Resulta que entre la realeza británica existe una tradición que viene del siglo XIX según la cual todos los comensales a la cena de Nochebuena (y a la posterior comida de Navidad) deben pesarse en presencia de toda la Familia Real. Y no sólo eso, si no que tendrán que subirse a la báscula en dos ocasiones: al comienzo de las fiestas y al término de estas.
Aunque pueda resultar extraño e incluso descortés, se trata de algo que comenzó a hacer el Rey Eduardo VII (bisabuelo de la actual monarca) con un único objetivo: comprobar si sus invitados habían disfrutado de la comida ofrecida. Para ello hay una persona encargada de tomar nota del peso para posteriormente comparar el antes y el después.
Unas navidades tradicionales
Más allá de esta peculiar tradición, lo cierto es que la Familia Real Británica suele ser muy rutinaria a la hora de disfrutar de la Navidad. De manera prácticamente inalterable, las acciones que llevan a cabo durante esas fechas consisten en ver el discurso de la Reina en televisión, hacer intercambio de regalos y acudir a misa.