El 22 de mayo de 2004 la primera boda real en España Rey o Príncipe de Asturias en territorio nacional desde el enlace de Alfonso XIII con Victoria Eugenia de Battenberg. En esta ocasión los contrayentes eran el Príncipe Felipe y Letizia Ortiz Rocasolano. Con ese enlace se terminaba la larga soltería del Príncipe de Asturias, que se casaba con 36 años con una periodista de 31 que lo dejó todo para estar al lado del Heredero de la Corona y asegurar así el futuro de la Institución.
Todo comenzó para los españoles aquel 1 de noviembre en el que Casa Real anunció el compromiso entre el Príncipe Felipe y Letizia Ortiz, una cara conocida por los españoles al ser presentadora del Telediario de máxima audiencia en televisión, pero totalmente alejada de los círculos reales. El 6 de noviembre tuvo lugar la pedida de mano, y seis meses y medio después llegó la boda.
Los fastos comenzaron con una cena de gala en el Palacio de El Pardo al que asistieron Casas Reales y gobernantes de todo el mundo. A la mañana siguiente Madrid amanecía gris y lluvioso, lo que lamentablemente acompañaría durante toda la jornada.
Los invitados comenzaron a tomar posiciones en la Catedral de La Almudena de Madrid antes de que llegara el cortejo real, que salió por la Puerta del Rey del Palacio Real. Los primeros en desfilar fueron los Duques de Calabria, seguidos por los Duques de Soria, los Duques de Palma, los Duques de Lugo, la Infanta Pilar y el Rey y finalmente la Reina Sofía y el Príncipe Felipe. Aunque parecía que el tiempo iba a respetar, Doña Sofía pidió un paragüas para no mojarse antes de entrar en la Catedral.
La lluvia hace su aparición
Media hora después hacía su aparición la novia, Doña Letizia, que iba a haber hecho su entrada triunfal acompañada por los pajes, que fueron Felipe y Victoria de Marichalar, Juan, Pablo y Miguel Urdangarín, Carla Vigo, sobrina de la novia, y Victoria López de Quesada, nieta de los Duques de Calabria. Debido a que ya jarreaba, recorrieron el espacio que separa el Palacio Real de La Almudena en coche con el padre de la novia, Jesús Ortiz. Pese a que se quedaron sin protagonismo, Froilán tuvo su parte cuando fue enfocado por las cámaras en el momento en el que le pegaba una patada a su prima Victoria López de Quesada.
Por fin se desveló el gran secreto, el traje de novia. La inminente Princesa de Asturias lució un diseño de Manuel Pertegaz de color blanco con manga larga, escote en pico y una cola que alcanzaba los 4,5 metros de largo. Como todas las esposas de los Príncipes, Doña Letizia llevó una tiara, que fue la misma con la que la Reina Sofía se casó con Don Juan Carlos en 1962 y que fue regalo del Káiser Guillermo II a su hija Victoria Luisa de Prusia al casarse con el Príncipe de Hannover. Esta pareja son los abuelos maternos de Doña Sofía.
Recorrido por Madrid y saludo desde el Palacio Real
Mientras la novia entraba en el templo del brazo de su padre sonaba el 'allegro' del Concierto para Organo y Orquesta Opus 7 número 3 de Händel. Jesús Ortiz dejó a su hija Letizia junto al Príncipe, que le recibió con un beso. Comenzaba así una larga ceremonia de una hora y media oficiada por el arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela. En esta ocasión, el Príncipe no se olvidó de pedir permiso al Rey como pasó con la Infanta Elena en su boda con Jaime de Marichalar. Felipe y Letizia se juraron amor y fidelidad y se entregaron los anillos y las arras.
Finalizado el enlace sonó 'El Mesías' de Händel, que se escuchaba en la Catedral mientras los Príncipes de Asturias salían hacia la puerta, donde les esperaban varios compañeros de promoción de Don Felipe que hicieron un arco de honor con sus sables para que pasara el matrimonio. Comenzaba así el recorrido por las calles de Madrid bajo la lluvia, que les llevó por distintos puntos de la capital de España hasta la Basílica de Nuestra Señora de Atocha, donde Doña Letizia dejó su ramo de novia ante la imagen de la Virgen de Atocha, tal y como manda la tradición. A su regreso al Palacio Real, los novios salieron al balcón a saludar, y ante la petición popular se dieron un beso, pero a diferencia de sus homólogos europeos solo se besaron en la mejilla. Posteriormente llegó el banquete nupcial para el millar de invitados, lo cual ya fue a puerta cerrada, acabando así con la boda real más importante en España en un siglo.