Pocas parejas pueden presumir de haber pasado juntas, o al menos haber estado casadas más de 70 años. Para ello tienen que haberse casado jóvenes y contar con una enorme longevidad, lo que no siempre se da en el caso de ambos miembros de la pareja. El Duque de Edimburgo nació el 10 de junio de 1921, mientras que la Reina Isabel vino al mundo el 21 de abril de 1926, por lo que queda claro que el matrimonio real ha logrado alcanzar una edad avanzada. Ellos han conseguido vivir una longeva unión que ha estado llena de alegrías, risas y emoción, pero también de infidelidades, llantos, discusiones y problemas. No fue fácil ni el comienzo, pero han sabido sortear las dificultades por su bien, por el de la Familia Real y por el Estado. Así fue su historia de amor, un matrimonio al que separó la muerte del Duque de Edimburgo el 9 de abril de 2021 a los 99 años. La pareja estuvo casada 73 años, cuatro meses y 20 días.
1 Los duros comienzos
Cuando quedó claro que nada podía hacer cambiar de idea a Eduardo VIII, que abdicó en 1936 para casarse con la dos veces divorciada Wallis Simpson, todas las miradas se posaron no solo en el nuevo Rey de Reino Unido, Jorge VI, sino en su hija mayor y heredera, la hasta entonces Princesa Isabel de York. Aunque no hubo mucho esmero en su educación, sí se esperaba que tuviera un buen matrimonio que apuntalara la Casa Real Británica y que hiciera olvidar el escándalo de la abdicación que hirió de gravedad a la dinastía.
Por otro lado, el querido tío Lord Mountbatten acogió a su sobrino, el Príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca, que estaba prácticamente solo al haber nacido en una familia desestructurada. Se puso como objetivo que escalara posiciones y que conociera a la prima Lilibeth, y si jugaba bien sus cartas iría derecho al trono de su mano. En 1939, los Reyes y sus hijas cenaron con Lord Mountbatten y el Príncipe Felipe, por aquel entonces cadete de la Real Academia Naval de Darmouth. Él no puso demasiado interés en su prima tercera Isabel debido a su corta edad, pero ella quedó deslumbrada por su apuesto primo griego . La II Guerra Mundial les separó, pero se comunicaron por carta durante años hasta que en 1946 volvieron a encontrarse.
Ella quería casarse a toda costa con él, a quien amaba profundamente. Él se dejó querer y acabó enamorándose de la joven británica que podría darle por fin un hogar. El Monarca y gente de su entorno no terminaban de ver con buenos ojos al Príncipe Felipe, que por muy pariente que fuera y muchos títulos que tuviera, pertenecía a una rama pobre, era ortodoxo y además estaba fuertemente ligado a Alemania por su familia, (aunque él luchó en el bando aliado), en un tiempo en el que se intentaba superar la terrible contienda ganada poco antes.
Finalmente, el Rey accedió a aceptar a Felipe como yerno, aunque le obligó a convertirse al anglicanismo y renunció a sus títulos griegos y daneses. Para casarse con la Princesa Isabel se le dieron los títulos de Duque de Edimburgo, Conde de Merioneth y Barón Greenwich, conservando el tratamiento de Alteza Real que le había acompañado toda la vida. El 9 de julio de 1947 se anunció el compromiso y comenzaron los preparativos de la primera boda real tras la II Guerra Mundial.
2 La gran boda
El gran día llegó el 20 de noviembre de 1947. Para la ocasión, Londres se engalanó en la medida de sus posibilidades, ya que los estragos de la contienda todavía eran visibles. La pareja se dio el 'sí, quiero' en la Abadía de Westminster ante más de 2000 invitados. Hubo notables ausencias, ya que faltaron las hermanas del novio y dos tíos de la novia, el Duque de Windsor y la Princesa María. Isabel Windsor llevó un vestido en satén ornamentado con 10.000 perlas blancas. Como manda la tradición en la realeza, llevó una tiara, aunque el préstamo de la Reina consorte Isabel se rompió poco antes de que el cortejo real saliera hacia el templo y hubo que reconstruirla en tiempo récord.
