Galería: La Familia Real Española en imágenes
El escándalo que ha supuesto ver el comportamiento de la Reina Letizia ante la Reina Sofía en la Misa del Domingo de Pascua supone un antes y un después. Que se lleven mal en privado es una cosa, pero no puede ser que sus tensiones queden de manifiesto en público para que todo el mundo pueda verlo. Una cosa es lo que diga la prensa apoyándose en unas u otras fuentes, que siempre se puede interpretar como teorías por mucho que sean verdad, y otra es que España y el mundo contemplen con estupor cómo la Reina Letizia ningunea a la Reina Sofía, la humilla e incluso mete por medio a la Princesa Leonor. Las cosas van mal entre ellas y ha quedado de manifiesto, con el consiguiente daño para la Monarquía.
No fueron fáciles los comienzos entre la Reina Letizia y sus suegros. Ni el Rey Juan Carlos ni la Reina Sofía veían adecuada a Letizia Ortiz Rocasolano como Princesa de Asturias y futura Reina de España. El entonces Príncipe Felipe no dio su brazo a torcer y les hizo saber que o ella o ninguna. Lo que pasó después es Historia de España.
Tras un inicio complicado, la Reina Sofía terminó aceptando a su nuera. De hecho, Doña Letizia quiso alabar a su suegra al decir que quería seguir su impagable ejemplo. Fue precisamente eso lo que le llevó a protagonizar su primera metedura de pata pública cuando en su pedida de mano el Rey Felipe le cortó cuando su prometida iba a glosar la figura de Doña Sofía. Ese "dejame terminar" se sigue recordando años después y le costó su primer disgusto.
Los primeros años pasaron más desapercibidos, también quizás porque la Corona no era tan criticada hacia la mitad de la primera década del siglo XX, lo que cambió tras el annus horribilis que significó 2007. De todos modos, la relación por aquel entonces ya era tensa por mucho que la entonces Princesa Letizia se viera ninguneada dentro de la Familia Real y tuviera poco poder e influencia.
Hasta ahora, en público se han mostrado amigas y cómplices. De hecho, en junio de 2015 llegó a alabar públicamente a Doña Sofía tras entregarle el Premio Joaquín Ruiz Jiménez por su labor al frente de Unicef. De hecho, manifestó lo bien que sonaba la palabra suegra, lo que denotaba que se llevaban a las mil maravillas. "Y si me lo permiten, querría felicitar de forma muy especial a una persona que durante más de cuatro décadas ha hecho una labor valiosísima, callada y utilísima en Unicef España. Le acabo de entregar el Premio Joaquín Ruiz Jiménez a la Reina Sofía, a mi suegra, y yo creo que nunca la palabra suegra ha sonado mejor ¿verdad? ". Besos, y enorme complicidad que dejaban claro que su relación era idílica, al menos de cara a la galería, que es lo que importa.
Pero no siempre se ha guardado la compostura en público, porque a veces Letizia olvida que ahora se graba todo. Lo ocurrido en Palma no ha sido nuevo, aunque nunca fue tan evidente. Corría el mes de agosto de 2017, y como manda la tradición instaurada por el Rey Felipe, tanto el Monarca como las dos reinas se desplazaron al Palacio de La Almudaina de Palma para presidir la recepción a las autoridades y personalidades de Baleares. A su llegada, los Reyes saludaron a los ciudadanos, y mientras el Rey se iba parando, la Reina Letizia daba la mano rápidamente. Todo esto provocó que ella terminara enseguida, no así el Jefe del Estado.
Mientras tanto, la Reina Sofía esperaba en la puerta a que terminasen para poder entrar, ya que no deseaba restar protagonismo a los Reyes. Como mostró Última Hora, Doña Letizia fue directa a la puerta de La Almudaina y pasó al lado de su suegra sin mirarla. La Reina Emérita se quedó estupefacta y preguntó por Don Felipe. Al decirle que seguía saludando y haber visto a su nuera entrar, accedió al recinto palaciego. Cuando llegó el momento de hacerse la foto, ambas mostraron su mejor cara.
Desplantes aparte, también están sus desavenencias, que son varias, por ejemplo el poco cariño que la Reina Letizia tiene hacia la Familia Real Griega, que es todo un apoyo y un sostén para la Reina Sofía. Tampoco lleva bien Doña Letizia el apoyo público y privado que la Reina Sofía ha brindado a la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarin tras el estallido del Caso Nóos. La ruptura familiar es un hecho desde 2011, y ya no tiene vuelta atrás. La Reina Sofía ha intentado mantener a los Borbón y Grecia juntos y que todos sus nietos tengan una relación más o menos cercana, algo que no ha podido ser.
Leonor y Sofía, la clave del conflicto
Son precisamente la Princesa Leonor y la Infanta Sofía el principal caballo de batalla. Pilar Eyre desveló en 2016 una conversación que la Reina Sofía tuvo con unos parientes, a los que contestó esto tras ser preguntada por cómo estaban la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía: " ¡No sé cómo están! ¡no las veo nunca! ¡no me dejan verlas! Yo, que vivo al lado, no puedo ir a su casa ¡y sin embargo la madre de Letizia está siempre ahí metida!". En aquel momento se armó un gran revuelo y se llegó a decir que la Princesa Leonor se había quejado de que no podía ver a su abuela. Fuentes de Casa Real desmintieron a El Español que esa conversación se hubiera producido, pero nada dijeron sobre que fuera mentira que la Reina Sofía no puede ver a sus nietas.
En 2018, en una entrevista que Pilar Eyre concedió a Bekia, reveló otro oscuro episodio de la vida de la Familia Real que afecta una vez más a la Reina Sofía, a la Reina Letizia y a sus nietas, solo que implicaba de lleno al Rey Felipe, que por supuesto algo tendrá que decir sobre que su madre no pueda ver a las niñas. Así, la periodista nos contó que cuando Doña Leonor y Doña Sofía eran pequeñas tenían una enfermera salus que las cuidaba. La Reina Sofía se acercó a la residencia de Don Felipe y Doña Letizia para visitar a las niñas, y esta persona no le dejó pasar porque no estaba en una lista que los entonces Príncipes de Asturias le habían dado de la gente que podía pasar y la gente que no, y la abuela no estaba. Ahora, estas informaciones cobran más relevancia que nunca al quedar al descubierto una realidad que da verdadera pena y es intolerable para la Familia Real. Que pase en privado es triste, pero en público es inadmisible.