Después de unos meses que parecían idílicos, estalló la tormenta en la Familia Real Británica. La Duquesa de Cambridge y la de Sussex no se llevan tan bien como parecía, y de hecho, hay informaciones que apuntan a que esta última habría hecho llorar a su cuñada tras una discusión. El descubrimiento de este 'lado oscuro' de Meghan Markle ha supuesto todo un escándalo pero ahora se sabe que no es la primera vez que algo así ocurre en la Familia Real Británica.
Tal y como recuerda Vanitatis, hace años esta escena ya tuvo lugar pero con dos protagonistas muy distintas: por un lado la Princesa Diana de Gales y por otro Sophie Rhys-Jones, quien en aquellos momentos era únicamente la novia formal del Príncipe Eduardo de Inglaterra. De hecho, fue el día de su presentación a la Familia Real cuando se produjo el desencuentro.
Todo empezó cuando Isabel II vio por primera vez a la novia de su hijo menor y, tras darle su aprobación, decidió presentársela a la Reina Madre para que esta le diese una segunda opinión. Fue así como ambas programaron un almuerzo en el que reunieron a todos los miembros de la familia Mountbatten-Windsor con el objetivo de recibir cálidamente a la que sería su nueva incorporación.
Una escena difícil de olvidar
En un momento dado, los hombres y las mujeres se separaron: ellos se fueron al jardín y ellas se quedaron tomando el té. Fue entonces cuando apareció la Princesa Diana en escena y empezó a 'interrogar' a la invitada con preguntas muy indiscretas del tipo ¿De qué trabajas?, ¿Cuánto cobras? o ¿A qué se dedica tu familia? Por si esto no fuera suficiente, la esposa del Príncipe Carlos empezó a juzgar la ropa que llevaba su interlocutora.
La novia del Príncipe Eduardo no pudo soportarlo y aunque todas las mujeres allí presentes estaban de su parte, decidió abandonar la sala. Al rato entró el príncipe y se la encontró llorando en su habitación. Poco más se sabe de cómo fue la relación entre ambas mujeres durante el poco tiempo en el que coincidieron, pero al final la Condesa de Wessex ha sobrevivido de manera sobresaliente a la experiencia de ser una plebeya convertida en royal. Eso sí, nunca ha alcanzado las tasas de popularidad de su cuñada.