El Duque de Edimburgo regresó a Sandringham tras el accidente, pero tras dos días en reposo y una vez se comprobó que estaba perfectamente, volvió a coger el coche, un todoterreno nuevo, y tuvo la temeridad de no ponerse el cinturón de seguridad. Este escándalo se unió a las declaraciones en televisión de Emma Fairweather, que criticó al Príncipe Felipe y a la Casa Real Británica por no haberse preocupado por ella tras el accidente, un siniestro provocado por culpa del consorte real.
La disculpa del Príncipe Felipe
"Querida Señora Fairweather. Me gustaría que supiera lo que lamento mi participación en el accidente del cruce de Babingley. He pasado por ese cruce en multitud de ocasiones y sé la cantidad de tráfico que pasa por allí. Hacía un día muy soleado y sobre las tres de la tarde, el sol brillaba sobre la carretera. En condiciones normales no habría tenido problema en ver el tráfico que venía de Dersingham, pero no vi venir su coche y estoy muy arrepentido por las consecuencias", manifestó el Príncipe Felipe.
"Estuve muy agitado y preocupado después del accidente, pero me sentí aliviado al saber que no han resultado heridas de gravedad", prosiguió el Duque de Edimburgo. "Cuando la multitud comenzó a agolparse, un oficial de la policía local me recomendó que regresara a Sandringham. A partir de entonces me enteré de que se rompió el brazo. Lamento profundamente esta lesión. Le deseo una pronta recuperación de esta experiencia tan angustiosa. Suyo sinceramente, Philip", finalizó el consorte real, que con casi un siglo de vida ha tenido que dejar su orgullo al lado y reconocer que ha obrado mal. El siguiente paso debería ser aceptar su edad y sus limitaciones y no volver a conducir jamás.