Tal y como ha confesado Colin Tebbutt, exconductor de la Princesa, que esta estuviese en la capital francesa aquel fatídico 31 de agosto de 1997 fue una decisión tomada en el último momento. Según el plan establecido para el verano, Lady Di regresaría a Londres el día 28 de agosto, en cambio, fue ella misma la que solicitó permanecer en Francia unos días más y tomar el vuelto de regreso a casa durante el fin de semana.
El motivo de esta precipitada no fueron otros que las duras críticas que la propia Diana Spencer llevaba recibiendo los últimos días por su opinión sobre las minas antipersona: "Ella no volvió el jueves como estaba programado porque los conservadores británicos la estaban atacando de nuevo de utilizar su campaña para mejorar su imagen", confiesa ahora su Tebbut 24 años después de su muerte: "Fue desagradable para ella y se molestó". Por este mismo motivo, la propia Lady Di solicitó a su equipo retrasar su viaje para no tener que hacer frente en ese momento a toda la situación que la esperaba en Reino Unido. "Si hubiera regresado el jueves tal vez todo siguiesen vivos", se lamenta.
La polémica en torno a las minas antipersona había comenzado meses atrás, a comienzos del año 97, durante la visita de la Princesa a Angola. Fue entonces cuando protagonizó las famosísimas imágenes en las que ella misma recorría un campo de minas antipersona únicamente protegida por un chaleco antibalas. Un recorrido que años más tarde haría también su hijo pequeño, el Príncipe Harry.
Los conservadores, en pie de guerra con Lady Di
El por aquel entonces Ministro de Defensa Earl Howe aseguró que Lady Di era "una bala perdida mal informada" en torno a todo ese tema. Peter Vigger, también del partido conservador, aseguró que los argumentos de la que había sido esposa del Príncipe Carlos no tenían fundamento y que su gestión de la situación estaba al nivel de la de la actriz Brigitte Bardot y su defensa de los gatos.
Todo había vuelto a revolucionarse en torno a este tema por una entrevista que la propia Lady Di había concedido durante el verano a un periódico francés. Esta aseguró que el gobierno británico conservado había tenido una actitud "desesperada" en sus últimos meses en el poder hasta que perdió la elecciones en mayo del 97 y no dudó en dar un voto de confianza al entonces presidente Tony Blair reconociendo que harían "un trabajo excelente".