Es un hecho que las relaciones familiares no siempre son fáciles. Ni cuando hay vínculos sanguíneos ni cuando el parentesco es político. En el caso de la realeza, las cosas no son diferentes y las relaciones entre los diversos miembros de las Familias Reales europeas tienen mucho de parecido con las de sus súbditos. La Familia Real Española no es una excepción.
Mucho se ha hablado sobre la relación fraterna del Rey Juan Carlos con sus hermanas, la Infanta Margarita y la Infanta Pilar. No obstante, a la hora de abordar cómo era realmente la relación entre ambas con su cuñada, la Reina Sofía, las referencias son más escasas, difusas y contradictoras. A continuación, toda la verdad sobre los vínculos que unían y separaban a estas tres mujeres fundamentales en el devenir histórico de la Casa Real de España.
Los enfrentamientos dinásticos de los Borbones
El 22 de julio de 1969 es una fecha que por siempre ocupará un lugar destacado en los libros de Historia, puesto que fue el día en el que el Dictador Francisco Franco nombra a Don Juan Carlos de Borbón como su sucesor en la Jefatura del Estado. Ese día marcó un antes y un después no solo para el futuro del país, sino para el futuro de la familia Borbón.
Él se convirtió legalmente en el Heredero al Trono español, pero en realidad quien estaba llamado a reinar era su padre, Don Juan de Borbón. El Conde de Barcelona era el Jefe de la Casa Real Española desde 1941 (año en que muere el Rey Alfonso XIII) y no estaba dispuesto a renunciar a sus derechos dinásticos a favor de su hijo solo para instaurar en España una monarquía acorde al ideario del régimen franquista.
De este modo, la monarquía española se convirtió en una institución bicéfala: por un lado estaba el Heredero al Trono (Don Juan Carlos) y por otro el Jefe de la Casa Real (Don Juan). Un conflicto dinástico que dinamitó al extremo las relaciones familiares en la medida en que padre e hijo parecían representar unos intereses opuestos y que obligaban a un posicionamiento explícito. Don Juan Carlos se quedó solo, con el único apoyo de su esposa. Su madre y hermanas, por el contrario, decidieron mantenerse fieles a Don Juan de Borbón.
Solo así se entiende que, a pesar de que las infantas Pilar y Margarita residían en Madrid desde sus respectivos matrimonios en 1967 y 1972, los encuentros con su hermano y la familia que había formado con Doña Sofía fueran más bien escasos. Y es que los Príncipes de España, por aquel entonces, cuidaban al extremo sus relaciones y las compañías con las que se dejaban ver con el objetivo de no importunar a Franco y evitar que este cambiase su decisión sucesoria en el último momento.
Una de las periodistas que más ha abordado los entresijos de la relación familiar de los Borbones es Pilar Eyre, quien sobre este periodo en concreto habla sin tapujos: " Pilar y Margarita apenas se veían con Sofía y Juanito. Se trataban con gran desapego porque en el enfrentamiento entre padre e hijo por el trono de España, las infantas siempre se pusieron al lado de su padre y veían a Juanito como un usurpador ". Este posicionamiento era tan claro que la Infanta Pilar y la Infanta Margarita solo aceptaron acudir a la proclamación de su hermano como Rey de España en 1975 tras haberlo consultado previamente con el Conde de Barcelona y obtener su consentimiento expreso: "Acudid y así luego me contáis cómo ha ido".
Precisamente sobre esa ceremonia celebrada el 22 de noviembre de 1975, Eyre relata la siguiente anécdota: " Eran tan poco conocidas que el ujier las hizo salir del ascensor del Congreso de los Diputados porque solo era para personas importantes. La actitud de las infantas durante la ceremonia fue fría y distante porque creían que allí, en lugar de Juan Carlos y Sofía, tenían que estar sus padres".
