LA REALEZA Y LOS TOROS

La Familia Real Española y los toros: borbones taurinos contra borbones antitaurinos

La pasión absoluta del Rey Juan Carlos y la Infanta Elena contrasta con el rechazo de la Reina Sofía o la desidia del Rey Felipe.

Guillermo Álvarez 12 Octubre 2016 en Bekia

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Las tradiciones están para cumplirlas o para romperlas. Durante siglos, la Familia Real ha sido garante de la continuidad de las tradiciones nacionales, pero los tiempos cambian, y con ellos la mentalidad de quienes forman la Casa Real Española. En un momento en el que la tensión entre los partidarios de la tauromaquia y los abolicionistas es máxima, hasta en la Familia Real hay discrepancias sobre la conocida como Fiesta Nacional. Unos aman esta tradición que han amado de generación en generación, teniendo como exponentes a la Condesa de Barcelona y a la Infanta Isabel -La Chata-. mientras que otros o bien están en contra, o bien no tienen ningún interés en la tauromaquia.

El Rey Juan Carlos, heredero de los gustos de su madre

La pasión de Juan Carlos I por la tauromaquia no le viene solo por tradición familiar en general, sino por el exacerbado amor que su madre, la Condesa de Barcelona, sintió durante toda su vida por los toros. Era habitual ver a Doña María de las Mercedes en los palcos reales incluso cuando su salud estaba muy mermada. El mismo plan ha llevado su hijo, el Rey Juan Carlos, para quien la tauromaquia es la fiesta nacional y como Rey que fue durante 38 años y casi 7 meses, ha visto necesario apoyar y defender con su presencia.

Tanto en actos institucionales como cuando no tiene obligación de asistir, el Rey Juan Carlos es un habitual de las plazas, sobre todo en Las Ventas. Lo curioso es que desde que abdicó, ha realizado una pequeña gira por algunas plazas de toros de España, tanto solo como acompañado de los miembros taurinos de su familia. En un tiempo en el que los toros se cuestionan, Juan Carlos de Borbón se mantiene fuerte en su apoyo.

La Infanta Elena, la más acérrima

La Duquesa de Lugo es la más española de la Familia Real, si por española se toma afición a los toros y a las tradiciones de siempre. Si al Rey Juan Carlos le gustan, a ella le encantan. Es una fanática absoluta, y cuando ha dejado de pertenecer a la Familia Real al subir al Trono Felipe VI, ella no ha dudado en ofrecerse para acudir a espectáculos taurinos en los que tenía que haber representación de la Corona.

Heredó su pasión de su padre y de su abuela paterna, de quien también cogió su adoración por la hípica. Resulta curioso que una persona con tanto amor por los caballos apoye una celebración como la tauromaquia en la que el animal termina muriendo, pero ella no entiende la Fiesta Nacional como un asesinato, sino como un arte. Esta querencia le ha unido más a su padre en un momento en el que la relaciones entre los Borbón y Grecia son muy tirantes.

Froilán y Victoria Federica, las nuevas generaciones

De tal palo, tal astilla. Tanto a la Infanta Elena como a Jaime de Marichalar les vuelven locos los toros. Han inculcado la afición a sus dos hijos, y ahora que van siendo mayores, lejos de renegar, tanto Froilán como Victoria Federica son grandes taurinos. De hecho, sus apariciones públicas o bien son en los cursos de vela de Mallorca, o en las plazas de toros, lugares a los que suelen acudir junto a su abuelo paterno y su madre.

Tal es la querencia del sobrino mayor del Rey, que incluso ha ofrecido su primera entrevista para defender la tauromaquia. Felipe de Marichalar criticó la postura de algunos antitaurinos que se alegraron de la muerte del torero Víctor Barrio y dio su postura sobre los toros: "Me da pena porque ante todo es el respeto ante un ser humano y el respeto a una cultura española que ha estado siempre en pie. Me da pena". En la entrevista con 'Espejo Público' también señaló que mostraba amor por la tauromaquia como había hecho su familia desde siempre.

