Un buen comienzo
Sarah Ferguson llegó oficialmente a la Familia Real Británica en 1986 cuando se casó con el Príncipe Andrés, hijo de la Reina Isabel y el Duque de Edimburgo. En ese momento la que los ingleses enseguida apodaron Fergie se convirtió en la Duquesa de York. Sarah Ferguson era amiga de Diana de Gales por lo que juntas se ganaron el cariño del pueblo inglés, aunque eran muy diferentes.
Pero Ferguson no solo conquistó a la sociedad británica, también conquistó a su suegro. El Duque de Edimburgo estaba encantado de tener a Sarah Ferguson en su familia. Suegro y nuera hicieron buenas migas desde el primer momento. A finales de los 90 los medios británicos llegaron a asegurar que Sarah Ferguson era la favorita del Duque de Edimburgo, en un momento en el que Lady Di se mostraba como más introvertida y pudorosa.
La vida extramatrimonial de Fergie
Sin embargo, la buena situación entre el Príncipe Felipe y Sarah Ferguson no duró mucho. En 1992 comenzaron los problemas en el matrimonio de los Duques de York por supuestas infidelidades de Sarah Ferguson. La opinión pública se sobresaltó con las informaciones e imágenes (sí, había imágenes) que empezaron a hacerse publicas. Al parecer, Fergie estaría manteniendo relaciones extramatrimoniales con su asesor financiero, John Bryan.
Como no puede ser de otra manera, el Príncipe Andrés y Sarah Ferguson rompieron su matrimonio firmando el divorcio en 1996. En los cuatro años anteriores a la firma del mismo salieron más informaciones sobre las idas y venidas del matrimonio y el Duque de Edimburgo manifestó en diversas ocasiones su deseo de no volver a coincidir con la que había sido su nuera. Cabe destacar el hijo de la Reina y Sarah Ferguson tuvieron dos hijas que les obligaban, de una manera y otra, a estar unidos de por vida.
Alejada de la Familia Real Británica
Desde que se divorciara del Príncipe Andrés, Sarah Ferguson se vio alejada de la familia real, aunque ya formaba parte de la historia de la Monarquía Británica. Durante años, Fergie estuvo prácticamente vetada en los eventos familiares de la Casa Real, nunca se dejaba ver con nadie de la familia que no fueran sus hijas. Sin embargo, y como trascendería a los medios tiempo después, la de Londres y su exmarido mantenían una muy buena relación.
Una nueva polémica
Y, cuando parecía que Sarah Ferguson no volvería a protagonizar ninguna otra polémica, en 2010 se hicieron públicas unas imágenes que volvían a mostrar a la Duquesa en una situación comprometida. Esta vez no se trataba de una infidelidad, Sarah Ferguson aparecía en un vídeo recibiendo un maletín lleno de dinero para conseguirle un trato de favor con el Príncipe Andrés a un supuesto empresario que realmente era un periodista.
"Estoy profundamente arrepentida de la situación y de la vergüenza pasada", aseguraría en una entrevista tiempo después en la que además confesó estar bajo los efectos del alcohol cuando se vio envuelta en aquella emboscada. Esta nueva polémica de Fergie no hizo más que empeorar su imagen pública, su relación con la Familia Real y especialmente con el que había sido su suegro que se mostraba una vez más muy tajante en su contra.
La reconciliación
Pero no toda la familia real mantenía esta postura con Sarah Ferguson. El Príncipe Harry aún guardaba mucho cariño y tenía muy buena relación con la que él considera aún su tía. Y gracias a él en 2018 volvimos a ver a Sarah Ferguson casi como si fuera una más de la familia real. La Duquesa de York fue una de las invitadas en la boda del Príncipe Harry y Meghan Markle, celebrada en mayo de dicho año. Eso sí, el Príncipe Carlos, gran detractor de su excuñada, se negó a contar con ella en la recepción de invitados que él mismo organizaba.
Este gesto de la Familia Real que germinó gracias al deseo de Harry de contar con al presencia de su tía en el día más especial de su vida fue interpretado por los medios y la opinión pública como una reconciliación entre Sarah Ferguson y la que durante años fue su familia política. Tanto es así que en el verano de 2018 pudimos ver a Fergie de vacaciones en el Palacio de Balmorar junto a sus hijas, su exmarido y otros miembros de la realeza. Con quien no coincidió fue con el Duque de Edimburgo, ya que ella misma abandonó la residencia real un día antes de la llegada de su exsuegro.
La boda de Eugenia de York
Si bien la boda de su sobrino sirvió como excusa para que Sarah Ferguson se aproximara a la familia real, en la boda de su propia hija no había forma de hacer que ella no destacara como parte de la familia. La Princesa Eugenia de York se unía en matrimonio con Jack Brooksbank con su madre al lado, como no podía ser de otra manera. Quien parecía que no iba a acompañar a la afortunada en su gran día era el Duque de Edimburgo, que no había confirmado su asistencia al evento pero finalmente sí acudió para disfrutar de la boda de su nieta.
De esta forma, volvíamos a ver a Sarah Ferguson en una instantánea de la Familia Real junto a su exmarido, la familia de este y, por supuesto, el gran enemigo de Fergie, el Duque de Edimburgo. Incluso algunas fuentes aseguran que la que fuera repudiada por los miembros de la monarquía británica conversó en diversos momentos tanto con la Reina Isabel como con el marido de esta en un tono relajado y animado, el propio de una celebración como lo era la boda de Eugenia de York.
Las sinceras declaraciones de Sarah Ferguson
Parece que la historia de esta enemistad tiene, por el momento, un final feliz y es que, tras la boda, Sarah Ferguson concedió una entrevista en la que habló de toda la familia real, incluido del Duque de Edimburgo. "Es un gran hombre. Tengo un enorme respeto por él y siempre le he admirado. Fue una fotografía encantadora de todos nosotros juntos. Fue estupendo estar con él de nuevo.
Mi padre y él solían jugar al polo juntos y me hace acordarme de él", dijo sobre el que fue su suegro haciéndonos pensar que disfrutaremos de una buena relación entre ellos en los próximos tiempos.