Tras convertirse en marido y mujer, los Reyes ofrecieron a sus invitados en honor a su hija y su yerno una comida en el Palacio de Buckingham donde destacó la tarta de 4 pisos y 200 kilos que se sirvió en el postre. Previamente, los novios y el resto de la Familia Real Británica salió a saludar desde el balcón de la residencia real, una costumbre histórica que todavía permanece. Finalizados los fastos por su enlace, la pareja partió a su luna de miel. Primero fueron a Estados Unidos, concretamente a New Hampshire, para terminar en el castillo de Birkhall, en Escocia.
3 Cuando eran 'Los Edimburgo'
Los primeros años de matrimonio de Isabel y Felipe fueron los más felices. La pareja vivió entre Malta, donde el Duque de Edimburgo fue destinado por la Marina Británica, y Londres. En la isla mediterránea pasaron los momentos más felices para ambos, sobre todo para él. En aquel momento eran conocidos como los Edimburgo en referencia al título del marido de la Princesa Isabel, y en ausencia de numerosos compromisos oficiales, parecían iguales en rango.
Combinaban estancias en Malta con otras en Reino Unido, donde su presencia se requería cada cierto tiempo. Allí, tomaron como residencia Clarence House, por lo que la Princesa Isabel pidió al Duque de Edimburgo que se encargara de la remodelación del palacio para hacerlo más cercano a sus gustos. En aquel tiempo nacieron sus hijos mayores, el Príncipe Carlos (1948) y la Princesa Ana (1950).
Todo cambió durante un largo viaje oficial. Se encontraban en Kenia aquel 6 de febrero de 1952 en el que la pareja recibió una noticia terrible: el Rey Jorge VI había muerto. Desconcertados y destrozados, sobre todo ella, regresaron de inmediato a Londres, ella como Reina, y él... como Duque de Edimburgo, exactamente igual que antes. Pero ya nada sería igual.
4 El trono que casi les separa
A partir de la subida al trono de Isabel II llegaron los peores años de su matrimonio. La Monarca tuvo que asumir unas funciones para las que no estaba debidamente preparada, mientras el Duque de Edimburgo se vio obligado a abandonar la Marina, que era su gran pasión, para ejercer como consorte. Lo peor de todo es que mientras ella era la Reina, él no era su Rey consorte, ni tan siquiera Príncipe e incluso su hijo Carlos era el primer hombre en importancia en el país en cuanto a rango.
Ella estaba abrumada por las circunstancias, mientras él no se veía ejerciendo como consorte. Fueron constantes sus juergas y fiestas y se dice que ahí comenzaron las infidelidades de él. El Duque de Edimburgo se sentía agobiado, acorralado y totalmente apartado, y tuvo en el Primer Ministro Winston Churchill a su peor enemigo, que se encargó de hacerle la vida más complicada. Otra de las crisis de la pareja fue cuando en abril de 1952 se aclaró que el apellido de la dinastía es y sería Windsor, por lo que el Mountbatten de Felipe quedaba apartado. En aquel momento, el Duque de Edimburgo se lamentó de ser el único hombre del país que no podía dar su apellido a sus hijos.
Pese a los esfuerzos de Felipe de Mountbatten por dejar Clarence House habitable, la Reina hizo caso a Churchill sobre la conveniencia de residir en Buckingham Palace, lo que provocó otro agrio enfrentamiento entre la pareja. La retrasada coronación de Isabel II fue un impulso para el royal griego, ya que la Monarca le encargó que presidiera los preparativos, algo que por cierto causó mucha controversia. Fue él quien promovió que la coronación fuera televisada, y lo consiguió. Durante la celebración se vio obligado a arrodillarse para jurar lealtar a su Reina. A pesar de todo, no hay duda de que siempre fue leal.
