Después de mucho tiempo de obras por fin abrió sus puertas el Hotel Four Seasons de Madrid, ubicado a dos pasos de la Puerta del Sol y dotado de un gran lujo acorde a la marca. Para celebrarlo, se organizó una cena con un buen número de caras conocidas que fueron invitadas a disfrutar de las delicias que se sirven en el hotel.
Victoria Federica y Jorge Bárcenas tras la cena de inauguración del Hotel Four Seasons de MadridEl Alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, fue el encargado de accionar el botón con el que se encendieron las luces navideñas que adornan la fachada del hotel. Posteriormente dio comienzo una cena en la que la gente no se mezcló y se sirvió como si fuera un restaurante, y no como una fiesta en la que los invitados van de un lado a otro.
Una de las personas que acudieron fue Victoria Federica. A pesar de que ya no se contaba con ella, finalmente apareció junto a Jorge Bárcenas. Luciendo un look informal y mucha seriedad, la hija de la Infanta Elena y su novio llegaron intentando pasar lo más desapercibidos posible, algo poco posible teniendo en cuenta quién es ella y que la zona estaba llena de prensa debido a la inauguración.
Sin decir nada
Una vez dentro, la pareja pudo disfrutar de la invitación, un lujo al alcance de pocas personas. Allí estuvieron tranquilos, pero el final fue un tanto agridulce. A la salida le esperaban algunos reporteros que hicieron preguntas a la nieta del Rey Juan Carlos, que no quiso decir nada y se mantuvo seria. Los reporteros quisieron saber si tenían planes navideños concretos, como un posible viaje a Abu Dabi de la Infanta Elena y sus hijos para ver al Rey Juan Carlos. Además, le hicieron saber que lamentaban lo sucedido días antes, cuando un ciudadano le gritó ladrona y le dijo que devolviese el dinero, en referencia al escándalo de las tarjetas black en el que ha sido implicada.
Victoria Federica y Jorge Bárcenas, preguntados por la prensaVictoria de Marichalar caminó sin decir nada, agarró cariñosamente a su novio y ambos bajaron al parking que se encuentran entre la Calle Sevilla y la Plaza Canalejas de Madrid, librándose así de las preguntas. Fueron educados y solo fue un minuto, pero seguro que a ninguno de los dos le hizo gracia.
