El hijo de la Reina de Inglaterra está realizando un viaje oficial por el país junto a su esposa durante 8 días en y en los que se han mostrado muy involucrados con su cultura.
El Príncipe Carlos y Camila de Cornualles han comenzado su gira real por Nueva Zelanda que durará 8 días. Nada más su llegada, estos fueron recibidos con unas una tradicional bienvenida maorí en la que no faltaron sus collares artesanales. Durante su primera jornada accedieron a un centro comunitario local en el que recibieron el cariño y afecto de los más pequeños vestidos con los trajes tradicionales. En concreto, una niña de 5 años no se ha podido contener y se ha lanzado hacía los brazos de la Duquesa de Cornualles para darle un abrazo y no se ha separado de ella en ningún momento.
Pero ha sido en el acto conmemorativo al que han acudido para colocar una corona de flores en el memorial de guerra Mount Roskill a los hombres caídos que lucharon en la tercera contingente de la Primera Guerra Mundial donde el nieto de la Reina Isabel no se ha podido aguantar las lágrimas. Este visiblemente emocionado ha sido el encargado de llevar la corona hasta el monumento mientras varios de ciudadanos observaban expectantes el acto. Después, tanto el Príncipe de Gales como Camila de Cornualles han podido disfrutar de una gran cantidad de actividades. Por un lado, la esposa del Príncipe se ha dirigido junto a las mujeres a aprender cuáles son algunas de sus recetas tradicionales y no ha dudado en ningún momento en remangarse el traje y ponerse manos a la obra amasando. Después, esta ha posado junto a varias mujeres que le han regalado un sombrero artesanal.
Muy involucrados en sus costumbres
La pareja ha acudido hasta The Hunting Lodge Winery donde pudieron visitar varias bodegas de un restaurante y degustaron algunos de los que se consideran los mejores vinos de la región y han visitado una empresa que se encarga de realizar obras de arte a través de materiales reciclados. Tanto el Príncipe de Gales como la Duquesa se han mostrado en todo momento muy involucrados con su cultura y no han dudado en ningún instante en realizar el saludo maorí llamado hongi, que consiste en juntar la nariz de las dos personas, con varios miembros de la Real Fuerza Aérea de Nueva Zelanda.