Cuando los matrimonios regios dejaron de arreglarse se podía pensar que los príncipes y princesas encontrarían el amor en compatriotas. En algunos casos ha sido así, como ha ocurrido con la Reina Letizia, Mette-Marit de Noruega, Daniel de Suecia o Kate Middleton, pero no ha ocurrido en el caso de las consortes danesas o la de Países Bajos. Mary de Dinamarca es australiana y habla inglés, pero aprendió a dominar el danés, al igual que su cuñada, la francesa Marie de Dinamarca. En cuando a la argentina Máxima de Holanda, no tuvo demasiados problemas para dominar el neerlandés, que no es precisamente fácil para una persona que tiene el español como lengua materna.
En Mónaco están acostumbrados a manejarse en francés, la lengua más usada, aunque también existe el monegasco, que está protegido. Así, Charlene de Mónaco tuvo que aprender francés para convertirse en esposa de Alberto de Mónaco y por tanto en Primera Dama del principado. Para cuando se anunció el compromiso en 2010 y se celebró la boda en julio de 2011, la Princesa Charlene, criada en Sudáfrica y con el inglés como lengua materna, ya había recibido clases de francés e incluso de monegasco. Sin embargo, no se encuentra cómoda en francés.
Su primer discurso público en esta lengua tuvo lugar en 2015 con ocasión del décimo aniversario de reinado de Alberto II. Su declaración de amor pública fue en la lengua de Mónaco, y aunque no lo hizo mal, no se puede decir que estuviera más suelta. En otras intervenciones ha preferido usar el inglés, que es el idioma en el que habla con el Príncipe Alberto, que lo domina a la perfección. Ha habido momentos en los que ha intentado hablar en francés, pero ha terminado pidiendo volver al inglés para estar más cómoda. No se puede decir que Charlene de Mónaco no sepa francés, pero desde luego no ha llegado al nivel deseado y deseable para una Princesa de Mónaco.
El pobre francés de Grace Kelly
Lo curioso es que no es nada nuevo para las consortes Grimaldi. Cuando Rainiero de Mónaco buscaba una mujer con la que formar una familia y perpetuar la dinastía se fijó en una actriz estadounidense de origen irlandés que había viajado a Mónaco para rodar 'Atrapa un ladrón', de Alfred Hitchcock. El romance fue un hecho y Grace Kelly lo dejó todo atrás, es decir, su familia, su carrera, su país y toda su vida anterior para ser Princesa de Mónaco. Tuvo mucho que aprender, y entre esas tareas destacó el francés. Al igual que esa nuera a la que nunca conoció, logró aprender francés, aunque nunca estuvo realmente cómoda usándolo y siempre prefirió su lengua materna. Eso sí, ni en las entrevistas obviaba el francés, y aunque no llegó a reconocerlo, sí incluyó el tener que usar otra idioma como una de las dificultades a las que se había tenido que enfrentar como Primera Dama del principado monegasco.
Por si había dudas al respecto, la propia hija de Grace Kelly corroboró que su madre nunca habló francés con la fluidez que cabría esperar. Durante una entrevista que concedió junto a Carlota Casiraghi a Madame Figaro, la Princesa de Hannover recordó su infancia y aseguró ser una buena estudiante, aunque no podía contar con la ayuda de Grace de Mónaco: "Me encantaba ir al colegio y era muy buen estudiante, pero debido al pobre francés de mi madre, recibí pocos elogios por presentar mis cuadernos, lo que me molestó un poco". De esta forma, Carolina de Mónaco pone en evidencia lo que para la Princesa Charlene es un hecho, que el francés ha sido un problema para las consortes monegascas.