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Después del 29 de marzo, día de la muerte de su hermano Alfonso, el 14 de abril es probablemente la peor fecha para el Rey Juan Carlos. Primero por lo que simboliza, el día de la proclamación de la II República Española, y después por los sucesos de Botsuana de primavera de 2012, que provocaron la mayor crisis de su reinado en los 36 años que habían pasado desde su proclamación.
Corrían ya malos tiempos para la Monarquía, muy malos. En otoño de 2011 había estallado el 'Caso Urdangarín'. El año había terminado con el hasta entonces yerno perfecto apartado de los actos oficiales, arrastrando consigo a la Infanta Cristina, y con una imputación para el exjugador de balonmano. En febrero de 2012 llegó la declaración de Urdangarín ante el juez Castro. En aquel momento exculpó a Casa Real, pero el daño ya estaba hecho.
Con noticias día sí y día también que amenazaban el prestigio de la institución y con una guerra interna abierta entre los entonces Duques de Palma y los Príncipes de Asturias, el Rey Juan Carlos se impacientaba, pero se creía a salvo de todo. El lunes 9 de abril estalló otra bomba: Froilán se hirió el pie derecho al dispararse accidentalmente cuando estaba en la casa familiar de los Marichalar en Soria, con el consiguiente escándalo. Precisamente mucho se habló de la ausencia del Rey Juan Carlos en el hospital en el que se recuperaba el adolescente, y por el que pasaron la Reina Sofía, la Infanta Elena y Don Felipe y Doña Letizia con sus hijas. ¿Por qué Don Juan Carlos no visitaba a su nieto favorito?
La respuesta llegó de forma inesperada días más tarde... El 14 de abril de 2012, España se sorprendió al leer esta nota: " Su Majestad el Rey ha sido intervenido quirúrgicamente de su cadera, esta madrugada, en el Hospital USP San José (Madrid) por el Dr. Ángel Villamor. Don Juan Carlos había sufrido una fractura en tres fragmentos de la cadera derecha, asociada a artrosis de dicha articulación. Se ha realizado una reconstrucción de los fragmentos de la fractura femoral, colocándose en el mismo acto quirúrgico una prótesis de cadera. Su Majestad el Rey ingresó anoche en el citado hospital a su regreso de un viaje privado a Botsuana, donde se dañó la cadera en una caída accidental ".
Poco a poco empezaron a conocerse más detalles. ¿Qué hacía el Jefe de Estado de viaje privado en un país africano mientras España estaba sufriendo los peores envites de la crisis? El paro y la prima de riesgo estaban desbocados, la amenaza de rescate sobrevolaba la nación, y de hecho en junio hubo un rescate bancario... mientras tanto, Don Juan Carlos aceptaba la invitación para ir a una cacería de elefantes a Botsuana. La mano ejecutora fue Mohamed Eyad Kayali, un sirio que era el hombre de confianza del Príncipe Salman bin Abdulaziz al Saud, ministro de Defensa de Arabia Saudí. Todo era un pago por los servicios prestados por la adjudicación del contrato del conocido como 'AVE del desierto' entre La Meca y Medina, un éxito de Juan Carlos de Borbón por el que fue premiado.
No solo el Rey se iba a disfrutar de lujosos viajes privados, sino que encima su cometido era cazar elefantes, lo que le valió críticas en todo el mundo, y sobre todo en España, donde hasta la prensa tradicional le dio la espalda. Su propia familia, la Familia con mayúsculas, afeó lo que había ocurrido, y la Reina Sofía le pagó con indiferencia, ya que cuando regresó a España para ser operado ella estaba en Grecia con sus hermanos celebrando la Pascua Ortodoxa, y no canceló sus planes. Estaba dolida, y al entrar en el Hospital San José de Madrid estuvo media hora. Fue criticada (injustamente), y realizó más visitas y más largas. Doña Sofía había sufrido varias humillaciones como esposa, y aunque antiguas relaciones del Monarca habían sido comentadas, nunca antes con el énfasis con el que se habló de esta mujer que removió los cimientos de la Casa Real y rompió un poco más el corazón de una griega que decidió ser española por deber y querer.