5 La reconciliación y el crecimiento de la Familia Real
Entre octubre de 1956 y febrero de 1957, el Duque de Edimburgo realizó un largo viaje, lo que se interpretó como una separación, un escándalo que podría menoscabar el prestigio de una Casa Real todavía tocada por la abdicación. Las infidelidades volvieron a sonar mientras la Monarca pensaba cómo podía hacer que su marido regresara. Cuando parecía que todo estaba perdido, la Reina Isabel hizo un gesto para intentar recuperar al Duque de Edimburgo, así que en 1957 le concedió el título de Príncipe de Reino Unido y le dio el honor de ser el primer caballero en preeminencia de Gran Bretaña y del resto de países con Isabel II como su Jefa del Estado.
Este primer paso sirvió para acercar posturas, lo que se materializó en que la pareja real volviera a crecer con el nacimiento del Príncipe Andrés el 19 de febrero de 1960. 11 días antes, se lanzó un decreto en el que se precisaba que aunque el apellido de la dinastía sería Windsor, los miembros de la saga sin dignidad principesca podrían llevar el apellido Mountbatten-Windsor. Los años fueron pasando, el Príncipe Felipe encontró su lugar y para rematar tanta alegría, el 10 de marzo de 1964 nació el cuarto y último vástago del matrimonio, el Príncipe Eduardo.
6 Bodas, nacimientos y escándalos
Los hijos se fueron haciendo mayores y formaron sus propias familias. Sus cuatro hijos les han dado 8 nietos, que a su vez han tenido su propia descendencia. Una vez alcanzada una etapa de tranquilidad marital, empezaron los escándalos de la nueva generación. La Princesa Ana se casó con el capitán Mark Phillips el 14 de noviembre de 1973. Fueron padres de Peter Phillps (1977), casado con Autumn Kelly desde 2008 y padres de Savannah Anne Kathleen (2010) e Isla Elizabeth (2012), y de Zara Phillips, que contrajo matrimonio en 2011 con Mike Tindall, con los que tuvo a Mia (2014), Lena (2018) y Lucas Philip (2021). Lamentablemente, en 1989 se separaron después de que trascendiera que la Princesa Real y Sir Timothy Laurence estaban enamorados, aunque su matrimonio ya llevaba roto mucho tiempo. En 1992, la Princesa Ana se divorcio de Mark Phillips y pudo casarse con Sir Timothy Laurence.
El Duque de York se casó el 23 de julio de 1986 con Sarah Ferguson. La pareja tuvo a la Princesa Beatriz (1988) y a la Princesa Eugenia (1990). En 1992 se separaron, obteniendo el divorcio en 1996. El más joven de los hijos de Isabel y Felipe, el Príncipe Eduardo, contrajo matrimonio con la que es la nuera favorita de la Reina, Sophie Rhys Jones, el 19 de junio de 1999, con el que sellaron 6 años de amor. Son padres de Lady Louise Windsor (2003) y del Vizconde James Severn (2007).
Por su parte, el gran escándalo está protagonizado por el Príncipe de Gales. El heredero se casó el 29 de julio de 1981 con la aristócrata Lady Diana Spencer en una boda por todo lo alto en la que había de todo menos amor. Ambos tuvieron al Príncipe Guillermo (1982) y al Príncipe Harry (1984). Su matrimonio fue un desastre desde el principio, pero tras el nacimiento de su benjamín terminó totalmente. El Príncipe Carlos siempre tuvo como amante a Camilla Parker Bowles, mientras que Lady Di tuvo varios amantes cuando se dio cuenta de que su relación era una farsa.