Su cariño por la fiesta nacional le ha llevado también a hacerse amigo de Gonzalo Caballero, un joven torero que se ha convertido en una de las personas más cercanas al nieto de Juan Carlos de Borbón y que también se lleva muy bien con Victoria de Marichalar. Precisamente ella ha provocado polémica por su afición taurina. Es habitual verla en las plazas con su hermano, su madre, su abuelo o en otras ocasiones con su padre. El pasado mes de agosto estuvo presente en una corrida de toros que tuvo lugar en Palma de Mallorca. El problema es que la ley balear prohíbe la presencia de menores de 16 años en espectáculos taurinos (tenía 15 en ese momento), por lo que el empresario que organizó la corrida se enfrenta a una multa de 10.000 euros, mientras que la Infanta Elena se llevó innumerables críticas.

La Reina Sofía, la animalista

La Reina Sofía no soporta los toros. Los años más felices de su vida los pasó en Tatoi, residencia de Pablo y Federica de Grecia en la que Doña Sofía creció junto a sus hermanos. Allí aprendió a amar la naturaleza, una pasión que le ha acompañado durante toda su vida. La madre del Rey de España es ecologista, vegetariana y una gran amante de los animales, sobre todo de los perros, a los que cuida en el Palacio de La Zarzuela.

Es por esta creencias por las que la Reina Sofía no aprueba la conocida como Fiesta Nacional, y cuando ha ido a las plazas de toros ha sido por actos protocolarios e institucionales en los que se requería su presencia. Siempre que ha podido se ha escaqueado, y no por dejadez de funciones, sino porque no quiere que su figura sirva para apoyar públicamente algo que detesta. En los años 60 y 70 sí que se dejó ver por las plazas de toros, más para quedar bien con los ciudadanos a los que tenía que seducir en una España taurina y no especialmente monárquica. Hace muchos años que es libre para elegir, y ha escogido no ir.

Felipe y Letizia, ni fu ni fa

El caso del Rey Felipe y de la Reina Letizia es más complejo. Están como en tierra de nadie, ya por un lado no se prodigan en las plazas de toros, pero por su posición principal tampoco pueden declararse antitaurinos. Cuando entró en la Familia Real, Doña Letizia no era amante de la tauromaquia, más bien era una actividad que no le hacía ninguna gracia, pero tampoco estaba rematadamente en contra como Doña Sofía. Así, apareció en Las Ventas junto a Don Felipe días antes de casarse en mayo de 2004. Después apareció en 2006 y 2008, para ir por última vez en 2009. Siempre fue en la Feria de San Isidro, uno de los festejos taurinos más importantes de España. Desde entonces ni está ni se le espera.

Don Felipe no siente una gran pasión por los toros. Es quien se encuentra en una posición más moderada entre sus hermanas, y aunque se deja llevar más por los sentimientos animalistas de Doña Sofía y por la desidia de su consorte, en los últimos años ha ido a los toros en algunas ocasiones, siempre por cuestiones oficiales. Se aplaudió mucho su presencia por parte de los taurinos, y se criticó por parte de los antitaurinos. En realidad su posición es la más delicada. Si va, se le critica desde los sectores animalistas por perpetuar una tradición sangrienta y anacrónica, mientras que si no va, los taurinos le afean que no apoye con su presencia la que todavía es considerada como la Fiesta Nacional.

La Infanta Cristina, sin interés taurino

La Infanta Cristina está en el bando de los antitaurinos. Siempre ha sido la más moderna de sus hermanos, pues frente a la tradicional Infanta Elena y al encorsetado Felipe, cuyo destino era ser Rey y por tanto no tenía margen de maniobra, Cristina de Borbón siempre ha tenido un carácter más abierto.

No extrañó que se fuera a vivir a Barcelona y priorizara su carrera profesional por delante de sus obligaciones institucionales, aunque eso sí, jamás descuidó sus funciones hasta que fue apartada por el Caso Nóos. Tampoco ha extrañado nunca no verla en las plazas de toros, ya que ni le gustan, ni le interesan. Sí le encantan otras tradiciones de la Familia Real como el esquí y la vela, tanto que llegó a ser miembro del equipo olímpico de vela y abanderada de España en Seúl 88, pero los toros, ni verlos. Su marido, Iñaki Urdangarín, y a sus 4 hijos, no cuentan con afición.

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