La decisión de lanzar el mensaje no fue cosa del Gobierno, como se dijo, sino que la tomó la Casa Real 2 días antes de la emisión. Además, el Rey estaba convencido de que tenía que actuar no solo por lo que se había vivido el 1 de octubre, sino por la humillación a la que fue sometido después de los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils del 17 de agosto.
El Jefe del Estado regresó a Madrid "indignado y ofendido". No era la primera vez que le abucheaban, ni tampoco será la última, pero eso fue diferente. Se sintió humillado y triste, y se juró a sí mismo que sería contundente contra el independentismo, que no había tenido piedad con él.
El discurso provocó el aplauso de unos y las críticas de otros. Felipe VI ha sentido desde entonces más cariño de una parte de la sociedad, aunque sabe que no todo el mundo ha estado de acuerdo con sus palabras, esperando del Jefe del Estado, que ejerce como árbitro y moderador, tuviera un discuso más dialogante.
¿Un Rey sin Corona
En otro orden de cosas, al reportaje señala lo institucional que se ha vuelto todo con Felipe VI, con un carácter muy alejado de la campechanía del Rey Juan Carlos, muy cercano y relajado. El Rey no solo quiere proteger la Corona, tan maltratada en los últimos años, y no quiere dar pasos en falso, sino que su carácter le hace ser más hermético. De todos modos, sus amigos confiesan que cuando se abre, es divertido y entregado. "Cuando está con los amigos, es más abierto y bromista", confiesa un buen amigo.
Por otro lado, cuando hay un conflicto ente el rey y la persona, siempre gana el Rey. Eso sí, en privado ha llegado a confesar, que si el deseo de la mayoría de los españoles fuera no tenerle como Rey, no tendría problema en renunciar. De hecho, a veces ha imaginado una vida lejos de la Corona.