Noruega se encuentra sumida en el dolor tras la brutal masacre sucedida el pasado viernes. 92 fallecidos es la cifra, por el momento, de víctimas a manos del ultraderechista Anders Behring Breivik, cuyas ideas extremistas le han llevado a cometer uno de los crímenes más brutales de los últimos tiempos.
Los príncipes Haakon y Mette-Marit no han querido ocultar los salvajes acontecimientos a sus hijos, y durante la vigilia a las víctimas de Utoya se pudo ver a la princesa Ingrid Alexandra de siete años ofreciendo unas flores.
La Segunda Guerra Mundial parecerá un pic-nic
Anders Behring Breivik de 32 años confesó ayer el atentado en el centro de Oslo que acabó con la vida de siete personas, así como la masacre en la isla de Utoya donde tras hora y media de cacería asesinó a 85 adolescentes.
El joven, ultraderechista y abiertamente enemigo de los musulmanes, convirtió Internet en su medio de comunicación donde extender sus ideas. En sus cuentas ya cerradas en Facebook, Twitter y Youtube ya anticipaba lo que él llamaba 'revolución conservadora', que según sus propias palabras haría que la Segunda Guerra Mundial pareciera un picnic. Breivik es también autor de un manifiesto de 1.500 páginas donde plasmó su radical visión.
A la tragedia se suma ahora el indulgente sistema penal noruego, donde se contempla que ningún preso pase más de 21 años en prisión. Así, cada una de las 92 víctimas supondría 83 días encarcelado para su asesino, ya que la leyes del páis apuestan por la rehabilitación y reinserción de los criminales en la sociedad.