como el Consejo Superior de Deportes condenaron momentos antes del partido cualquier ataque contra el himno o los símbolos españoles, recordando que los himnos de cualquier índole deberían ser respetados con educación. Algo que no fue suficiente para evitarle a Felipe VI el mal trago. Ahora, los culés no tuvieron ningún problema en celebrar después la victoria de la Copa del Rey. De España, claro.