Galería: La Familia Real Griega en imágenes
En algunas Casas Reales es costumbre que se casen primero por lo civil, y poco después se celebre la boda religiosa. Así lo han hecho el Príncipe Felipe de Grecia y Nina Flohr, aunque en su caso se ha debido ya no a tradiciones, sino a que la pandemia no les permitió en su momento celebrar una boda por todo lo alto como la que ha tenido lugar el sábado 23 de octubre de 2021 en la Catedral Metropolitana de Atenas. Así, 10 meses después de su 'sí, quiero' por lo civil en St. Moritz, Suiza, país natal de la novia, tuvo lugar su boda religiosa en Grecia, país no natal, pero sí de origen del novio.
Hacia las 16:00 horas fueron llegando los invitados a esta Catedral Metropolitana que llevaba 57 años sin acoger una boda real. Los últimos que lo hicieron fueron precisamente los padres del contrayente, los Reyes Constantino y Ana María, que se casaron el 18 de septiembre de 1964 allí sin imaginar que en tres años tendrían que exiliarse de Grecia para no volver a residir de forma permanente en su país hasta 2013. En agosto de 2010 el Príncipe Nicolás y la Princesa Tatiana se casaron en suelo heleno, pero prefirieron hacerlo en la isla de Spetses. Por su parte, han sido Philippos y Nina los que han devuelto a esta catedral ortodoxa el esplendor de una boda real.
Entre los asistentes no faltó la Familia Real Griega en pleno. El Rey Constantino, muy delicado de salud, apareció en una silla de ruedas empujada por su nieto y futuro heredero, el Príncipe Constantino Alexios, hijo de Pablo y Marie Chantal de Grecia. El último Rey de los Helenos hizo un esfuerzo y se puso en pie cuando salieron a recibirle el arzobispo Jerónimo II y los restantes encargados de oficiar la boda. Pablo y Marie Chantal de Grecia, tan elegantes como de costumbre, se presentaron con dos de sus cinco hijos, el Príncipe Achileas (el tercero), y el Príncipe Aristides (el pequeño). La Princesa Olympia y el Príncipe Odysseas aparecieron con sus tíos, Nicolás y Tatiana de Grecia, así como la Princesa Theodora, que no estuvo acompañada de su prometido, Matthew Kumar, al que no se vio por el templo. La que sí fue con su pareja, aunque no posó con él a su llegada, fue la mencionada Olympia de Grecia, cuya relación con el aristócrata Peregrine Pearson está tan consolidada que no dudó en llevarse a la boda de su tío.
Los más esperados no fueron todos ellos, sino los hispanogriegos. Teniendo en cuenta que apenas se sabía nada de Alexia de Grecia y Carlos Morales, y sobre todo de sus hijos, fue toda una agradable sorpresa volver a verles, y sobre todo comprobar cómo han crecido Arrietta, Carlos, Anne-Marie y Amelia Morales de Grecia, los nietos canarios de los Reyes de Grecia. Arrieta y Carlos, muy elegantes, se animaron a posar juntos, mientras que Anne-Marie y Amelia estaban ocupadas como damas de honor de Nina Flohr. También acudió el Príncipe Miguel de Grecia junto a su esposa, Marina Karella.
La suiza eligió a dos de las sobrinas de su marido para que fueron sus damas de honor y se encargaran de llevar la enorme cola de su vestido. Cuando su trabajo acabó al haberse celebrado el enlace, las dos hermanas se animaron a posar con sus padres y sus hermanos en una bonita foto que pudo tomarse a las puertas de la Catedral Metropolitana.
De España se presentaron la Reina Sofía, radiante y feliz tras haber estado en Oviedo un año más con motivo de los Premios Princesa de Asturias 2021. Doña Sofía, que acudió con su hermana, la Princesa Irene de Grecia, quiso tener el recuerdo de su madre muy cerca y por eso se colocó en el cuello el rubí cabujón que heredó de la Reina Federica de Grecia. Las dos hermanas fueron recibidas por su sobrino, el Príncipe Pablo de Grecia, al que saludaron con mucho cariño.
Doña Sofía fue el único miembro de la Familia Real Española presente debido a que los Reyes Felipe y Letizia y sus hijas se encontraban en la entrega del Pueblo Ejemplar a la localidad de Santa María del Puerto, situada en el concejo de Somiedo haciendo frontera con la comarca leonesa de Babia. Sin embargo, no fue la única Borbón y Grecia presente. La Infanta Elena también estuvo en la boda de su primo hermano y ahijado.
La Duquesa de Lugo, que no contó con la compañía de sus dos hijos, llegó al templo acompañada de los miembros de la Familia Real Danesa que viajaron a Atenas para la boda. La madre del novio nació Princesa de Dinamarca, por lo que Felipe de Grecia tiene como familia materna a la dinastía reinante en el país escandinavo, y por eso acudieron la Princesa Benedicta de Dinamarca, que además es su madrina, una de sus hijas, la Princesa Alexandra zu Sayn-Wittgenstein-Berleburg, y el esposo de esta, Michael Ahlefeldt-Laurvig-Bille. Doña Elena estuvo encantada con la compañía.
