1Heredera casi discriminada
Al ser la primera hija del Rey, se convirtió automáticamente en heredera al trono de Suecia. En el reino escandinavo había Ley Sálica, por lo que al nacer mujer perdería su posición si tenía un hermano, como así sucedió. Soplaban tiempos de cambio, y además, los médicos comunicaron a la Reina que sería complicado que volviera a concebir.
El enfado de Carlos Gustavo fue mayúsculo. Entendía el cambio en la Ley, pero no aceptaba el carácter retroactivo, y opinaba que era mejor que su heredero fuera el Príncipe Carlos Felipe, su hijo varón. Ya nada pudo hacer, y solo le quedó aceptar la situación y preparar a Victoria como su sucesora. El tiempo ha pasado, y la Princesa Victoria ha demostrado ser una digna heredera, con mayores niveles de aceptación que su padre. El Monarca ha terminado loando las capacidades de su hija como futura reina, aunque siguiendo en sus trece, expresó públicamente que al igual que él, la ciudadanía preferiría que le sucediera un varón. Nada de esto ha hecho mella en la relación de Victoria con su padre, al que adora.
2 La dislexia, un problema compartido
La dislexia es un problema que provoca que quien lo sufre no pueda leer con fluidez. Sus tentáculos se extienden también a la escritura, lo que dificulta el aprendizaje y exige a los niños una dosis extra de trabajo para poder lograr sus objetivos. Este padecimiento es muy común en la Familia Real Sueca, tanto que la padecen el Rey Carlos XVI Gustavo y sus tres hijos.
La Princesa Victoria ha confesado lo mal que lo pasó al darse cuenta de que no era como los demás, que todo le costaba un esfuerzo añadido, y lo peor de todo, que sus compañeros no entendían que sufría dislexia y se reían de ella. La heredera confesó que había sufrido acoso escolar y que había vivido un infierno: "En el colegio oía cosas que me hacían daño. Era incapaz de leer o de escribir. Las letras pegaban saltos y todos se reían de mí". Lo llevó tan mal que se echaba la culpa y se sentía tonta: "Solía pensar que era estúpida y lenta".
Afortunadamente, con mucho esfuerzo y comprensión ha logrado convivir con este problema y desarrollar sus compromisos oficiales con total normalidad. En ese sentido, lucha también contra prosopagnosia, una condición que crea problemas a la hora de recordar caras y nombres. Con esto también ha podido.
3 Una enorme piedra en el camino: la anorexia
Lo que había sufrido con la dislexia no era nada con lo que le esperaba. A los 18 años padeció anorexia, un trastorno alimenticio que la llevó al límite y que estaba acompañada de una ansiedad que le debilitaba día tras día. Esta enfermedad no fue llevada en silencio, sino que la Casa Real Sueca habló de un desorden alimenticio. Dejó sus compromisos académicos a un lado para centrarse en su recuperación, que siguió en Estados Unidos.
Victoria Bernadotte logró marcar límites y exigirse mucho, pero sin caer en obsesiones enfermizas. Consiguió exteriorizar lo que sentía y no culparse tanto como hacía hasta entonces. Finalmente superó la anorexia y ha aprendido a vivir con la ansiedad. Nunca se ha ido del todo, pero ahora tan solo es un recuerdo lejano que mantener a raya. Afortunadamente, es fuerte.
4 Una complicada historia de amor con final feliz
Victoria de Suecia mantuvo una relación con Daniel Collert que acabó malográndose. No era su amor verdadero, ese hombre estaba por llegar y le conoció cuando le contrató como entrenador personal en 2002. Se enamoraron, pero aunque todo era perfecto entre ellos y Daniel Westling era un hombre estupendo, los Reyes de Suecia no pensaban lo mismo y se opusieron al romance, sobre todo el Monarca.
La ciudadanía tampoco le veía demasiado preparado, no caía especialmente bien ni le veían el consorte adecuado para quien está llamada a ser Reina de Suecia. La presión fue haciendo mella, y en 2006 rompieron. Daniel Westling abrió una cadena de gimnasios e intentó olvidar a la Heredera, al igual que ella, pero no se le pueden poner diques al mar, y a finales de ese año se reencontraron y retomaron su historia de amor, ese romance que nunca debió haber terminado.
Un año después, Victoria y Daniel ya vivían juntos, una costumbre y extendida entre la generación posterior a la del Rey Carlos XVI Gustavo, y en 2009, el Monarca concedió por fin a su primogénita permiso para contraer matrimonio, así como el Parlamento. Si no hubiera dado su brazo a torcer, la Princesa Victoria habría tenido que renunciar al trono por amor. Afortunadamente, el Jefe del Estado entendió que su hija ha sentido lo mismo que en su día sintió él por Silvia Sommerlath, una azafata alemana totalmente ajena a la realeza.
El 24 de febrero de 2009 se hizo oficial el compromiso, aunque tuvieron que esperar hasta el 19 de junio de 2010 para casarse. La boda, que tuvo lugar 34 años después de la de los Reyes, se celebró por todo lo alto en la Catedral de San Nicolás de Estocolmo ante las Casas Reales de todo el mundo. Olof Daniel Westing pasaba a ser Su Alteza Real el Príncipe Daniel de Suecia, Duque de Västergötland. Su amor, que sigue intacto pese al correr de los años, fructificó dos veces. El 24 de febrero de 2012 nació su primogénita, la Princesa Estela, y cuatro años más tarde, el 2 de marzo de 2016, vino al mundo el Príncipe Oscar. Han pasado malos momentos, pero los buenos lo superan todo. Una vez más, Victoria ha vencido.