El conde de Strathmore y Kinghorn reconoció ante el juez haber violado a una mujer en su castillo escocés.
Un aristócrata escocés y familiar de la Reina Isabel admitió haber agredido sexualmente a una mujer en el Castillo de Glamis de Escocia, el hogar donde pasó su infancia la Reina Madre y donde nació la Princesa Margarita. Se trata de Simon Bowes-Lyon, conde de Strathmore y Kinghorn. El conde ha sido él mismo quien ha confesado que es el responsable de los hechos.
El aristócrata compareció ante el tribunal de Dundee, donde se declaró culpable de agresión sexual, y fue incluido en el Registro de delincuentes sexuales. Sin embargo, se le concedió la libertad bajo fianza mientras se espera la sentencia. El aristócrata, conocido como 'Sam' es un terrateniente multimillonario que pasa su tiempo entre Londres y Glamis. Además, heredó el título de su familia cuando su padre, Michael, murió en 2016. Cuando se produjeron los terribles hechos, el Castillo de Glamis había sido elegido para albergar a varias personas durante un fin de semana para un artículo de una revista. Los asistentes disfrutarían de una degustación de ginebra, paseos en helicóptero, caza y un recorrido por el castillo. Durante la primera velada, la víctima notó que nadie estaba hablando con el conde durante la cena y por eso lo involucró en una conversación. Y, la noche siguiente el conde se dirigió a la habitación de la joven de 26 años en estado de embriaguez.
"Estaba muy borracho y olía a tabaco"
La víctima contó ante el tribunal que ella estaba dormida y la despertaron al llamar a la puerta. El Conde de Strathmore dijo: "Soy Sam. Es importante. Por favor, déjeme entrar". En el momento en que ella abrió la puerta, él se abrió paso bruscamente y la empujó hacia la cama, donde abusó de ella durante más de 20 minutos. "Estaba muy borracho y olía a tabaco", relataba la víctima. A la mañana siguiente la mujer huyó del castillo y denunció los hechos.
El abogado de Simon Bowes-Lyon ha declarado que su cliente "está realmente arrepentido por lo que acepta que fue una conducta vergonzosa". Además, el propio aristócrata confesó que había estado yendo a terapia desde que los imperdonables hechos ocurrieron con el objetivo de entender el comportamiento que tuvo aquel día.