Esta historia de desencuentros familiares culminó el 14 de mayo de 1977 con la renuncia de Don Juan a sus derechos dinásticos a favor de su hijo tras años de negativa. Un sobrio acto celebrado en el Palacio de La Zarzuela y en el que, esta vez sí, estuvieron presentes todos los miembros de la Familia Real Española. Con el abrazo entre padre e hijo se puso fin al conflicto dinástico que mantenían desde hacía años y se abrió la puerta a la tan ansiada reconciliación familiar. Eso sí, el perdón no implica el olvido y en palabras de personas cercanas a la Reina: "Doña Sofía no ha olvidado nunca aquellos desprecios de sus cuñadas".
La relación de idas y venidas con la Infanta Pilar
Poco antes de su muerte en los primeros días de 2020, la Infanta Pilar concedió la que sería su última entrevista a la periodista Carmen Duerto. En ella, entre otras cosas, abordó específicamente cómo era su relación con la Reina Sofía: " La quiero y la aprecio muchísimo. Ella ha aguantado mucho y es una magnífica mujer. Ustedes [los periodistas] se han inventado la rivalidad. Discutir hemos discutido muchísimo, pero nunca nos hemos llevado mal ".
Puede que la Duquesa de Badajoz tuviese parte de razón en cuanto a que la prensa había contribuido a crear esa supuesta rivalidad entre cuñadas, pero lo cierto es que los hechos hablan por sí solos y la relación entre ambas se ha caracterizado por combinar los momentos de tensión durante su juventud y la complicidad recíproca conforme pasaron los años, cuando las dos mujeres llegaron a la vejez.
A la hora de abordar su relación hay que partir de sus personalidades totalmente opuestas : Doña Pilar siempre destacó por ser una mujer de formas un tanto "toscas" y cuya única afición reconocida era la hípica, mientras que la Reina Sofía fue educada en el ambiente refinado de un palacio y son de sobra conocidos sus gustos culturales en general y por la música en particular. De primeras esta contraposición no tendría por qué ser negativa, pero si a ello se le añade el enfrentamiento dinástico anteriormente explicado, la combinación es explosiva.
En el libro 'María La Brava' (2010), Pilar Eyre ahonda en la cuestión: " Pilar y Sofía no tienen nada que decirse. Se consideran del mismo rango, pero una tiene el poder y la otra no. Es fácil entender que la Reina no haga nada para que su cuñada, que tanto la ha hecho sufrir con su lealtad inquebrantable a su padre, se olvide de esta circunstancia". Uno de los episodios que se cuentan en esa obra y que servirían para respaldar este argumento se produjo durante la boda de la Infanta Pilar y Luis Gómez-Acebo en 1967.
La ceremonia fue orquestada por el Conde de Barcelona como un acto monárquico de adhesión a su persona y de reivindicación de sus derechos en pleno conflicto paterno filial, por lo que Don Juan Carlos y Doña Sofía se sintieron en todo momento desplazados y fuera de lugar. Además, durante el banquete, fueron sentados en "unas mesas con invitados de segunda categoría" y ninguno de ellos pudo disimular su incomodidad.
Con el tiempo, los dos matrimonios decidieron fijar su residencia estival en Mallorca y pasar allí los meses del verano. Sin embargo, mientras que la Familia Real Española se alojaba en el Palacio de Marivent y navegaba junto a sus parientes griegos a bordo del yate Fortuna, la Infanta Pilar y su prole nunca se dejaron ver por allí. Los Duques de Badajoz prefirieron comprar su propia residencia en Calvià y no hay constancia gráfica de encuentros mallorquines entre las dos ramas de la familia Borbón.
Donde sí que se encontraban año tras año y de manera prácticamente imperturbable la Reina Sofía y su cuñada era en el Rastrillo Nuevo Futuro, organizado por la ONG de la que la Infanta Pilar era presidenta honorífica prácticamente desde su fundación en 1968. La hermana de Don Juan Carlos estaba totalmente involucrada en la causa y no dudó en sacar provecho de sus lazos familiares con la Casa Real para lograr promocionar esta iniciativa solidaria. Su cuñada, siempre dispuesta a ayudar en este tipo de cuestiones, no dudó en darle su respaldo y acudir anualmente a la inauguración del rastrillo.
