Mientras, la Primera Ministra acudió al convite tras celebrar una rueda de prensa junto con el Presidente esa misma tarde, que derivó en un pacto favorable para los dos países. De esta forma las diferencias entre los royals y los políticos parecieron disiparse en una noche en la que Trump se sentó a cenar entre el Príncipe Carlos y la máxima defensora del 'Brexit'.
Una cena más íntima y 'normalita'
El menú escogido por la Primera Dama parecía satisfacer los gustos de su marido, que suele frecuentar restaurantes de comida rápida. Aunque en este caso el producto fuese exquisito y cocinado por los mejores chefs, los platos que se presentaron fueron ternera con patatas y helado de vainilla de postre. Nada que ver con el menú que presentó la Reina más longeva de las monarquías europeas: cordero de Windsor, filete de mero y variadas guarniciones. Pero donde mejor se pudo ver el contraste entre el gusto inglés y el americano fue en la bebida: mientras la noche del lunes incluía botellas de Château Lafite cosecha de 1990, un vino de Burdeos que se sitúa entre los más caros del mundo, en la Casa Windfield se sirvió Iron Horse, un vino californiano que ronda los 30 euros la botella.
La cena transcurrió con un ambiente distendido, mientras un dispositivo de seguridad vigilaba atentamente los alrededores de la embajada. La seguridad se extremó después de lo ocurrido esa misma tarde, cuando una manifestación multitudinaria se reivindicó en contra del mandatorio republicano. Los manifestantes salieron a las calles de Londres exponiendo todo tipo de parodias, como un globo de un 'baby Trump' o un hombre cubierto por una máscara con el rostro del Presidente en el interior de una jaula. Trump negó lo ocurrido, diciendo que se trataba de "fake news".