La rebeldía que escandalizó y encandiló a los ingleses
El propio Rey Jorge VI fue muy consciente desde el principio de lo diferentes que eran sus dos hijas y nunca dudó en expresarlo en público: "Isabel es mi orgullo y Margarita mi alegría". Sin embargo, esas diferencias no hicieron más que acrecentarse con el tiempo debido al hecho de que una era la Heredera al Trono y la otra estaba relegada a un puesto más secundario. Un puesto que nunca gustó a la Princesa Margarita, acostumbrada desde niña a ser el centro de atención y que, a raíz de ello, adoptó muy pronto una actitud de rebeldía como forma de reclamar esa atención que consideraba merecerse.
Cuando años después se enteró de que Peter Townsend se había vuelto a casar, Margarita de Inglaterra canalizó su ira de una manera precipitada y tomó la decisión errónea de casarse con el fotógrafo Tony Armstrong-Jones en 1960. Se conocían desde hacía dos años y su relación estuvo caracterizada desde el primer momento por una pasión desbordante (en el buen y en el mal sentido) que llevó a una de sus amigas a asegurar: "Los dos querían ser estrellas y acabaron por chocar".
Fueron casi dos décadas de matrimonio llenas de amor y odio a partes iguales, con infidelidades mutuas, alcohol, tabaco, somníferos y tratamientos psicológicos de por medio. Su divorcio en 1978 sería el primero en la Familia Real Británica desde el siglo XVI y supuso el inicio del declive de la imagen pública de la Princesa Margarita. El pueblo británico pasó de conmoverse con su historia de amor con el coronel Townsend a considerarla poco menos que una "golfa" por su licencioso estilo de vida.
Se presuponía que alguien de su condición debía corresponder al erario público que recibía con una actitud lo más decorosa posible. Pero la pasión por las fiestas, las vacaciones de lujo y los romances poco apropiados de la princesa acabaron provocando un grave cuestionamiento tanto de su papel en la Casa Real de Windsor como de ella misma como persona. Un cúmulo de circunstancias al que no contribuyó el progresivo deterioro de su salud a partir de los años 80.
Debido a su afición al tabaco (fumaba 60 cigarrillos diarios desde los 15 años) y al alcohol, acabó sufriendo hepatitis y tuvo que ser intervenida quirúrgicamente de un tumor benigno en el pulmón. El tabaquismo le provocaba serios problemas de circulación y, tras un accidente doméstico en su casa de Mustique en 1999, perdió la movilidad de su cuerpo. Lo cual unido a un derrame cerebral sufrido un año antes acabó provocando una serie de complicaciones que derivaron en su fallecimiento el 9 de febrero de 2002 a los 71 años.
Sus facetas más desconocidas: como madre y como amiga
Todas estas cuestiones han sido abordadas a lo largo de los últimos años en infinidad de artículos periodísticos y biografías, como la publicada en 2017 por Craig Brown con el título 'Ma'am Darling: 99 Glimpses of Princess Margaret'. En esta obra, el autor realiza un retrato de la Princesa Margarita abordando los aspectos más controvertidos de su vida: desde sus desmadres en fiestas hasta sus comentarios clasistas y maleducados, pasando por un supuesto amor platónico con Pablo Picasso.
Cansado de este tipo de comentarios sobre su madre, a principios de 2019, David Armstrong-Jones hizo una excepción rompiendo su tradicional discreción y se manifestó públicamente para defender el legado de la Princesa Margarita: "Ella era mucho más que eso y dedicó una gran parte de su tiempo a las artes y a sus deberes oficiales de representación. La serie 'The Crown' y esa clase de libros representan la ficción como un hecho y mi preocupación es que las generaciones futuras crean que mi madre realmente se comportó así, palabra por palabra, escena por escena. Es hora de corregir esta imagen dañina".
De hecho, el Conde de Snowdon (título que heredó de su padre) anunció que ya está trabajando en una biografía escrita por él mismo y en la que pretende mostrar cómo era realmente su madre: "Disfrutaba enseñándonos a cocinar, llevándonos al ballet, al teatro, a galerías de arte e incluso realizando labores del hogar como limpiar los candelabros de casa".
Ese carácter hogareño de la Princesa Margarita lo corrobora su antigua dama de compañía y amiga Lady Anne Glenconner, quien en octubre de 2019 publicó unas memorias tituladas 'Lady in Waiting: My Extraordinary Life in the Shadow of the Crown'. En ellas aborda la gran amistad que la unía a la princesa y desvela sus curiosas aficiones: "Margarita venía a quedarse conmigo en mi casa de Norfolk todos los años. Como había sido guía de exploradoras, sabía encender el fuego mejor que yo, lo cual unido al trabajo de limpiar mi coche (cosa que le encantaba hacer), eran dos de los momentos más destacados de sus vacaciones conmigo".
La aristócrata se une a las quejas del hijo de su amiga y justifica la actitud distante que tanto se le critica a la princesa: "La gente se quejaba de que la Princesa Margarita era difícil, pero creo que a menudo fue porque estaba aburrida o harta. No debería sorprender que su idea de diversión no fuera estar sentada al lado de un alcalde, obispo o jefe de policía en el almuerzo del domingo". Aunque sin duda, la revelación más impactante de Lady Glenconner es de carácter más íntimo y muestra a una Princesa Margarita de lo más comprometida.
"Cuando mi segundo hijo tuvo SIDA, muchos de nuestros amigos nos dejaron de lado, pero Margarita siempre se quedó y cada vez que venía no dudaba en abrazarlo". Con estas palabras, la exdama de compañía busca reivindicar el papel de la Princesa Margarita en la lucha contra esta enfermedad. Un papel discreto pero comprometido, alejado de la mediatización que caracterizó la involucración de Lady Di en esta causa y que la llevó a ser considerada como el primer miembro de la Familia Real Británica en tocar a un enfermo de SIDA.
Lo cierto es que, si bien es cierto que nunca fue uno de los miembros más trabajadores de la Familia Real, la Princesa Margarita nunca abandonó sus compromisos oficiales y aparte de representar a la Corona en numerosos viajes al extranjero, estuvo involucrada en numerosas organizaciones benéficas y culturales. Llegó a presidir más de 11 entidades y patrocinó más de 40 iniciativas, entre las que destaca su labor como Presidenta de la Sociedad Nacional de Prevención de la Crueldad Infantil. Los que trabajaron con ella sostienen que "su papel como madre le ayudó a relacionarse con los niños como un ser humano en lugar de una princesa" y que "le resultaba muy difícil lidiar con el hecho de que el maltrato físico y sexual a los niños fuese tan frecuente".
En cualquier caso, casi dos décadas de su muerte el legado de la Princesa Margarita todavía sigue siendo controvertido y falto de claridad. Durante años se ha estado poniendo el foco en su vida privada y en sus errores, olvidando quizás en exceso los elementos más ajenos al sensacionalismo y que contribuirían a realizar un retrato más equilibrado de la hermana menor de la Reina Isabel II. Solo el tiempo conseguirá poner a Su Alteza Real Margarita Rosa Windsor en el lugar que realmente se merece.