Los rumores no cesaron el primer momento, y casi todos desfavorables hacia la pareja en general y la nueva princesa en particular. El tiempo ha pasado, pero se sigue mirando con lupa a una mujer que casi tres años después de su boda no ha dado un heredero a Mónaco.
Vanity Fair ilustra su portada de abril con el rostro de Charlene de Mónaco y lleva en su interior un reportaje firmado por David López, que viajó al Principado para conocer las intrigas y los negocios familiares de la saga que rige la Roca, las luchas por el trono y el papel de Corinna zu Sayn-Wittgenstein como asesora de la pareja principesca.
Ambiente hostil para Charlene de Mónaco
"El ambiente que se vive en palacio es muy hostil. Charlene proviene, además, de otro mundo. Al principio, el contraste fue tal que lo pasó muy mal. Ahora está aprendiendo a sobrellevarlo. Ha sido víctima de muchas presiones y comentarios hechos con la única intención de hacerle daño " señala uno de las personas del entorno de la Princesa.
Además de criticar su imagen de triste, su punto débil es que todavía no se ha quedado embarazada y ha dado a luz a un heredero para Mónaco, misión principal de las consortes reales. Según este reportaje, su cuñada Carolina está encantada con que Charlene siga sin dar descendencia a su marido.
"Quien más la critica es la Princesa Carolina quien, por otra parte, prefiere que fracase y no tenga un bebé para que su hijo mayor, Andrea Casiraghi, sea el heredero. En la sucesión de Alberto hay mucho poder en juego. Pero, sobre todo, mucho dinero", señala una de las fuentes que cita la revista.