Antes de la llegada de la novia se vio a Chantal Hochuli, exmujer de Ernesto de Hannover, primo hermano del padre del novio, y a sus hijos y nueras. Los Hannover volvieron así a reunirse al viajar hasta Atenas los Príncipes Ernest August y Ekaterina, así como Christian de Hannover y Sassa de Osma, que tras disfrutar de la compañía del Príncipe de Hannover, lo hicieron del otro lado de su familia. Su hermanastro, Andrea Casiraghi, acudió con su esposa, Tatiana Santo Domingo, aportando también presencia Grimaldi a la boda real. Otra Casa Real presente en la boda fue la Búlgara a través de Kyril de Bulgaria, que acudió con su pareja, Katharine Butler.
La Monarquía de las Monarquías también estuvo representada. No fue a nivel oficial como tal, pero por supuesto alguien debía ir. La relación entre la Familia Real Británica y la Griega es muy estrecha, sobre todo teniendo en cuenta que el Duque de Edimburgo era padrino del novio y tío segundo del padre del contrayente. Pero además, Felipe de Grecia y Nina Flohr son muy amigos de las Princesas de York, por lo que estaban más que invitadas. Así, la Princesa Beatriz y Edoardo Mapelli Mozzi, la Princesa Eugenia y Jack Brooksbank viajaron de Reino Unido a Atenas para asistir a esta boda real griega.
Una tiara con historia y un vestido original
El novio, muy elegante, llegó del brazo de su madre y madrina, la Reina Ana María de Grecia, muy feliz por estar presente en este día tan importante para la Familia Real Griega. Entraron en la Catedral de Atenas tras saludar a los ciudadanos que esperaban las llegadas de los invitados, y por supuesto de los novios. Grecia es una república, pero su Familia Real, tan bien conectada, muy mediática y con algunos de sus miembros establecidos en el país, cuenta con cierto número de seguidores entre sus fronteras. No quiere decir que la Monarquía vuelva alguna vez, cosa bastante improbable, pero al menos se garantizan darse un baño de masas en ocasiones como esta.
Y a las 17:30 horas llegó el gran momento, la aparición de la novia. Nina Flohr se presentó del brazo de su padre y padrino, Thomas Flohr, el magnate de VistaJet, con media hora de retraso. Se pudo ver entonces que había elegido una tiara que no ha supuesto ninguna sorpresa. La Reina Ana María de Grecia abrió su joyero para que la tercera de sus nueras escogiera una tiara de la colección para adornar su cabello el día de su boda, y Nina Flohr, al igual que hicieron Marie Chantal Miller y Tatiana Blatnik antes que ella, se quedó con la tiara del Corsario.
La tiara Antique Corsage es muy especial para la Reina Ana María, aunque no fue la elegida en su boda. Procede de un broche de Victoria de Baden, Reina consorte de Suecia, que acabó en manos de su nieta, Ingrid de Suecia, después Reina consorte de Dinamarca. La Reina Ingrid montó la tiara y se la regaló a su hija Ana María, que a su vez la ha prestado a sus hijas cuando ha tenido ocasión, y la ha cedido a sus nueras para sus enlaces.
En cuanto al vestido, después de apostar por Chanel en su boda civil y en la recepción previa a su boda, no ha habido sorpresas y nuevamente lució un vestido de esta firma para la boda religiosa. Lo que más llamaba la atención fue la larga cola, así como un velo de también mucho tamaño. El vestido, con escote barco en V, jugaba con los volúmenes de una forma que logró dejar claro que la originalidad de una marca propia de Nina Flohr, cuyos looks siempre sorprenden. Sin duda, no fue un clásico vestido de novia.
Tras la celebración de una boda a la que tuvieron acceso unos 100 invitados, mientras que el resto lo siguieron a distancia desde el lugar que habilitaron para ellos los novios, Philippos de Grecia y Nina Flohr, casados ya bajo el rito ortodoxo, salieron de la Catedral Metropolitana convertidos en marido y mujer. Ya lo eran desde su boda civil, pero ambos deseaban formalizar su unión también de forma religiosa, algo muy habitual por los miembros de la realeza, sean de una Casa Real reinante o no lo sean.
No salieron a saludar al balcón del Palacio Real, como hubieran hecho si Constantino de Grecia siguiera en el trono, pero tampoco les hizo falta. Saludaron, mostraron una intensa emoción, una felicidad absoluta que se reflejaba sobre todo en el rostro de Nina de Grecia, a la que casi se le escapaban las lágrimas ante el increíble momento que estaba viviendo, y por supuesto se besaron en los labios. Lo hicieron en más de una ocasión antes de partir al banquete nupcial en este segundo día de celebraciones tras la recepción de la noche anterior en el lago Vouliagmeni. Y todavía les quedaba un almuerzo que ofrece Constantino de Grecia en honor a su hijo y su nuera. Sin duda ha sido una boda real de las de siempre, con una pompa que muestra que no reinarán, pero la Familia Real Griega hace honor a eso de 'el que tuvo, retuvo'.