La Familia Real al completo ha dejado Fredensborg para partir a Amalienborg, donde el cuerpo del Príncipe Enrique será velado.
Comienzan los funerales de Enrique de Dinamarca, fallecido en la noche del 13 de febrero a los 83 años en el Palacio de Fredensborg, lugar al que fue trasladado desde el Rigshospitalet de Copenhague cuando su estado era ya irreversible. El Conde de Monpezat quiso morir en la residencia regia, y nadie pudo oponerse a sus deseos.
Después de permanecer todo el 14 de febrero en Fredensborg, a las 10:00 horas del jueves 15 de febrero se procedió al traslado del cuerpo sin vida del Príncipe de Dinamarca con destino al palacio de Amalienborg, residencia oficial de la Reina Margarita II.Ya se habían lanzado salvas en honor a Enrique de Dinamarca en el segundo día de luto decretado por la Casa Real, cuyos miembros cumplirán hasta el 14 de marzo, cuando la Familia Real dejó el Palacio de Fredensborg para dirigirse a Copenhague. El ataúd fue sacado del recinto regio envuelto en la bandera del que ha sido su país durante 51 años. Detrás se pudo ver a la Reina Margarita visiblemente triste, con la impresión de que la vida no será la misma tras haber perdido a quien sin duda ha sido su gran amor.
El trayecto de 40 kilómetros se cubre en coche. El cortejo fúnebre está comandado por la Reina, a quien le siguen los Príncipes Federico y Mary por un lado y los Príncipes Joaquín y Marie por otro. No faltan los ocho nietos del fallecido, Christian, Isabel, Vicente, Josefina, Nicolás, Félix, Enrique y Athena. Enrique de Dinamarca rompe la tradición
Los pasos que se seguirán son los siguientes: el viernes 16 a las 18:00 horas, los restos mortales del Príncipe Enrique se colocarán en la Iglesia del Castillo de Christiansborg, donde desde el sábado al lunes podrá ser visitado por aquellos ciudadanos que quieran despedirse de él. El martes 20 de febrero a las 11:00 horas se celebrará un funeral en su honor en la Iglesia del Palacio de Christiansborg a la que asistirán familiares y amigos. No quiso un funeral de Estado y todo apunta a que no lo va a tener.
El Príncipe Enrique no será enterrado en el mausoleo real de la catedral de Roskilde como manda la tradición, donde se le había hecho un hueco en el que algún día descansaría junto a la Reina Margarita. Él se negó al considerar que no tenía el rango adecuado para ello, dejando patente una vez más su malestar por no haber sido nombrado Rey consorte. Quiso ser incinerado y así será, repartiéndose sus cenizas entre el mar y los jardines privados de Fredensborg.