Una rica heredera para un príncipe sin trono
Se desconoce cuándo y cómo se conocieron exactamente, pero sí es notorio que su relación supuso más de un quebradero de cabeza para el padre del novio, sobre todo cuando la idea de pasar por el altar comenzó a cobrar fuerza. Las Leyes Matrimoniales que regían la Casa de Hannover desde el siglo XIX no contemplaban la posibilidad de que el heredero se casase con una plebeya, por lo que el Príncipe Ernesto Augusto IV de Hannover se vio obligado a modificar las reglas para que su hijo se casase con esta joven rica pero sin sangre real.
El enemigo está en casa (o en palacio)
La pareja comenzó a pasar cada vez más tiempo en Mónaco, donde la Princesa de Hannover inició una estrecha amistad con la hija mayor de Grace Kelly. Con prácticamente la misma edad, las dos princesas compartían jornadas de compras, vacaciones y confidencias. De hecho, cuando en 1990 la Princesa Carolina se quedó viuda de Stefano Casiraghi, Chantal fue uno de sus grandes apoyos.
Quién le iba a decir por aquel entonces a la esposa de Ernesto de Hannover lo que ocurriría en poco menos de una década. Y es que una vez superado el duelo, Carolina inició una breve relación con el actor Vincent Lindon, pero quien realmente colmaba sus deseos afectivos era el marido de su amiga. Comenzaron a viajar los dos solos y en 1996 la prensa los descubrió en un hotel de Bangkok. A partir de ese momento, el escándalo estaba servido.
El Principado de Mónaco intentó salvar los muebles asegurando en un comunicado oficial que se trataba de una "excursión cultural", pero luego vendrían destinos como Londres o Nueva York y el asunto ya poco tenía de cultural. Fue precisamente a través de la prensa como Chantal descubrió lo que su marido hacía a sus espaldas, pero aún así se negó a reconocerlo y en una de sus escasas declaraciones afirmó rotunda: "Es absolutamente incierto que nos vayamos a separar. No hagan caso de rumores que carecen de fundamento. Desde hace años mi esposo y yo somos buenos amigos de Carolina".
No obstante, los rumores resultaron ser ciertos y al final la Princesa de Hannover tuvo que ceder ante la realidad y ella misma solicitó el divorcio en septiembre de 1997 tras 16 años de matrimonio. El Príncipe Ernesto accedió y aceptó las condiciones impuestas por la madre de sus hijos: conservar el título de Alteza Real y llevarse una indemnización de 10 millones de euros.
La vida después del divorcio
Sólo dos años después de haberse separado de su primera esposa, Ernesto de Hannover contrajo matrimonio con la Princesa Carolina y tuvieron una hija en común: la Princesa Alexandra. Sin embargo, la afición por la buena vida del alemán contribuyó a que el matrimonio estuviese muy lejos de ser idílico. Eso sí, cuando decidieron separarse en 2009 hubo una cosa que quedó clara: no habría divorcio. De ese modo, el Príncipe Ernesto se ahorraba tener que desembolsar una cantidad tan alta como la que había tenido que darle a Chantal y, por otra parte, la Princesa Carolina podría conservar sus privilegios como Princesa de Hannover.
Por su parte, Chantal Hochuli rehízo su vida con el Príncipe Alessandro Ruffo di Calabria (sobrino de la Reina Paola de Bélgica) y posteriormente con el aristócrata inglés Nick Scott. Con este último estaría casi los mismos años que con Ernesto de Hannover, de no ser porque la muerte se interpuso en su camino: Scott falleció en mayo de 2017 a causa de una pancreatitis durante un viaje a La India.
El fallecimiento del hombre que la había acompañado durante los últimos 15 años se produjo días después de que su hijo Christian de Hannover se comprometiese con Alessandra de Osma durante una fiesta organizada por la propia Chantal en su casa de Londres. A pesar de todo, acudió a la boda - celebrada en marzo de 2018 en Lima - para acompañar a su hijo en un día tan importante; al igual que había hecho meses atrás cuando su primogénito, Ernesto Augusto de Hannover, contrajo matrimonio con la rusa Ekaterina Malysheva.
Sus hijos y su nieta son ahora su única preocupación en la vida y atrás han quedado los fantasmas del pasado. Eso sí, Chantal Hochuli ha sabido aplicarse lo de que el perdón no implica el olvido y así lo ha demostrado. Ella fue la encargada de organizar las bodas de sus hijos y se preocupó expresamente de que en ninguna de ellas estuviese presente Carolina de Mónaco, que mantiene una excelente relación con los hijos de su exmarido. Donde hubo amistad ahora solo queda rencor. Mientras tanto, el hombre causante de todo esto sigue haciendo de las suyas e indiferente a todo.