Todo comenzó cuando ella apenas tenía 15 años, y desde entonces fueron cientos y cientos de aventuras las que vivieron juntos. A pesar de su muerte, todavía sigue quedando huella de él.
La muerte de Karl Lagerfeld el pasado mes de febrero fue un duro golpe para el mundo de la moda. Apenas unos días antes de dar comienzo la Semana de la Moda en Milán y París, la industria se había quedado huérfana de uno de los creadores por excelencia de todos los tiempos. Y del presente, porque todavía dos colecciones suyas quedaban por ver la luz. Pero, además de la moda, también la monarquía se vio afectada por la pérdida. Concretamente la monarquía de Mónaco. La Princesa Carolina de Mónaco y el Káiser de la moda mantenían una férrea amistad desde hacía muchos años. Ahora, casi dos meses después de su muerte, esta ha hablado sobre su amigo en una entrevista para Point de Vue.
El recuerdo del diseñador alemán está más vivo que nunca ya que el conocido Baile de la Rosa, que tuvo lugar el último fin de semana de marzo, había sido todo un homenaje a Lagerfeld porque había sido ideado por él en vida. ¿La temática? La edad de oro de la Riviera francesa. Esta labor (juntos con otras muchas que desarrollaba) la llevaba desempeñando desde hace muchos años fruto de su amistada con Carolina de Mónaco. "Estábamos muy unidos. Karl era un miembro más de familia", reconoce durante la entrevista: "Solo mi niñera, que falleció el año pasado, llegó a conocerme tan bien". 45 años de la amistad más pura
Su pérdida fue un duro golpe para toda la familia: "Todos sentimos mucho la muerte de Karl como un luto familiar". Y es que el diseñador había formado parte de la historia de la propia familia desde hacía años: "Mis hijos conocían a Karl desde que nacieron. Estaba en casa cuando nacieron". Y después tampoco se despegó mucho de ellos. "Él amaba Mónaco porque aquí nadie le molestaba, podía vivir pacíficamente", asegura: "Aún tiene su apartamento aquí en Mónaco. ¿Ves? Hablo de él como si estuviera vivo, es terrible", lamenta. Y es que en la intimidad, ambos habían conseguido vivir de manera intensa la vida que iba más allá de la imagen pública: "Hacíamos miles de actividades. Como un almuerzo a bordo de un bote, en la playa... Siempre estaba listo para lo inesperado. Me llamaba por teléfono y me preguntaba: '¿Qué haces?'".
Esta amistad comenzó hace más de 45 años, durante una sesión para la revista Vogue y cuando la Princesa Carolina tenía tan solo 15 años. Y aún que fue el mundo de la moda lo que les unió, este no fue el puente de unión entre ellos. Simplemente sus personalidades construyeron esto: "Es difícil describir que nos unía, las palabras se quedan cortas. Teníamos el mismo sentido del humor y nos hacían reír las mismas cosas. En 45 años de amistad, legamos a conocernos tan bien que desarrollamos nuestro propio código".