Corinna
Y es que el Rey Juan Carlos no fue solo a África. En esos días de ensueño, hasta que terminó por los suelos en su bungalow, estaba junto a Corinna zu Sayn-Wittgenstein y su hijo Alexander. Mientras se sucedían las informaciones en relación a la salud del Jefe del Estado y las críticas por su actuación, la prensa sacó a relucir el nombre de esta alemana que era mucho más que una amiga para el Rey Juan Carlos, eso sí, de amiga se le tildó, concretamente de 'amiga entrañable'.
De esa señora no se sabía nada, pero resulta que al final se sabía todo. Nació en 1965 como Corinna Larsen, hija de Bonning Finn Larsen, director de la extinta aerolínea brasileña Varig. Se ha casado dos veces, primero con el empresario británico Philip Atkins, padre de su hija mayor, Anastasia. El matrimonio no funcionó, y tras su divorcio se casó con el Príncipe Casimir zu Sayn-Wittgenstein-Sayn, miembro de una rama de la casa nobiliaria que lleva el citado apellido. De esta unión nació un niño, Alexander, que vino al mundo en 2002. Su segundo matrimonio fue disuelto, aunque se quedó con el título y el apellido. Desde entonces se hace llamar Corinna zu Sayn-Wittgenstein-Sayn.
La alemana es toda una conseguidora que ha sabido crear una gran fortuna prestando sus servicios a miembros de Casas Reales o a empresas. Mantuvo una relación con el Rey Juan Carlos, con el que realizaba frecuentes viajes privados e incluso oficiales, lo que al saberse ha generado importantes críticas. Se dice que llegó a llevarse 30 millones de euros por su trabajo durante el tiempo que duró su idilio con Juan Carlos de Borbón, y ella misma ha llegado a comentar que había sido una "consejera estratégica". Lo cierto es que tras el accidente de Juan Carlos I, salió escopetada de España de malas maneras y se le prohibió que volviera. Eso sí, ella se despachó a gusto de entrevista en entrevista y hasta en un podcast en el que dejó al Rey Juan Carlos en muy mal lugar.
La vergüenza de un rey
En cuanto a Juan Carlos I, el 18 de abril recibió el alta en el Hospital San José, pero antes pronunció 11 palabras para la historia que hirieron su orgullo de rey y de Borbón. España entera estaba indignada, y necesitaba al menos oír que se arrepentía de lo que había hecho, aunque en su fuero interno no fuera así: "Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir". Desde entonces todo fue cuesta abajo para el Monarca que ayudó a construir la Democracia en España. Su nombre fue implicado en el Caso Urdangarín, su salud se fue deteriorando cada vez más, y la Familia Real se desmembró hasta límites insospechados. Además, los ciudadanos dejaron de apreciar y admirar al viejo Rey Juan Carlos, cuya valoración estaba por los suelos.
Acorralado por los escándalos, sin apoyo popular, con voces discordantes dentro de la Casa Real, con el Caso Urdangarín acechando y azotando, y con muchos dolores, movilidad reducida y pocas facultades ya para ostentar el cargo más importante de España, se fue gestando una abdicación que en principio no contemplaba y que anunció el 2 de junio de 2014. Don Juan Carlos deseaba morir con las botas puestas, o al menos llegar al 22 de noviembre de 2015 para celebrar sus 40 años en el trono. Al final no pudo ser, y para salvar la Corona dio un paso atrás y se retiró, dejando sitio a su hijo Felipe, desde el 19 de junio de 2014 Su Majestad el Rey Felipe VI. De no haber tenido lugar la caída en la que se rompió la cadera y echó a perder su pasado, presente y futuro, quizás Juan Carlos I hubiera seguido en el cargo. Eso es algo que nunca se sabrá, lo que sí ha quedado de manifiesto es que nunca dejará de arrepentirse de lo que pasó, ya que le hizo perder la salud, el favor de la ciudadanía, la Corona y Corinna. ¿Qué fue lo que más le dolió? Probablemente que haya gente que, en lugar de recordarle por todo lo bueno que hizo, le recuerde como el de Corinna y los elefantes. Eso por no hablar de sus escándalos económicos. Pero esa es otra historia.