1.El abandono de la carrera militar
Si hay una tradición fuertemente instaurada entre los royals británicos esa es la de cumplir con su formación militar. Así lo hicieron sus dos hermanos varones, el Príncipe Carlos y el Príncipe Andrés, de la misma forma que también lo han hecho tanto Guillermo como Harry de Inglaterra. No obstante, el hijo más pequeño de la monarca británica abandonó la instrucción meses antes de su graduación.
El Príncipe Eduardo ya había finalizado sus estudios en la Universidad de Cambridge cuando decidió que ya era hora de iniciar su entrenamiento militar. Para ello se decantó por la Marina Real, pero al poco tiempo renunció y fueron muchos los que le criticaron, no solo acusándole de débil, sino también de estar poco preparado. Frases como "puedes convertir una rana en príncipe, pero no a un príncipe en un marine", fueron de las más repetidas en aquella época.
2.El fracaso de Ardent TV
Tras el abandono de la Marina, Eduardo de Inglaterra se mostró bastante cercano al mundo del espectáculo, concretamente el del teatro. Por ello, en 1993 fundó su propia productora llamada Ardent TV. Si bien sus primeras emisiones gozaron de buenos datos de audiencia, lo cierto es que progresivamente el interés fue decreciendo y su empresa se convirtió en un auténtico fracaso.
Ahora bien, esta aventura televisiva le enfrentó con su propia familia. Y es que, en 2001 unas cámaras de televisión consiguieron colarse en la universidad a la que acudía Guillermo de Inglaterra, quebrantando así un acuerdo entre la realeza y los medios de comunicación. Sin embargo, mayor fue el escándalo cuando se supo que dichas cámaras pertenecían a la productora del Conde de Wessex. Este episodio dinamitó la relación entre los hermanos y hay quienes dicen que desde entonces la relación entre el Príncipe de Gales y Eduardo de Inglaterra ha quedado resentida.
3.Su boda con Sophie Rhys-Jones
La pareja se conoció en 1994 y cinco años después decidieron pasar por el altar en una multitudinaria boda celebrada en la Capilla de San Jorge, ubicada en el Castillo de Windsor. Ahora bien, el enlace no estuvo exento de polémica ya que, a cuentas otra vez de las tradiciones británicas, los enlaces de cada uno de los componentes de la Familia Real se venían celebrando hasta el momento en la Abadía de Westminster. De este modo, Eduardo de Inglaterra se convertía de nuevo en la nota discordante del clan.
Desde aquel día, el hijo de la Reina Isabel pasó a ostentar el título de Conde de Wessex y, por extensión, también su recién estrenada esposa. Al respecto también hubo cierto revuelo mediático, ya que se creía que la monarca les agasajaría con un Ducado, un título de mayor importancia y prestigio del que finalmente obtuvieron. No obstante, la Casa Real emitió un comunicado en el que confirmaba que recibiría el de Edimburgo una vez que este quedara libre, es decir, tras el fallecimiento de su padre y actual Duque.
4.El complicado nacimiento de su hija
Los hijos no tardaron en llegar y en 2001 el matrimonio anunció que estaban esperando su primer vástago. Sin embargo, el embarazo no llegó a buen término y en ese mismo año dieron a conocer que habían perdido al bebé. De manera que, no fue hasta 2004 que pudieron hacer realidad su sueño de convertirse en padres gracias a Louise Alice Elizabeth Mary. Ahora bien, el nacimiento de Lady Louise, como es conocida actualmente, tampoco estuvo exento de obstáculos.
Aquel día la Condesa de Wessex sufrió una importante hemorragia de camino al centro hospitalario que obligaron a los médicos a darle numerosas transfusiones de sangre durante la césarea. De hecho, era tal la envergadura del problema que incluso los doctores avisaron a su marido de que probablemente tuviera que elegir entre salvar la vida de su mujer o bien la de su hija. "Ha sido un milagro que Sofía y su hija estén con vida", explicaron por entonces fuentes del centro médico. Sin duda un gran susto que consiguieron dejar atrás y que por suerte no se repitió con el nacimiento de su segundo vástago, Jacobo Mountbatten-Windsor.
5.Muy criticado por su elevado tren de vida
A pesar de la discreción que rodea la vida del Príncipe Eduardo, el hijo pequeño de Isabel II y su mujer han sido el centro de numerosas críticas. El matrimonio se ha ganado la fama de auténticos derrochadores, como no dudan en mostrar con su vestuario o sus exclusivos viajes sufragados con dinero público. Se trata de una situación que ya han denunciado en muchas ocasiones los británicos como cuando en 2012 la Condesa de Wessex recibió un carísima joya por parte de la Familia Real de Bahrein como regalo tras su visita.
"Dado el terrible sufrimiento y la represión del pueblo de Bahrein, sería un gesto apropiado para la condesa de Wessex subastar estas baratijas y distribuir las ganancias a las víctimas del régimen", señaló el entonces Ministro de Asuntos Exteriores McShane. No obstante, tal subasta no se celebró y son muchos los que advierten de que ambos utilizan su posición real para lucrarse a través de conferencias y otros eventos en los que hacen acto de presencia.