Cuando el 26 de septiembre de 2019 la Casa Real Británica anunció el compromiso matrimonial entre la Princesa Beatriz de York y Edoardo Mapelli Mozzi, ambos sabían que el camino hacia el altar iba a ser duro, aunque quizás no pensaban que lo fuera a ser tanto. Aunque las bodas reales son siempre un motivo de alegría y pueden repuntar la popularidad de la dinastía Windsor, para los York llegan a ser un quebradero de cabeza por las críticas a las que tienen que enfrentarse.
La Princesa Beatriz de York sabe que no es carismática como sus primos Guillermo y Harry o como incluso su hermana Eugenia. Es consciente de que no cae especialmente bien y tenía claro que su enlace iba a despertar críticas por el gasto que pudiera suponer, así como que ninguna televisión querría retransmitir la boda. Lo sabía y ya no le importaba porque iba a casarse con el hombre de su vida.
En aquel momento su padre ya había sido señalado en el Caso Epstein después de que el suicidio del depredador sexual cuyo apellido da nombre a la investigación en agosto de 2019 volviera las miradas hacia el Duque de York ante tantas preguntas que ya nunca podrían ser respondidas. Sin embargo, todo se puso peor en noviembre de 2019 con la desastrosa entrevista que el Príncipe Andrés concedió a BBC para limpiar su nombre. Consiguió el efecto contrario y dañó tanto la imagen de la Corona y la suya propia que fue apartado de los actos oficiales, aunque la Reina le dejó enviar un comunicado para anunciar que era él el que se retiraba.
El escándalo no ha ayudado a una pareja que programó su boda para 2020. Sin embargo, las semanas fueron pasando y no se comunicaba una fecha concreta, algo que se suele hacer con unos seis meses de antelación. Al no darse una fecha definitiva, ha terminado ganando la especulación y las filtraciones de las llamadas fuentes cercanas.
El silencio de Buckingham Palace
Así, mientras la Casa Real Británica callaba, medios británicos y estadounidenses daban una fecha: 29 de mayo de 2020. Y no solo eso, sino que se manifestaba que la Reina había querido tener una detalle con su nieta y le habría ofrecido celebrar la recepción nupcial en Buckingham Palace, algo que no se hacía desde que el 29 de abril de 2011 se casaron el Príncipe Guillermo y Kate Middleton.
La Reina está errando al dejar que las especulaciones y las filtraciones hablen antes que ella. Aunque el Duque de York haya caído en desgracia, a pesar de que la boda sea polémica por los gastos que pueda ocasionar y sin olvidar la crisis vivida por el Sussexit, no hay excusas. Lo lógico hubiera sido haber enviado un comunicado anunciando la fecha y el lugar antes de dejar que los medios lo hicieran. El hecho de esperar no va a hacer que el Príncipe Andrés mejore su imagen pública. Eso solo lo hará que declare, que sea convincente y que si la Justicia tiene que hablar, que le libere de toda culpa. Mientras tanto, la pareja ha tenido que ver y leer cómo la prensa aireaba detalles de su boda que la Casa Real Británica se ha resistido a comunicar a su debido tiempo.