Por primer vez desde que tuviera lugar el triste suceso de la muerte de Isabel II, la familia que se desplazó hasta el Castillo de Balmoral en la tarde en que se produjo su deceso ha abandonado el recinto. Vestidos de riguroso luto, sin ningún ápice de color, los fotógrafos que se encontraban a las puertas pudieron captar a los tres hijos de la Reina que han estado velando sus restos mortales. Por un lado, la Princesa Ana se veía acompañada de su hija Zara Phillips, que iba junto a su marido; también el Príncipe Andrés, junto al que estaban sus hijas Eugenia y Beatriz de York, y el Príncipe Eduardo, al que se vio junto a su esposa y su hija mayor, Louise.
Diversos Land Rovers trasladaron a parte de la todavía Familia Real británica, cuya estructura cambiará con el ascenso al trono de Carlos III, desde el Castillo de Balmoral hasta la Iglesia de Crathie. El Príncipe Andrés era quien encabezaba la comitiva, mostrando una gran emoción en su rostro, justificada por la tristeza de los acontecimientos que están viviendo. El servicio religioso se ha llevado a cabo en la más estricta intimidad y sin la presencia de los restos mortales de Isabel II, que permanecen en la residencia real, posiblemente en la Sala de Baile, en un ataúd tapado con la bandera nacional o su estandarte, y repleto de sus flores favoritas, el lirio de los valles.
Muestras de cariño a las puertas de Balmoral
Una de las nietas de Isabel II que más emocionada se ha mostrado con las muestras de afecto ha sido Zara Phillips, hija de la Princesa Ana. Del mismo modo, el Príncipe Andrés tampoco podía esconder su sensibilidad a las puertas del Castillo de Balmoral, llegando incluso a intercambiar algunas palabras con muchos de los allí reunidos, como ya hiciera la propia Reina cuando falleció Lady Di, y como el propio Carlos III y la Reina Camilla repitieran en su llegada a Londres tras la muerte de la Soberana. Misma estrategia, para un tiempo nuevo.