En 1992 se separaron, lo que sumado a los fracasos matrimoniales de la Princesa Real y del Duque de York y al incendio que arrasó el castillo de Windsor, convirtió esa fecha en el annus horribilis de la Reina, y por extensión, también en el del Duque de Edimburgo. Carlos y Diana obtuvieron el divorcio en 1996. Previamente, en 1995, la Princesa Diana ofreció una sincera entrevista en televisión en la que aireó su desgraciado matrimonio, un escándalo mayúsculo que hizo bajar la popularidad de la Familia Real. El 31 de agosto de 1997, Lady Di murió a los 36 años en un accidente de tráfico en París. Junto a ella viajaba su novio, Dodi Al Fayed, que también perdió la vida. La Reina tardó demasiado tiempo en reaccionar mientras Reino Unido lloraba, así que al final tuvo que emitir un mensaje lamentando la muerte de la madre de sus nietos. El 9 de abril de 2005, el Príncipe Carlos se casó con Camilla Parker, Duquesa de Cornualles. Escándalos aparte, la saga creció en esta línea con el matrimonio del Príncipe Guillermo con Kate Middleton en 2011, que han sido padres del Príncipe Jorge (2013) y de la Princesa Carlota (2015) y del Príncipe Luis (2018). El Príncipe Harry se casó con Meghan Markle en 2018. Su primer hijo, Archie, nació en 2019, mientras que la segunda viene al mundo en 2021, siendo la bisnieta número 11 de la Reina Isabel y el Duque de Edimburgo y la primera a la que el Príncipe Felipe ya no conoció.
7 Jubileos, récords y la retirada
La Reina Isabel y el Duque de Edimburgo han pulverizado todos los récords. Al haber alcanzado el trono cinco años después de la boda, las celebraciones del matrimonio y del reinado se han ido intercalando cada cinco años. El matrimonio festejó sus bodas de oro en 1997, un amor especialmente duro por la muerte de Lady Di. Cinco años más tarde, en 2002, Isabel II cumplió 50 años como Reina, motivo por el cual se celebraron grandes fastos.
En 2007, llegaron los 60 años de la pareja real. Ambos con buena salud, celebraron con alegría sus bodas de diamante. Por si fueran pocos festejos, en 2011, el Duque de Edimburgo cumplió 90 años, y la Reina le concedió el título de Lord Gran Almirante de Reino Unido. En 2012 tuvo lugar el Jubileo de Diamante de Isabel II, que tiró la casa por la ventana con motivo de sus 60 años en el trono. El 9 de septiembre de 2015, la Monarca se convirtió en la Reina que más años ha ostentado la Corona al pasar los 23.226 días, 16 horas y 23 minutos, superando así a la que por cierto era tatarabuela de Isabel y Felipe, la Reina Victoria. Por su parte, el Duque de Edimburgo es el consorte que más años ha ejercido como tal.
En 2016, el Príncipe Felipe cumplió 95 años, mientras que la Reina llegó a los 90, ambos con una salud envidiable. Eso sí, los años no pasan en balde, y en mayo de 2017, la Casa Real Británica anunció que el Duque de Edimburgo se retiraba de la vida pública antes del otoño, diciendo adiós a casi 7 décadas al servicio de la Corona.
El 20 de noviembre de 2017, Isabel y Felipe cumplieron 70 años de casados, todo un récord. La Reina alabó a su consorte, al que ha calificado como la roca a la que se ha aferrado durante toda la vida, mientras que el Príncipe Felipe ha declarado que su labor siempre ha sido apoyar a la Reina. No ha sido un amor apasionado, de hecho, de ser otras personas probablemente se habrían divorciado, pero lograron entenderse por el bien de la Corona. Pese a todo, el Duque de Edimburgo logró estar a la altura de lo que se esperaba de él. No ha sido fiel, pero sí leal.
Todavía celebraron tres aniversarios más desde entonces. El último lo celebraron confinados en el Castillo de Windsor. Aquel 20 de noviembre de 2020, el último 20 de noviembre que pasarían juntos, lamentaron tener que estar confinados debido a la pandemia, pero al mismo tiempo agradecidos por haber pasado más tiempo juntos como hacía muchos años que no lo hacían. Su amor terminó el 9 de abril de 2021 en esta vida con la muerte del Duque de Edimburgo. La Reina solo sobrevivió a su Philip 1 año y 5 meses.