El pasado jueves 4 de mayo, Reino Unido amaneció con evidentes nervios. No se trataba de nada relacionado con el Brexit, sino con la Familia Real Británica. La Reina Isabel había convocado de urgencia a todo el personal de la Casa Real a Buckingham Palace para una reunión que se celebraría esa misma mañana. Esa premura hizo pensar que algo pasaba, ya que aunque los encuentros del personal no tienen que significar nada, sonaba extraño tamaña precipitación.
El país entero, y parte del mundo, miraba hacia la residencia principal de la Monarca, hasta que a las 11:00 horas se confirmó una noticia que sorprendió a quienes incluso habrían planteado una hipotética abdicación de Isabel II. Lo cierto es que quien se retira es el Duque de Edimburgo, que tras casi 70 años como miembro de la Familia Real Británica, dice adiós a la vida oficial.
"Su Alteza Real el Duque de Edimburgo ha decidido que dejará sus compromisos oficiales en otoño de 2017. En esta decisión, el Duque cuenta con todo el apoyo de la Reina. El Príncipe Felipe seguirá adelante con su agenda prevista hasta agosto, tanto individual como junto a la Reina. Posteriormente, el Duque no aceptará nuevos compromisos, invitaciones para visitas ni compromisos, aunque podría aparecer en algunos actos ", señala el comunicado enviado por Buckingham Palace.
"El Duque de Edimburgo es Patrón, Presidente y miembro de 780 organizaciones con las que seguirá en contacto, aunque no mantendrá un papel activo en cuanto a representación oficial de las mismas", finaliza el histórico texto sin precedentes en una Casa Real Británica en la que los consortes suelen vivir más que los reyes, y por tanto no tienen necesidad de retirarse.
Una vida singular de casi un siglo
Así, el Príncipe Felipe cerrará casi 70 años de vida oficial con 22.191 actos oficiales. En agosto dirá adiós a su agenda, aunque seguirá vinculado a las organizaciones a las que ha apoyado durante estos años, y seguramente se le seguirá viendo en compromisos más de corte familiar que institucional. Quizás tras esta decisión haya motivos de salud, ya que el próximo 10 de junio cumplirá 96 años, una edad muy avanzada a la que llega en óptimas condiciones; de todos modos, los años no pasan en balde, y todo apunta a que el Duque de Edimburgo ya no está en condiciones de soportar una agenda llena de compromisos que hasta ahora no ha querido recortar.
El Príncipe Felipe nació en el seno de una Familia Real. Fue el quinto hijo y único varón del Príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca y de la Princesa Alicia de Battenberg, una corte pobre que conocía más el exilio que las comodidades de Palacio.
Con un clan desestructurado y tras varias desgracias familiares, su tío Lord Mounbatten le cuidó como a un hijo, guió sus pasos hasta la Marina Real de Reino Unido y fue lo suficiente hábil para que la Princesa Isabel, entonces heredera al trono, se fijara en el apuesto príncipe griego. La boda se celebró el 20 de noviembre de 1947 y de esa unión han nacido cuatro hijos, Carlos, Ana, Andrés y Eduardo, 8 nietos y 5 bisnietos.
No han sido fáciles estos 70 años debido a las tensiones de un matrimonio que ha sufrido el hecho de que el Duque de Edimburgo haya estado siempre en un segundo plano con respecto a Isabel II. Pese a todo, ella siempre le pidió lealtad a su persona y a la Corona, ya que su fidelidad sabía que jamás la iba tener. Y así se ha mantenido el matrimonio más longevo de la realeza, una pareja que se ha apoyado y que vuelve a hacerlo en la decisión más difícil del Príncipe Felipe. A cuatro años de que se cumpla un siglo de su nacimiento, es hora de descansar.