Pero... ¿Quiénes son realmente los miembros de la Familia Real de Liechtenstein? Ajenos totalmente a los ojos de la prensa internacional y prácticamente desconocidos por el gran público, poco es lo que se sabe de ellos y para descubrirlo hay que remontarse a mucho tiempo atrás...
Un país 'comprado' en el corazón de Europa
A finales del siglo XVII, el aristócrata austríaco Hans Adam de Liechtenstein decidió adquirir el Señorío de Schellenberg y el Condado de Vaduz con el objetivo de conseguir mayor peso político dentro del Sacro Imperio Romano Germánico. Sin embargo, no fue hasta 1719 cuando el Emperador Carlos VI le permitió anexionarlos y con ello crear un principado independiente del imperio. Es entonces cuando el Principado de Liechtenstein se constituye en sí mismo como estado independiente y con el nombre de su noble fundador.
En ese proceso tuvo mucho que ver su hijo y sucesor: el Príncipe Hans Adam II. Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales y con una dilatada experiencia como financiero en el prestigioso Banco Rothschild, tras convertirse en Jefe del Estado en 1989 continuó e incrementó el proyecto económico de su padre gracias a una política económica basada en la privatización del Estado de Bienestar y la eliminación de subsidios públicos.
Riqueza, entramados empresariales y problemas fiscales
Los Liechtenstein han acabado por convertirse así en la Familia Real más rica de Europa y una de las más ricas del mundo, con una fortuna estimada entre los 3.000 y los 4.000 millones de euros. Su patrimonio no solo abarca numerosas propiedades inmobiliarias y una importante colección de arte con obras de artistas como Rubens, Rafael o Rembrandt; sino que también son dueños del Liechtenstein Global Trust.
Esta empresa enfocada al ámbito empresarial y financiero se dedica básicamente a la asesoría bancaria y a la gestión de activos, generando así a su principal accionista (el propio Príncipe Hans Adam II) unos más que notables beneficios. Eso sí, en 2008 la compañía estuvo investigada por permitir la evasión fiscal y facilitar a bandas mafiosas el blanqueamiento de dinero procedente de actividades criminales. Desde entonces, Liechtenstein ha ido endureciendo sus políticas económicas, pero no ha dejado de ser considerado un paraíso fiscal.
El Príncipe Hans Adam II ha actuado durante años como Jefe de Estado y empresario a partes iguales, pero en 2004 decidió ceder la tarea de gobierno a su hijo y heredero: el Príncipe Alois. Desde entonces, Hans Adam II actúa como príncipe reinante y se dedica únicamente a la gestión de sus bienes artísticos y empresariales, mientras que su hijo actúa como príncipe regente a cargo de la Jefatura de Estado y de la acción de Gobierno.
Eso sí, un año antes de ceder el mando del país, Hans Adam II propuso una enmienda a la Constitución para ampliar sus poderes (incluyendo el veto a decisiones políticas y el nombramiento de jueces) y, asimismo, legislar la posibilidad de la abolición de la Monarquía. La enmienda fue aprobada por un 87'7%, pero cabría señalar que el Soberano había amenazado con que si el resultado era desfavorable, él y su Familia se exiliarían. Y con ellos, su fortuna.
Un vínculo muy estrecho con España
El Príncipe Hans Adam II se casó el 30 de julio de 1967 con la Condesa María de Wchinitz y Tettau, procedente de uno de los linajes de más rancio abolengo de la zona de Bohemia. A la boda acudieron representantes de prácticamente toda la realeza europea, entre los que destacaron la Reina Ana María de Grecia y su cuñada, la Princesa Irene. En muy pocos años, la Familia Real aumentó de tamaño con el nacimiento de los príncipes Alois (1968), Maximiliano (1969), Constantino (1972) y Tatiana (1973).
La benjamina de la familia escogió curiosamente realizar sus estudios en el European Business School de Madrid a mediados de los años 90. El por entonces Príncipe Felipe continuaba soltero en esos momentos y ya habían pasado por su vida varias candidatas a consorte no del todo adecuadas, por lo que la prensa no tardó en hablar de romance entre la hija de los soberanos de Liechtenstein y el de los soberanos de España.
Los propios Reyes Juan Carlos y Sofía tuvieron que desmentir ese supuesto noviazgo en 1995, pero nadie pudo evitar que los españoles dieran rienda suelta a su imaginación pensando que el Príncipe de Asturias podría casarse con alguien de su mismo rango. No sería el caso ni del uno ni de la otra: la Princesa Tatiana se casó en 1999 con el aristócrata Philipp von Lattrof y el Príncipe Felipe lo hizo a su vez con Letizia Ortiz en 2004.
Uno de los principales motivos de la mudanza de la princesa a la capital española había sido el hecho de que en nuestro país residía desde hacía un par de años su tía, la Princesa Nora de Liechtenstein. La hermana menor de Hans Adam II había contraído matrimonio en junio de 1987 con el aristócrata español Vicente Sartorius y Cabeza de Vaca, Marqués de Mariño. Y es en este punto donde vuelve a aparecer en juego el Príncipe Felipe, puesto que el Marqués era el padre de su primera novia oficial: Isabel Sartorius.
La joven (nacida del primer matrimonio de Vicente Sartorius con Isabel Zorraquín) y el Príncipe de Asturias comenzaron precisamente su relación poco después de la boda en cuestión y el amor les duraría casi tres años: entre 1989 y 1992. Un romance que tuvo como telón de fondo la propia finca que los Marqueses de Mariño tenían en Extremadura pero que, como ya es sabido, no llegó a buen puerto.
Nora de Liechtenstein siempre se ha llevado muy bien con su hijastra, incluso después de enviudar en 2002. Su vínculo con España permanece igualmente inalterable y todavía reside en la finca extremeña que compró con su marido al poco de casarse. Dedica su día a día al campo y da muestras de un carácter sencillo, tal y como se pudo comprobar en una entrevista a Vanitatis en 2017: "No entiendo el interés de la gente por mi vida privada. En nuestro país (Liechtenstein) nunca hemos salido en la prensa porque mis padres no estaban en eso. No había este tipo de interés y ahora mis hermanos y mis sobrinos salen lo justo, en los actos oficiales".
De esta forma, sin quererlo, la princesa dio las claves del por qué la Familia Real de Liechtenstein es todavía a día de hoy una gran desconocida para el gran público. Alejados del sensacionalismo que copa en la actualidad las noticias de la realeza, los miembros de esta dinastía prefieren continuar en un segundo plano y dedicarse a preservar la gran fortuna que atesoran y luchan por incrementar. No en vano se trata de la única monarquía europea que no necesita el dinero del Estado para mantenerse. Con el suyo se bastan y se sobran.