FIEL REFLEJO

Carlota Casiraghi, la díscola heredera que repite los errores que cometió su madre Carolina de Mónaco

La amazona cuenta con un currículum amoroso con similitudes con el de su madre, a quien se parece no solo en su aspecto físico.

Guillermo Álvarez 09 Julio 2016 en Bekia

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Carolina de Mónaco lleva representando durante décadas el glamour de Mónaco y de toda la realeza. Heredó su belleza y su elegancia de su madre, Grace Kelly, actriz de Hollywood reconvertida en Princesa de Mónaco que conquistó a medio mundo. Precisamente ella quería que su hermosa hija, que pese a ser la primogénita no iba a suceder a Rainiero III, se casara con algún partidazo de la realeza y cumplir así el sueño de sentar a su mayor tesoro en un trono digno de ella.

Los sueños de la Princesa Gracia se vinieron abajo cuando su primogénita, que solo tenía 21 años, anunció que se casaba con Phillipe Junot, un playboy francés 17 años mayor que ella. Se acabaron sus esperanzas, Carlos de Inglaterra no se casaría con ella, tampoco el Duque de York o Felipe de Bélgica. Los príncipes alemanes no se fijarían en ella, ni los Habsburgo. Lo mejor que podría pasar es que fuera una princesa divorciada, algo poco aceptable en aquellos tiempos.

Después llegó el tenista Guillermo Vilas, con el que Carolina tuvo un affaire. Antes de encontrar al amor de su vida salió con Roberto Rossellini Jr, hijo de los legendarios actores Roberto Rossellini e Ingrid Bergman. Después llegó Stefano Casiraghi, millonario italiano con el que se casó en 1983 y que le dio a sus tres hijos mayores, Andrea, Carlota y Pierre, así como los años más felices de su vida. Todo se rompió cuando en 1990 el italiano moría en un accidente náutico.

Se alejó de Mónaco con sus vástagos, y solo recuperó la alegría con Vincent Lindon, un actor con el que vivió hasta 1995 en La Provenza. En 1996 apareció el ansiado príncipe, Ernesto de Hannover. Se casó en enero de 1999 con él, convirtiéndose en Su Alteza Real la Princesa de Hannover, un título que le encanta. En julio de ese año nació su hija, la Princesa Alexandra de Hannover. Parecía que llegó la calma, pero con Ernesto de Hannover fue imposible. La pareja se separó, él desapareció y ella siguió volcada en sus actividades oficiales en Mónaco, pero sin divorcio, por aquello de seguir siendo la Princesa de Hannover.

Los amores de Carlota Casiraghi

Carlota Casiraghi ha heredado el glamour de Hollywood de su abuela Grace, y el de la realeza monegasca de su madre. Sus rasgos son idénticos a los de la Princesa Carolina, aunque aderezados también con la belleza de su padre. Mientras su progenitora ejerce de princesa de Mónaco, ella ha optado por alejarse de las obligaciones oficiales, ya que no tiene título ni tratamiento real, eso sí, de vez en cuando acude a algunos actos cuando es llamada por su madre y sobre todo por su tío, el Príncipe Alberto II de Mónaco. Cuando acude, todos los flashes se posan en ella como digna heredera de una Carolina en plena madurez. Sus vidas fueron todo lo parecidas que pueden ser entre una madre y una hija de la misma clase social, si bien es cierto que Carlota tuvo que afrontar vivir sin su padre y crecer sin los algodones del Palacio Grimaldi.

En su vida personal, la amazona ha llevado un camino similar a su madre, y por el momento parece estar cometiendo los mismos errores que ella, siendo así la que parece haber continuado con la legendaria maldición de los Grimaldi por la que no serán felices salvo que se casen pasados los 50 años. Carolina de Mónaco lleva 2 matrimonios fracasados y una relación frustrada por la muerte prematura de Stefano Casiraghi. Carlota comenzó muy pronto a salir con chicos, al igual que la Princesa de Hannover, aunque en su caso ha sido de relaciones largas y con hombres de mejor posición social.

Su primer amor fue el aristócrata austriaco Hubertus Herring Frankensdorf, con el que estuvo entre 2001 y 2002 y que no llevó a nada. Despues apareció Félix Winckler, hijo de un abogado belga con el que estuvo entre 2004 y 2006. Su gran amor podría haber sido Alex Dellal, al que pronto metió en los Grimaldi, lo mismo que hizo en su momento Carolina de Mónaco con Junot para disgusto de sus padres. Al menos a él le aceptaron rápido y no se casaron a la primera de cambio. El chico era perfecto para ella y fueron felices, pero cuando parecía que caminaban hacia el altar tras 4 años juntos, volvió el escándalo. Parecía que era patrimonio de sus tías Carolina y Estefanía, pero lo cierto es que a ella no se le dio nada mal. Un nuevo ejemplo de que volvió a caer en los errores maternos.

La amazona fue relacionada con Gad Elmaleh, y lo cierto es que sí, estaban juntos. De nuevo un actor, un galán más bien feo que podría recordar la relación de Carolina con Vincent Lindon. A mamá Carolina no le hizo ninguna gracia perder como yerno a un Dellal, sobre todo por lo bien que se llevaba tanto con él como con su familia política, y menos por un cómico 15 años mayor que su niña, separado, con un hijo y con una vida tan inestable. De tal palo, tal astilla.

Al final le acabó aceptando y se convirtió en un Grimaldi más. La fertilidad de Carolina de Mónaco se volvió a repetir; dos veces se casó ella embarazada, así que no sorprendió que Carlota Casiraghi se quedara en estado de gestación cuando llevaba poco más de un año con Gad Elmaleh. Con lo que quizás no contaba la hermana de Alberto II es con que su hija no se casara. Finalmente, la Casa Principesca anunció el nacimiento de Raphaël el 17 de diciembre de 2013, un bebé nacido fuera del matrimonio que no entraría en la línea de sucesión al Trono. La propia Carlota fue declarada ilegítima por El Vaticano hasta que finalmente declaró nulo el matrimonio de su madre con Philippe Junot y se legitimó a los 3 Casiraghi. En el caso de Raphaël, sus posibilidades de subir al Trono son tan nulas, que a Carlota Casiraghi le ha dado igual.

La paz llegó por fin a la vida sentimental de Carlota Casiraghi, consiguiendo una estabilidad que ya hubiera querido su madre. Sin embargo, todo saltó por los aires en otoño de 2015 cuando fue fotografiada paseando muy enamorada con el director italiano Lamberto Sanfelice. Dejó París, pasó el tiempo entre Mónaco y Roma, volvió a convertirse en el centro de todas las miradas y habladurías, y metió en la familia a Sanfelice, a quien Carolina de Mónaco ha tenido que aceptar. Al borde de los 30, quizás sea este el definitivo, con quien se case, tenga más hijos, y siguiendo la estela de su madre, de quien se separe irremediablemente. El tiempo dirá cuántos errores más sigue cometiendo Carlota Casiraghi para seguir pareciéndose todavía más a la Princesa Carolina de Mónaco.

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