Fue extraño no ver a los Duques de Cambridge en el quinto día de competiciones en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, pues a lo largo de estas jornadas se han dejado ver en multitud de pruebas de diversas disciplinas, e incluso fueron a visitar a los deportistas a la villa olímpica junto al Príncipe Harry.
Todo volvió a la normalidad al día siguiente, pues el Príncipe Guillermo y Kate Middleton retomaron su actividad olímpica asistiendo a dos competiciones. La primera de ellas les llevó a Wimbledon, donde disfrutaron con la victoria de su compatriota Andy Murray, que se llevó por delante al español Nico Almagro.
Los Duques de Cambridge son muy aficionados al tenis y nunca faltan a Wimbledon, por lo que no resultó raro que fueran a apoyar al mejor tenis británico del momento. Además, la pareja se mostró entusiasmada, tanto que no dudaron en hacer la ola con el resto del público y en celebrar abiertamente el triunfo de Murray.
No contentos con eso se desplazaron al Velódromo para asistir a una competición de ciclismo en pista, donde otra vez volvieron a sonreír gracias a la actuación del equipo de Gran Bretaña, que se llevó el oro y batio récord del mundo.
Allí, los Duques de Cambridge se mostraron totalmente eufóricos y se olvidaron del protocolo regio para emocionarse con la victoria de su país, aunque más comedidos que en el caso de la Princesa Charlene de Mónaco, que revivió su participación en pasados Juegos Olímpicos con el equipo de natación de Sudáfrica y se desató cuando vio ganar a su compatriota Le Clos.
Las Princesas de York animaron a los británicos
Los abrazos, gritos y saltos no fueron exclusivos de Guillermo y Kate, pues en el velódromo estuvieron acompañados por otros miembros de la Familia Real Británica como el Príncipe Harry, que también ha asistido a un importante número de competiciones.
Por su parte, los Condes de Wessex, la Princesa Ana, todavía emocionada por la medalla de plata en hípica conseguida por su hija Zara Phillips, y las Princesas Beatriz y Eugenia también siguieron con atención la victoria de los británicos, sobre todo las Princesas de York, que gritaron y animaron como nadie a sus compatriotas.