Las infidelidades del Rey Juan Carlos fueron otro punto de desencuentro entre las dos, puesto que la Infanta Pilar se posicionó claramente junto a su hermano y le brindó todo su apoyo. Aunque, con el paso del tiempo y por el bien de la Familia Real, la Reina y la Infanta consiguieron limar asperezas y durante los últimos años los encuentros privados y públicos se fueron haciendo cada vez más frecuentes.
Uno de los más destacados fue el día que Iñaki Urdangarin entró en prisión. Se trataba de una fecha fatídica para Doña Sofía y su cuñada no dudó en invitarla a comer a su residencia, en la urbanización madrileña Puerta de Hierro. Un gesto que la Reina nunca olvidó y quizás por ello quiso corresponder a Doña Pilar visitándola en repetidas ocasiones desde que se le diagnosticó un cáncer de colon en 2019 y a lo largo de toda la enfermedad hasta el trágico desenlace. De hecho, el día de la muerte de la Duquesa de Badajoz, la Reina Sofía se encontraba en el hospital para darle el último adiós.
Las pasiones compartidas con la Infanta Margarita
Mientras que la relación de la Reina Sofía con la Infanta Pilar se caracterizó por la falta de cosas en común, en el caso de la Infanta Margarita ocurre todo lo contrario y no hay duda de que, de sus dos cuñadas, es la Duquesa de Soria con quien la esposa del Rey Juan Carlos mejor se lleva.
La casualidad no solo hizo que las dos estudiasen Puericultura y ejercieran de ello durante su juventud, sino que también comparten una increíble afición por la música. Eso sí, cada una en su estilo: la Reina Sofía prefiere la música sinfónica y la ópera, mientras que la Infanta Margarita tiene un gusto mucho más variado y en su tocadiscos puede sonar desde Mozart hasta Ricky Martin o AC/DC. La hermana de Don Juan Carlos toca además el piano y el acordeón.
La Reina Sofía conoció a sus cuñadas mucho antes incluso de que lo fueran, ya que pertenecen a la misma generación de la realeza y coincidieron en numerosas celebraciones o eventos familiares. Y si bien la simpatía con Doña Pilar no fue instantánea, a la Reina le resultó imposible no empatizar con la Infanta Margarita, ciega de nacimiento y experta en ganarse el corazón de todos cuantos la conocían gracias a su espontaneidad y su sencillez.
La Duquesa de Soria también se posicionó al lado de su padre durante el conflicto dinástico, pero por su carácter apaciguador, no tuvo problema en reconducir la relación fraternal ni con el Rey Juan Carlos ni, por extensión, con la Reina Sofía. Además, ambas coincidían en numerosos actos oficiales (a diferencia de la Infanta Pilar, que nunca tuvo una agenda de representación muy extensa).
La Infanta Margarita es presidenta honorífica de UNICEF España, de la Fundación Española del Corazón, de la Federación Española de Hemofilia y durante años ocupó un lugar destacado en el patronato de la Escuela Superior de Música Reina Sofía. De hecho, antes de que sus problemas de movilidad se lo impidiesen, la Infanta y su marido siempre acompañaban a la Reina en la clausura del curso escolar y la entrega de premios de esta última institución.
El marido de Doña Margarita, el doctor Carlos Zurita, goza también del afecto de la Reina y no duda en hacérselo saber. Mientras que no había constancia de una relación fluida con Luis Gómez-Acebo a pesar de haber sido en su día Presidente de la Fundación Amigos del Museo del Prado, Doña Sofía sí acudió al homenaje que esta institución le dedicó a Carlos Zurita (sustituto de Gómez-Acebo en la presidencia) con motivo de su 70 cumpleaños.
Las comparaciones a veces son odiosas, pero uno al fin y al cabo no puede elegir quién le cae bien y quién le cae mal. En el caso de la Reina Sofía, a la luz de los hechos, sus preferencias parecen estar claras. Sin embargo, la profesionalidad de la que ha hecho gala durante todos estos años le ha permitido poder lidiar con todo tipo de conflictos familiares: consiguiendo invertir la situación en unos casos y manteniéndola en su estado óptimo inicial en otros. Y es que, ya se dice: " En todas casas cuecen habas ". En las Casas Reales, también.